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Liah

La mañana era tibia y reconfortante, las pocas aves que que rondaban por el vecindario cantaban alegrando la mañana de Liah. Su hermano se encontraba sentado frente ella con una taza de café en las manos, la cual aromatiza todo el comedor. 

Liah le sonrió a Aaron haciendo que sus hoyuelos hicieran aparición- ¿Que harás hoy pampam

Ella dejo caer su taza de chocolate en la mesa y dio un bocado a su tostada con huevo-. Lo mas seguro es regresar de la escuela y pasar a tomar algo a alguna cafetería. 

-Esta bien, pero recuerda regresar temprano. No me gusta que estés sola, en especial en la calle. -Aaron levanta la mirada al reloj de la pared y se re-acomoda su corbata, por tercera vez en la mañana.- Ya me tengo que ir ¿te llevo? 

-Claro, solo voy por mis cosas-, Liah se levanta de la mesa y lleva todo al fregadero. Ve por la ventana de la cocina un hermoso pajarito con plumas amarillas. Ella sonríe y deja salir un suspiro mientras sube las escaleras a su habitación. 

Toma su mochila asegurándose de dejar todo en su lugar y sonríe al notar que en efecto, todo esta en orden. 

La camioneta de Aaron no es la mas limpia, ni la mas reciente. En realidad es muy bonita, pero la colonia de hombre que desprende no es del agrado de muchos, incluyendo en ese grupo a Liah. 

Mientras Liah trataba de sacar la cabeza por la ventanilla del acompañante con disimulos, su hermano hablaba sobre la presentación de su maqueta en la universidad. Liah solo respondía cuando se a meritaba y fingía estar completamente interesada en lo que su hermano comenta. Mientras el auto pasaba por la cafetería con la que Liah ya se había encariñado, sintió como se detenía el tiempo y unos ojos verdes recorrían toda la calle mientras en esos labios rosados expulsaban el humo que dejaba el cigarrillo que tiene en la mano izquierda.  

No sabia si la gran atracción que sentía hacia el chico era la responsable de la repentina necesidad de querer bajar del auto y correr dentro del local, o si los chocolates con canela poseían alguna canela especial a la que ya se había vuelto adicta. 

Tras ese momento donde el mundo se detuvo, Liah sintió todo pasar repentinamente rápido, en un parpadeo estaba viendo los ojos verdes del chico siendo cubridos por el humo y al otro estaba bajando del auto de su hermano y saludando a sus amigos. 

Nathan

El día comenzó con la tranquilidad que se acostumbra ver en la casa del joven, la radio de su abuela se escucha de manera amena hasta la habitación del chico, donde las noticias del día suenan por sus bocinas,  con lentitud sus parpados comenzaron a responder hasta estar completamente abiertos, viendo como entraba la luz del sol a su habitación.  

Ese día Nate se tomo el tiempo que creía necesario para alistarse, sus clases comenzaban después del medio día, tenia tiempo suficiente para despabilarse. Se coloco sus pantuflas y  bajo al comedor donde toda su familia se encontraba. 

-Hola, buenos días mi cielo -su madre le acerco una taza de te. 

-Gracias mama-, beso su mejilla, se coloco su abrigo habitual  y salio al frente del local de sus abuelos, se termino su te y dejo la taza en una de las mesas, saco del interior de su abrigo una cajetilla de cigarros, tomando uno y dejando el resto al a par de la taza. 

Lo prendió sintiendo el aire frió azotar en su rostro mientras cerraba los ojos, escucho el canto de las aves en el tejado de su casa, donde suelen dejar agua y comida para ellos, abrió los ojos al mismo tiempo que oía pasar un auto, el humo que desprendía de sus labios se mezclo con la imagen de una piel bronceada y una cabellera castaña que volaba con el viento. 

Su respiración quedo estancada en sus pulmones, relamió sus labios y vio como se alejaba la viva imagen de su perdición. 

Lia

"La calidez de su tacto me calmo los latidos del corazón y su sonrisa me dio paz."

-Liah, presta atención, -se queja una voz al a par de ella, Ela, una rubia de semblante serio y piel de porcelana, fue la primera amiga de Liah en Praga, el segundo y ultimo amigo que hizo fue el mellizo de la misma, Ethan. -Deja ese libro por unos segundos y deja que termine de contarte como gane.

Liah dejo caer en sus labios una sonrisa mientras dejaba de lado el libro que leía. -Bueno, sigue...

Su amiga no tardo en retomar el tema mientras pasaba sus manos por su cabello con insistencia-, Vamos El, deja ya eso, todos sabemos que terminara contigo haciendo un mortal. 

Una voz masculina hace presencia, haciendo callar a la rubia. 

Ethan se sienta en medio de ambas y pasa sus brazos sobre los de ellas—. ¿Listas?

Las dos chicas asienten mientras se levantan y comienzan a caminar. El camino hacia sus hogares se hace ameno y agradable con risas y empujones. 

Pasan junto a la entrada del cafe y Liah detiene su paso.- ¿Que pasa Linda? -le dice Ethan mientras el y su hermana regresan sus pasos hasta estar al par de su amiga.

-¿Entramos? -propone viendo al interior, ambos hermanos asienten, pero antes de poder cruzar la puerta el mismo chico sale del lugar, haciendo que los latidos del corazón de Liah retumben contra su pecho y que lo único que exista para ella sea ese chico.

-¿Entramos? -propone viendo al interior, ambos hermanos asienten, pero antes de poder cruzar la puerta el mismo chico sale del lugar, haciendo que los latidos del corazón de Liah retumben contra su pecho y que lo único que exista para ella sea ese...

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El Chico de la LibreríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora