Ocho.

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Llegue a casa totalmente confundida como de costumbre desde que tu y yo hablamos. Me di un largo baño y  me dispuse a cenar unos cuantos bocados nada más, no tenía apetito la verdad. Mi madre me pregunto si algo me pasaba que estaba extraña y muy callada pues solía ser más comunicativa al ponernos al día en lo que hicimos en el día, le dije que me encontraba bien que no debía preocuparse.

Me encerré en mi habitación, tomé mi teléfono y me acosté en mi cama a ver el techo sabía que si desbloqueaba mi móvil tendría un mensaje tuyo al cual tendría que responder y no quería, solo quería volver el tiempo atras y decirme a mi misma que no me enamorará de ti.

Me preguntaste que si llegue bien te dije que si. Si había comido te dije que lo necesario, te molestabas conmigo cuando hacía eso pues sucedía a menudo no comía bien en las tardes pero realmente no me importaba mucho eso, si te molestaba que no cenará bien mejor no me preguntes.

Siempre teníamos algo de que hablar y sino buscamos de que hablar pero nos dejábamos que la conversación muriera con ello me refiero más que todo a ti pues yo siempre sentía esa pequeña sensación de que molestaba. Me dijiste que te había sorprendido lo que te había dicho y pues no podía negarte que yo misma estaba sorprendida.

Después de allí, cada vez nos entregábamos más cariño estábamos más pendientes uno del otro y pasábamos tiempo juntos. Eso no debía pasar o bueno eso pensaba yo porque algo me decía que al final nada resultaría bien y yo resultaría muy lastimada.

Tenía razón, termine rota. Muy rota.

Debo dejarte ir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora