El amor se lo lleva el viento

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Entré en el taxi y cerre la puerta con ira corriendo por mis venas sin darme cuenta de que ya estaba ocupado por otra persona. Un chico rubio de ojos grises me observaba perplejo desde el asiento de al lado.

-Perdone señorita, pero este joven entró primero. -dijo el taxista algo tímido debido a mi humor y a la confusión.

-No me importa compartir con una chica tan guapa como tú. -dijo el chico rubio mirándome con una sonrisa socarrona en sus labios.

-¡CALLAD! -grite sin poder controlar mi enfado- No pienso moverme de aqui.

-Pero señorita él llego...

-¡Cállese bola de sebo! Me va llevar adonde yo le diga con éste o sin el, ¡y me va a llevar ahora!

-Deberías calmarte un poco peliazul si no quieres que me ponga travieso. -dijo el chico mirando mis piernas con descaro. Llevaba un vestido rojo que dejaba poco espacio a la imaginación únicamente acompañado de unas medias negras de rejilla. Me encantaba provocar y que los hombres calleran rendidos a mis pies, algo que Patrick nunca aprobó. Estúpido Patrick por su culpa había acabado perdiendo los putos nervios y ahora estaba en un taxi con un violador y un hombre gordo y repugnante que solo miraba mis tetas por el retrovidor interno del coche puag. Que asco de hombres.

-Me llamo Rosie, no peliazul, gilipollas.

-¡Vaya! Bonito nombre. Un placer Rosie, mi nombre es Jake. -odiaba a ese tio y también al puñetero taxista que no nos quitaba ojo a través del retrovisor. Que asco de día.

-Déjate de cordialidades, si quieres ser educado paga el taxi tu. -respondí con desdén.

Me miró fijamente.

-Puedo pagar lo que tu quieras -se interrumpió y se aproximó a mi bajando la voz y la mirada a mis labios- pero tendras que recompensarmelo.

-¡Aléjate de mi pervertido!- grité abrumada por la cercanía y el sentido de sus palabras. He de admitirlo, me provocó. Tanto como para instalar la humedad entre mis piernas.

Observándolo con detenimiento era atractivo, de unos ¿23? ¿24 años? No me extrañaría que emplease esa actitud chulesca con otras mujeres para llevárselas a la cama ¡y con éxito! Tenía un cuerpo trabajado, se notaba que practicaba deporte; mandíbula cuadrada; y... y... ¡un enorme bulto en su entrepierna que buscaba salir al exterior! ¡Dios santo! ¿Qué se suponía que tenía que hacer yo ahora? Un tio que estaba bastante bueno empalmado en un taxi con una chica ¡y yo era esa chica! No podía dejar de mirar su entrepierna, aparté la mirada y observé las persianas del que ahora era mi antiguo piso. No era capaz de reaccionar ante tal situación asique...

-Oiga, quiero que nos de una vuelta por toda la ciudad- espetó Jake al conductor interrumpiendo mi delirio mental.

-¿Esta seguro señor? No quiero ofender, pero parece algo...cabreada, no le conviene molestar a una mujer cabreada se lo digo por experiencia...

-¡Fuera del coche!- bramé de la nada sorprendiendo a ambos hombres

-¿¿¿Cómo???- dijeron al unísono ante la agresividad de mis movimientos. -empujé al hombre sin piedad hasta que salió del vehículo.

-¡¿Pero qué coño haces chalada?! -pero para cuando me gritó yo ya había cogido el volante y me disponía a bloquear las puertas.

Estaba decidido, esa noche no iba a desperdiciar ninguna oportunidad.
Aparqué tras conducir unos diez minutos hasta llegar a un callejón desierto. Me sorprendió la tranquilidad del tal Jake ante mi arrebato de locura, no se inmutó, simplemente se dedicó a vacilarme durante el camino, lo cual me ponía más furiosa y caliente al mismo tiempo.

-Guau eres una caja de sorpresas guapa, no tienes pinta de frecuentar este tipo de callejuelas oscuras y estrechas. -me di la vuelta y pase al asiento trasero posicionándome a su lado y mirándole fijamente.

Mantuvo mi mirada con intensidad y tras unos minutos en los que nuestos ojos se retaban agarró mi cintura situándome sobre sus piernas. Comencé a morder su cuello mientras él sostenía mis nalgas entre sus grandes manos facilitando mis movimientos. Movía mi cuerpo sin problemas como si fuera de papel mientras me rozaba contra su bulto. Era realmente placentero. Entre gemidos y sus comentarios socarrones fue subiendo la temperatura.

-Me encantan tus gemidos nena. -susurró mientras besaba mi cuello.

-Lo sé. -respondí con suficiencia.

-Vaya vaya es dura de pelar la señorita eeh. A ver que tal te portas. No imaginaba que acabaría asi esta noche. -ya bajaba la cremallera de mi vestido.

-¿Acabar? Esto acaba de empezar, ¿no crees?

-Por supuesto. Me gustan las atrevidas.

-Já yo soy muy de locuras.

-¿De verdad? Bueno esta noche si que va a ser una auténtica locura te lo aseguro.

Horas después...

6 de la mañana

Calzoncillos en la alfombra. Camisa en la bañera. Tanga en la cocina. Tacones en la entrada. Tres tios desnudos en la casa. Noche loca, muy loca.

Noches de UniversidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora