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Nathan

A la luz del día, y de cerca, sus ojos resaltan con pequeñas motas de miel y verde a pesar del predominante cafe que tienen, sus pestañas brillan a juego con su mirada y el color carne de sus labios combinan con sus mejillas levemente rosadas.

Su corazón se aceleró y sus pulmones no supieron como llenarse de oxígeno cuando ella posó sus ojos en sus labios. Ninguno noto la presencia de sus amigos tras sus espaldas.

Carlos, el mejor amigo de Nate, sonreía con malicia mientras veía la situación, las bromas para el rubio nunca terminarían después de esto.

Parecía una eternidad la que sus miradas se sostuvieron, cuando en realidad los segundos volaron y ellos se alejaron. Ya fuera del local Nate no pudo evitar soltar un suspiro y regresar la mirada al cartel de bienvenidos que adornaba la puerta del local.

Liah

Sostenía la taza con firmeza mientras recodaba la intensa mirada sobre la de ella, a pesar de haber pospuesto sus pensamientos ellos regresaron mientras se perdía en el reflejo de la ventana, el cual dibujaba la puerta de entrada.

-¿Liah? ¿Nos estas prestando atención? -Ethan frunce su seño con preocupación mientras su hermana reía a un lado de el.

-Esta perdida en sus recuerdos -Eliza llevo la taza de café a sus labios mientras las mejillas de su amiga se tornaban de rojo.

-Lo lamento -mientras Liah escondía sus mejillas entre su. cabello y apartaba la mirada a espera del sonido de la campanilla.

Nathan

Al entrar al local busco con desesperación la mirada dulce y delicada que recordaba del medio día, a pesar de que el sol yacía escondido de la penumbra de la noche busco con fervor la cabellera castaña que se robo el protagonismo de sus pensamientos.

Sus hombros cayeron con desilusión al no encontrar ni un rastro de la chica. Su abuelo, quien lo miraba desde el mostrador a unos metros de el sonreía conociendo esa mirada; la mirada que el vio en su hijo cuando conoció al amor de su vida, la misma mirada que reconoció frente al espejo cuando supo que quería pasar el resto de su vida junto a la que ahora es su esposa.

Liah

A la mañana siguiente Liah despertó desorientada sobre su cama, viendo a la nada.

Las ultimas imágenes que recuerda de la noche anterior son del nuevo libro que leía sobre el sofá de la sala de estar.

Al salir de la cama la frialdad del suelo recorrió sus pies, salió de su habitación caminando por los pasillos de su casa con somnolencia y tranquilidad. El ruido de la sala de estar comenzó a hacer presencia mientras ella se acercaba.

La consola de videojuegos llamo su atención al entrar al salón, dos espaldas le dieron la bienvenida- Buenos días flaca. -Jhordan, el mejor amigo de su hermano, la saludo sin darse la vuelta.

Jhordan acostumbraba llamarla así después de escuchar a su mejor amigo usar la misma palabra para nombrar a su hermana menor.

-Hola -su voz salió rasposa y sin ánimos.

Pero... ¿quién tiene ánimos al despertarse?

El Chico de la LibreríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora