08 | Charlar

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JANELLE

—Justin, es mejor que dejemos el plan para mañana. Tengo algo que hacer hoy, y es importante. En serio lo siento —presioné el teléfono contra mi oreja. Estaba en una llamada telefónica con Justin.

—Oh, bueno. Eso no me lo esperaba, pero no hay ningún problema. No es como si haga mucha diferencia que Joyce me odie un día más —rió.

—Sí, tienes razón. Lo lamento mucho, una vez más.

—No tienes por qué disculparte —casi podía ver como ponía los ojos en blanco, donde sea que se encontrara—. Atiende tus asuntos tranquila. Mientras tanto, yo puedo refinar mi discurso.

—De acuerdo. Gracias, y suerte con eso, casanova —reí.

—Eres insoportable —bromeó, y yo reí más fuerte—. Adiós.

—Bye —dije, cortando la llamada.

Había tenido una idea de último minuto, que quizás era algo arriesgada, y probablemente una mala idea, pero no podía quedarme sin intentarlo.

Joyce había pensado mal de mí y de Justin, y odiaba que fuera por ahí pensando que él la había engañado cuando no era así. El tipo era una idiota, pero no uno de los malos. Era un idiota con buenas intenciones, si se puede decir así.

Y yo quería aclarar las cosas con ella. Después de investigar un poco había logrado dar con el lugar donde trabajaba, en una pequeña cafetería cerca de la secundaria en la que estudié hace años.

Mi mejor amiga, Kora, trabajaba con ella y me dijo que su turno terminaba a las tres de la tarde. Y ese sería mi momento para aparecer casualmente por allí, encontrarme con ella, y aclarar las cosas.

Esperemos que yo no termine con sus uñas en mi rostro. Se veían afiladas.

Mientras tanto la hora no llegaba, estaba matando el tiempo viendo un programa de televisión cualquiera. Y entonces mi mente empezó a divagar y pensar en toda la situación con Justin y Joyce.

Me impresionaba el entusiasmo que tenía el por volver con ella, lo mucho que la quería y todo lo que estaba dispuesto a hacer para enmendar su error y tenerla de vuelta. Nadie nunca había hecho eso por mí, y presenciar algo como la situación de ese par me hacía sentir algo nostálgica... aunque nunca lo admitiría.

—¿Dónde está mi cartel de perdón? —mi hermano pregunta desde la sala, caminando hasta donde yo me encuentro, en mi habitación.

—Se lo presté a Justin. Metió la pata con su chica. Lo estoy ayudando a recuperarla —me encogí de hombros, metiendo una cucharada de cereal en mi boca.

—Ese cartel era mío —refunfuña, y sé que no es tanto lo del cartel, sino que no le termina de agradar Justin.

—Te lo devolveré —pongo los ojos en blanco—. Te lo pondré frente a tu puerta para que así me perdones por haberlo tomado sin permiso.

—Muy graciosa —suelta una risa sin humor—. En fin. Puede usarlo, de todos modos. Él... no es tan mala persona como yo pensaba que era.

Aquello llama mi atención. ¿Acaso Dave tiene fiebre?

—A ver, a ver. ¿El cilantro del refrigerador no era cilantro, y tú...?

—No, estúpida —se tumbó a mi lado, poniendo los ojos en blanco—. Hablo en serio. Él me sorprendió cuando...

—¿Cuándo qué? —presiono al notar que no dice nada. Dave permanece en silencio—. Dave. Dime.

—Cuando él te trajo a casa después de que te emborrachaste hasta casi perder el conocimiento —confiesa. Yo me río. No por burla o por mal, sino porque este chiste ya se le está saliendo de las manos.

heart-mending → historia cortaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora