Capítulo 4

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KATE

Lucas está aquí, Lucas está aquí, Lucas esta en MI casa, Lucas está aquí. Creo que se nota que aún no me he hecho a la idea, ¿verdad?

Hace dos semanas que convive bajo el mismo techo que yo y he hecho cuanto he podido para no cruzarme con él. De hecho, nos hemos cruzado 5 veces. No es que lleve la cuenta, no. Es que ese es el número de noches que ha aparecido en la cocina cuando, casualidades de la vida, yo también estaba ahí. Curioso, ¿eh?

Así que esta es la razón por la que estoy ahora mismo en una cafetería tomándome un café una hora antes de que empiecen las clases. Mi rutina estas últimas dos semanas ha consistido en ducharme de madrugada, salir de casa antes de que se despierte nadie, llegar tarde después de haber estado estudiando en la biblioteca, hacerme un sándwich y encerrarme en mi cuarto. Y sí, me he aprendido el horario de Lucas. Y no, no he entrado en su cuarto cuando no estaba. Bueno, a lo mejor sí. Sólo un poquito. Y no es que me haya ayudado mucho, lo primero que me llamó la atención de su cuarto fue la foto que tiene en su escritorio. Soy yo, aquél día que estuvo cuidándome mientras estaba enferma. Y eso no ha hecho sino conseguir que me confunda aún más. Porque debería odiarle, ¿no? Pues resulta que no puedo. Así. Puedo estar muy enfada con él, que lo estoy, pero soy incapaz de no ponerme nerviosa cada vez que oigo que entra en casa.

Así que así está mi rutina diaria. ¿Lo bueno? Que no llego tarde ningún día y que estoy rindiendo más que en estos dos años juntos. Algo positivo tenía que sacar de todo esto.

Pero como tengo tanta buena suerte no puede entrar por la puerta de la cafetería otra persona que no sea Lucas, ¿no? Perfecto, ya ha empezado mal mi día. Que no me vea, que no me vea, por favor Dios, que no me vea. Vale, me ha visto. Mierda.

- ¿Te escondes de mí?

- Los miércoles no son mis días favoritos de la semana, creo que es porque está justo en medio de los días de clase. ¿No opinas lo mismo?

- Kate…

- Es genial, porque ya ha pasado el lunes y el martes y sólo quedan dos días más y será fin de semana. Por eso son mis días favoritos. ¿Un café?

- ¡Kate!

- ¡¿QUÉ?!

- ¿Vas a comportarte como una adulta ya o vas a seguir ignorándome y huyendo de mi como las últimas tres semanas?

- Yo no huyo de ti… - digo tan bajito que no creo que haya sido capaz de escucharme. Porque a mi mentir se me da muy, muy mal y es una realidad que no he hecho nada más que huir de él desde que ha llegado.

- Claro que no, por eso te duchas de madrugada, sales de casa una hora antes y no estás nunca por las tardes ni has compartido una cena con nosotros desde que llegué, ¿verdad?

- Oye, ¿me has espiado? Porque eso es de muy mala educación, que lo sepas. Y yo que pensaba que eras educado. Te parecerá bonito, Lucas. Eso no se hace.

- Estás empezando a cabrearme, Hold. Y mucho. Además, no me hables de mala educación, yo no soy el que va entrando en habitaciones ajenas.

Según dice eso siento como la sangre empieza a subir por mi rostro. Seguro que estoy más roja que la camiseta del chico de la mesa de la izquierda. Mierda, mierda y más mierda. ¿Por qué siempre tienen que pillarme? ¿Es que no puedo hacer algo a escondidas sin que se entere nadie?

- Y-yo no he entrado en t-tu cuarto. No ha na-nada que me interese a-ahí dentro. – Mentira. Y entonces se me viene la cabeza mi foto. La que tiene en su mesa, y me sonrojo aún más si eso es posible.

A un paso de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora