06 | Disculparse

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No pude ir al gimnasio por los siguientes tres días debido a que estaba buscando un empleo. Y es que no quedé en bancarrota sólo porque sí; las deudas me ahogaban, y si solo me quedaba de brazos cruzados tirando un par de puñetazos unas cuantas horas al día, terminaría en la cárcel por no pagar a tiempo mis deudas con las personas que solían proveerme mercancía.

Así que aquí me encontraba, después de una entrevista en una tienda de helados (sí, estoy así de desesperado) esperando el bus para ir de vuelta a casa.

—¡Sí! ¡Me acabo de comprometer! —Oí como un hombre no muy lejos de mí hablaba por teléfono—. Sí, ella estaba completamente sorprendida. No se lo esperaba... por un momento pensé que no aceptaría, ella sólo se quedó allí en shock. ¡Sí! No sabes el susto que me dio... estuve tan aliviado cuando dijo que sí...

Sin darme cuenta, sacudí mis pensamientos y miré hacia otro lado, percatándome de que había estado mirando fijamente al hombre hablar por teléfono, como si su conversación fuera de mi incumbencia.

—Pareces muy triste por algo, ¿es por lo que estaba hablando ese hombre? —Oigo una voz femenina decir a mi lado. Intento, sin poder conseguirlo, ocultar mi expresión de sorpresa cuando veo que es Janelle quien se encuentra a mi lado. Tiene una expresión de recelo y titubeo en su rostro, pero ahí permanece, tratando de lucir genuinamente preocupada por mí. Frunzo un poco el ceño.

—No —Digo en el tono más neutro posible, no obstante, es difícil ocultar lo extrañado que estoy.

—A mí me pareció que sí —Se encoge de hombros.

—No creo que te tenga tan preocupada de todos modos —Las palabras salen de mi boca antes de poder pensarlas.

Ella sólo se encogió y de hombros y, aunque no estoy dispuesto a admitirlo, sentí un poco de alivio al ver que no la ofendí.

—Quiero ayudarte —Dijo al cabo de un rato, sin más, como si hablara sobre el clima o sobre cómo le fue en su día. Volví mi cabeza hacia ella, desorientado.

Mi bus pasó y ni siquiera le puse atención. Que Janelle había dicho, ¿qué?

—¿De qué hablas? —Le pregunté.

—Sé lo que pasó contigo, con tu novia... ¿Joy? —Titubeó.

—Joyce —La corregí, y ella asintió—. ¿Cómo te enteraste? —Fruncí mis cejas juntas, al punto que casi tocaban mis pestañas.

—Bueno... cuando una chica se interesa en un tema, es imposible sacárselo de la mente hasta que sepa todo lo que quiere saber —Rió, y el sonido me agradó—. Un pajarito me lo dijo.

—Mataré a Kobe —Comenté. Sentía que decía eso muy seguido ahora. Ella rió un poco más fuerte y supe que había dado en el clavo.

—Me gustaría ofrecerte mis disculpas, también —Dijo en voz baja cuando la parada se vació un poco—. Fui demasiado injusta, estaba en el área de trabajo y ni siquiera te conozco bien, no debí meterme en tu vida personal de ese modo. Pero, ya sabes... una chica debe defender los derechos de la mujer, y detesto la violencia doméstica, la repudio —Su mandíbula se tensó, sus ojos se oscurecieron momentáneamente antes de recuperar la compostura. Hice una mueca, como disculpándote aunque en realidad no tendría por qué disculparme con Janelle—. De cualquier modo, fue un acto de intromisión de mi parte, y de poca ética. Bien pudiste ir con gerencia y hacer que me despidieran —Alzó una ceja—. Pero no lo hiciste. ¿Por qué?

Me encogí de hombros, ¿debía tener un motivo?

—Bueno, algunos de nosotros en realidad necesitamos un trabajo —Reí sin humor—... y no me gustaría ser el culpable de que alguien más pierda el suyo. Mi negocio quebró hace poco y tuve que despedir a mis pocos empleados, y no fue algo bonito de ver. Si puedo evitar que alguien más pase por lo mismo, lo haré.

—¿Incluso si ese alguien estuvo a punto de darte la paliza de tu vida? —Janelle alzó una ceja, haciéndome reír por su comentario.

—Va, que no serías ca...

Pero no pude terminar la frase cuando sentí como mi brazo era casi triturado. Después de salir de mi confusión comprendí que era ella que, en modo de broma, me estaba haciendo una llave.

—Ya, ya, ya. Lo comprendo. Ya —Dije, y entonces ella me soltó.

—Lo siento, es sólo que no me gusta que me subestimen.

—Creo que ya me quedó claro —Reí, negando—. Bueno, me gustaría saber cómo es que me vas a ayudar.

—Bueno, entonces ¿qué es lo que hacemos aquí? Vamos a por un café —Y antes de darme tiempo de responderle, ya se estaba poniendo de pie.

—¡Espera! —Me levanté, siguiéndola. Ella detuvo sus pasos y me miró expectante—. Es que no tengo dinero —Confesé, un poco avergonzado.

—¿Y quién te está preguntando eso? Yo pago.

[...]

—Así que, piensas que eso podría funcionar —Dije después de que la mesera trajera nuestros pedidos. Janelle pidió un muffin de moras, y un caramel mocha. Yo no quise incomodarla mucho, por lo que sólo pedí un café negro. Lo más barato del menú.

—¡Por supuesto que sí! A las chicas les encanta. Ya sabes, los pequeños detalles son lindos y toda la cosa, pero algo así, grande pero no ostentoso, hará que tengas su corazón en la palma de tu mano otra vez.

—Es que, no lo sé —Rasqué la parte posterior de mi cabeza—... no me malinterpretes, tu idea es genial y todo. Pero después de lo que le hice no tengo muchas esperanzas de que ni eso ni nada vaya a funcionar.

—Pero eso no lo sabrás si no lo intentas —Dijo justo después de morder su muffin, unas pequeñas migajas cayendo de sus labios.

Luché con la urgencia de quitar las migajas de la comisura de sus labios con mis dedos. Espera, ¿qué?

Sólo concéntrate, Justin. Joder.

—Yo tengo el cartel. Es grande. Sólo tendremos que pasar por mi casa a buscarlo, tienes suerte de que mi hermano la haya jodido con su novia en el pasado igual que tú. Si a él le funcionó, ¿quién dice que a ti no?

—El hecho de ser el hombre más desafortunado del planeta no ayuda mucho —Señalé.

—Eso era antes de conocerme a mí —Presumió falsamente, haciéndome reír. Después de todo ella no era el ogro, copia de Dolores Umbridge, que yo pensaba que era—. Bien, iré al tocador un momento y saldremos a mi casa a buscar el cartel. Estoy segura de que está en el sótano. No tardo.

Asentí, haciéndole un gesto con la mano hacia el baño de damas para que siguiera adelante. Ella terminó su muffin antes de irse, y estuvo de vuelta en unos dos minutos.

—¿Vamos? —Me sonrió, al mismo tiempo que oí la campanilla del café sonar, anunciando que alguien había entrado.

—Por supuesto.

—Oh, vaya —Dijo una voz familiar a mis espaldas, que no pertenecía a Janelle... en absoluto—. Que rápido me reemplazaste, Justin.

Aunque no quería hacerlo, aunque solo quería salir corriendo, volví mi cuerpo para encarar la voz que me hablaba. Joyce estaba allí, de pie frente a nosotros, con los brazos cruzados sobre su pecho y las cejas alzadas sobre su cabreada mirada.

Sip. Sigo siendo el hombre con menos suerte del mundo.


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¡Hey! Espero les esté gustando la historia.

Subí una nueva historia (sí, otra más, ah). Se llama Cheryl's Heart, también es de Justin, y sería genial si la leyeran y me dieran su opinión<3. En el vínculo externo les dejo el link, aunque también la pueden encontrar en mi perfil (este).


heart-mending → historia cortaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora