Capítulo 3

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Dos años después

KATE

Otra vez llegaba tarde. No aprendo ni a la de tres. Idiota. Esto me pasa por tener sueños poco agradables. Bueno, la verdad es que tampoco me era desagradable soñar con Lucas, pero no quería pasarme el día entero pensando en ese sueño. Y en él. Maldito subconsciente. Tiene que recordármelo todo. A pesar de llevar casi dos años viviendo en Londres, aún me costaba calcular el tiempo para llegar a los sitios. Y os preguntaréis, ¿cómo he acabado en Londres, si quería irme a Nueva York a estudiar cine? La vida da muchas vueltas, queridos amigos. Después de que Lucas desapareciera de mi vida por completo, me volqué en mis estudios y logré una beca una de las mejores universidades de Reino Unido. Al final el cine dejó de ser mi primera opción y decidí irme por la rama de historia del arte. Sí, ya sé, estaréis pensando todos: vaya muermo. Pues dejadme deciros que como os atreváis a meteros con mi bonita carrera acabaréis todos con una patada en el culo más fuerte de lo que os imagináis. Bueno, a lo que iba. Lucas se fue y no dejó ni una mísera dirección, un teléfono o algo con lo que contactar. Desapareció por completo de la faz de la tierra. Y no exagero, realmente no sé dónde se metió. Lo borró todo. Su Facebook, su número, vamos, absolutamente todo lo que podría haber utilizado para localizarle. Al parecer eso era lo que prefería. Pues bien por él.

No mentiré diciendo que se me hizo una tarea fácil seguir mi vida sin su molesta presencia, porque no fue así. La verdad es que las dos primeras semanas apenas salí de casa, hasta que mis padres prácticamente me obligaron a hacerlo. Eso, y que yo misma me negué a dejar que Lucas me influenciara de esa manera. Y luego pasó lo que ya os he comentado.

Luego de terminar el instituto y conseguir la beca me vine directamente aquí. Y diréis: Ya estás huyendo de nuevo, Kate. Pues sí. Esta soy yo. Huyo de lo que no me gusta recordar. Así que aquí me tenéis, llegando tarde de nuevo a la tercera clase, ya que el estúpido despertador ha decidido no sonar y mi querida compañera de piso no ha tenido la brillante idea de despertarme. Y todo por culpa del estúpido de Lucas. Como siempre.

El día pasó más rápido de lo que pensé, y tras la última clase salí pitando a coger el autobús para volver a casa. Sí, cojo siempre el autobús, es más lento, pero mucho más agradable, vas viendo las calles de Londres. En los escasos dos años que llevaba viviendo aquí ya me había enamorado de esta ciudad. Y eso es exactamente el tiempo que llevaba sin volver a casa. Casi dos años. Y no tenía intención de hacerlo pronto. ¿Que si son tristes las navidades sola? Bueno, realmente no lo sé. Mis padres decidieron venir a verme en las dos que he pasado aquí, y la verdad es que lo agradezco con creces, porque no quería volver ni de lejos a Estados Unidos. No había mucho interés en ir. Y menos ahora que mis padres vivían en California. Sí, ya lo sé, California es muy grande y es imposible que me lo encuentre, pero conociendo mi suerte, seguro que resultaba ser vecino de mis padres. Así que prefiero no tentar a la suerte yendo a ver si encuentro a mi antiguo “amigo”. O lo que quiera que fuera.

Antes de ir a la parada de autobús, decidí pasarme por secretaría a ver si en el  tablón de anuncios había algo interesante, como un trabajo de pocas horas y mucho salario. Deja de soñar. Y ahí está de nuevo.

Bueno, a lo que iba. Estaba mirando el tabloide cuando escuché de lejos una voz familiar. Una voz que no confundiría ni olvidaría  ni en un millón de años; pero cuando me giré a buscar al dueño de esa voz, no vi nada. Decidida con que había sido fruto de mi imaginación, me volví para seguir a lo mío. Pero lo que vi delante de mí no fue el tablón de anuncios. No, ni mucho menos. Vi al fantasma del pasado del que he estado huyendo los últimos dos años. Y no, no me refiero a mi hermana –ojalá – no, me refiero al chico de ojos verdes y pelo castaño que tenía enfrente, con una barba de dos días, mucho más musculoso y sonriéndome con una de sus sonrisas torcidas tan características y con las que tantas noches soñé. Lucas.

A un paso de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora