Capítulo 5

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LUCAS

Jess no para de hablarme y la verdad es que no le estoy prestando ni una pizca de atención; la mesa de al lado es muchísimo más interesante. Kate no para de hablar con el idiota ese y ya me está calentando. ¿Pero qué se creen, que no les veo? Pues lo llevan claro. Yo me entero de todo, de absolutamente tod¡¿QUÉ COÑO HACEN BESÁNDOSE?! ¡ESTAMOS EN UNA BIBLIOTECA!

De pronto todo el mundo me está mirando, incluidos los tortolitos. Creo que he hablado en voz alta (una mala cualidad de Kate que se me acabó pegando. Creo). Sin pensar muy bien en las consecuencias decido levantarme, coger a Kate del brazo y sacarla a rastras de ahí. Vamos a ver quién se va a creer que es. Porque yo no estoy para tonterías de estas.

- ¡¿Qué cojones te crees que estabas haciendo ahí dentro?! - le grito según salimos.

- ¡NO, ¿QUÉ COJONES TE CREES TÚ?! No eres nadie para hacerme esto Lucas, absolutamente nadie. ¿Lo entiendes? ¿Eh? ¡¿LO ENTIENDES?!

Kate tiene razón, yo no soy nadie. Pero lo era. Y Dios sabe que quiero volver a serlo. Bueno, ¿y ahora qué hago?

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KATE

Lucas se pasó la mano por la nuca, algo que siempre hace cuando estaba nervioso. Y normal que lo estuviera. Me había arrebatado de los brazos de David sin mi permiso. Vale. Realmente me había salvado, porque David me besó porque yo qué sé qué se le pasó por la cabeza, y en parte se lo agradezco.

Aunque la cuestión no es esa, la cuestión es que Lucas no tenía ningún derecho sacarme de allí a la fuerza. ¡No somos nada, joder! ¿Es que no se da cuenta?

- ¿Piensas decir algo o te vas a quedar ahí pasmado mirándome? Porque en ese caso, disculpa, pero tengo que ir a recoger mis cosas y marcharme a casa para encerrarme y no verte la cara.

Le sonrío lo más forzado posible que puedo y me doy media vuelta para tratar de ir a buscar mis cosas dentro de la biblioteca, pero antes de dar un paso, Lucas me agarra del brazo y me detiene.

- Lo siento, Kate, no sé qué me ha pasado ahí dentro, no quería sacarte así de allí. Realmente lo he hecho sin pensar. Perdón.

Mierda, realmente luce arrepentido. Esto no es justo, con la cara de cachorrito que me está poniendo no puedo enfadarme con él. Cabrón, sabe el efecto que tiene en mí. ¿Y ahora qué? Lo mejor que puedes hacer es irte sin mirarle más a esa carita que te vuelve loca. Maldito subconsciente. De todas formas, hago lo que mi cabeza me dice y decido darme la vuelta sin darle ninguna respuesta.

Una vez en casa, hago lo que llevo haciendo desde que Lucas invadió mi espacio: encerrarme en mi habitación.

Pero parece que ni en casa puedo tener un momento de paz, porque media hora después de haber entrado en casa como alma que lleva el diablo y haberme tirado en mi querida cama, unos golpecitos en la puerta han roto mi momento de tranquilidad. Y cómo no, Lucas tenía que ser.

- ¿Qué es lo que quieres ahora?

- Que me perdones.

- ¿Y qué es lo que tengo que perdonarte?

- Todo, Kate, todo. Haberme ido así, no haberte escrito durante todos estos años, pero por encima de todo, no haberte podido olvidar.

Vale, definitivamente este no es mi día.

A un paso de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora