—Buenas tardes, Verónica, ¿podrías comunicarme con el señor Moore, por favor? —Habló, aflojando el nudo de su corbata.
—Un momento, señor Dunne. —Pidió, antes de pasar la llamada.
—Hasta que apareciste. Pensé que esa blanchucha te había secuestrado. —Emitió, a modo de burla mientras Alvaro pasaba una mano por su frente. ¿Cómo no extrañarlo si no conocía a nadie igual a él?
—De ella quiero hablarte. —Indicó.
—Estoy casado, Alvaro Dunne, es mejor que lo dejes ahí. —En definitiva, no tenía tiempo para bromear con él, así que carraspeó.
—Eres desagradable. —Masculló —. Te hablo porque Gemma es una buena candidata para el puesto de mecánico en la sucursal. Como sé, nadie está ocupando el lugar. —La línea solo fue silencio por un momento.
—¿Una mujer, dices? —Inquirió —. Alvaro, ¿qué se supone que voy a decirles a las personas cuando sepan que tengo a una mecánica flacuchenta en la empresa, haciendo el trabajo que le corresponde a un hombre? —El hombre suspiró. Con que así se sentía que te cuestionaran por lo que ejercías.
—Dices que es una empleada a la que debes de pagarle igual que todos los demás, Luis. No es tan malo.
—No, malo no. ¡Es malísimo! La prensa te va a aplastar cuando lo sepa. ¿Tú, siguiendo ideales de la igualdad? Por favor. —Ya se estaba incomodando y a decir verdad, le valía un pepino lo que dijeran los medios.
—¿Por qué no puedo si mi madre lo hizo por mí? —Demandó, sintiendo el déjà vú al instante.
—Elizabeth no tenía opción. Siempre fuiste el heredero, por lo que debía velar por ti.
—Igual que yo con Gemma, ¿no crees? —Indagó, recibiendo una negativa por medio de un sonido emitido.
—No la quiero aquí, Alvaro.
—¿Entonces debo usar mi as bajo la manga?
—Quiero a Marko. Tú te quedas con ella.
—¿Y si mejor te quito a ti y la pongo a ella? —Provocó, sabiendo que eso lo pondría de mal humor —. Lo supuse. —Susurró sin escuchar respuestas —. Pero está bien. Mark irá contigo y espero no arrepentirme de esto. —Sentenció, antes de cerrar.
Paseó sus manos por su cabello, suspirando. No sabía lo que estaba haciendo y tampoco podía hacerse una idea de lo que pasaría porque no estaba en los zapatos de las dos personas de las cuales hablaba. Aparte, no tenía idea de si aceptarían o no y comenzaba a arrepentirse de su propuesta y más sin conocer los criterios de sus dos empleados. Especialmente los de Gemma Blumer.
♥
—¿Has visto mis zapatos? —Inquirió la joven al no encontrarlos por ninguna parte.
Desde que su jefe la dejó allí, recibió una serie de pruebas con Mark sin acompañamiento del muchacho que conoció. Por ello no pudo evitar sentirse culpable; había humillado los conocimientos de aquel chico sin darse cuenta y eso le molestaba porque tan sólo quería sacarlos de la incertidumbre, pero terminó siendo más que eso.
—No, lo siento, no los he visto. —Contestó Mark, mientras ella fruncía el ceño.
—Bien, ¿puedo llevarme las botas? Tampoco encuentro mi bolso. —Farfulló, mirándose. El uniforme de la empresa le quedaba demasiado grande, no pudo ponerse el suyo porque capaz dejó todo lo suyo en el carro o en la oficina que, si no se equivocaba, ya debía estar vacía sabiendo la hora que parecía ser.
—Me temo que no, Gemma. Es material de la empresa. —Musitó, viéndola asentir mientras-iba al vestidor para cambiarse.
Había sido un día agotador, aparte de todo lo sucedido en la mañana con su auto, que por cierto debía llamar para saber qué parte del cuerpo vendería para poder pagar los arreglos.
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FEA
Chick-LitPORTADA E HISTORIA REGISTRADAS. CUALQUIER PLAGIO TOMARÁ FORMA LEGAL. Gemma no es el tipo de mujer perfecta, no lleva tacones, traje de secretaria y tampoco un maletín con todas las cosas que hará; ni siquiera tiene una empresa para comandar. Lo que...