Capítulo 10.

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Narra Niall.

Tener a Alex entre mis brazos era uno de esos placeres de la vida del cual no quería privarme nunca, había pasado toda la noche abrazándola, había dormido poco, sólo podía admirar su belleza, su belleza era algo inexplicable, era algo fuera de este mundo, empezando por su pálida pero perfecta piel, que hacía que resaltaran sus hermosos ojos chocolate, su cabello largo y sedoso, su perfecta nariz, sus labios y esa sonrisa que salía de ellos. Cada sonrisa, cada palabra, cada beso, cada gesto que salía de su boca, era simplemente perfecto y sagrado para mi. Luego su cuello, perfecto en todos los sentidos, era un cuello de modelo, sus perfectos y formados brazos, sus suaves y delicadas manos, que encajaban perfectamente con las mías. Luego estaba su pequeña y perfecta cintura. Podía pasar todo el día hablando acerca de la belleza de ella, pero más allá de su belleza física, estaba la pureza y belleza de su corazón, era increíble lo fuerte que era, sí, se derrumbaba, como cualquier otra persona, quizás más de lo normal, pero no se rendía, seguía intentando. Era muy testaruda y directa, siempre decía lo que sentía y, quizás sea eso, lo que más me gusta de ella.

En sus ojos podía notarse su dolor, su tristeza, pero, ella era fuerte, podía con eso o más. La amaba por muchas cosas, una de ellas era su valentía, su fuerza; ella, me había enseñado que, una persona puede ir contra el mundo si así se lo propone. Y estaba seguro que la amaba más que aquel día en que la vi por primera vez, mi amor hacia ella era algo que superaba los límites, no cabía la menor duda que la amaba. Ella creía que no era nadie en el mundo, pero, ella era mi mundo. Y, es que, yo no la quiero sólo para besos, no la quiero sólo para risas, la quiero para ser momentos, para ser alegrías, la quiero para ser historia.

Alex se movió entre mis brazos y bostezó, es imposible que fuera tan preciosa. Abrió lentamente mis ojos y sonrió, yo la abracé fuerte y besé su frente.

-¿Te desperté, pequeña?-dije acariciando su cabello.

-No.-dijo ella mientras se acurrucaba más en mi pecho.

-¿Cómo que alguien tiene sueño todavía?

-Mmmm, Ni, déjame dormir.

-No, preciosa, anda, levántate de la cama.-dije sonriendo.

-No... Un ratito más... Por favor..

Que voz de dormida la que tenía, pero, era tan tierna. Yo solté una risita.

-Si no te levantas, no tendrás beso de buenos días.-dije y ella abrió sus ojos de golpe, me tomó fuerte por el cuello y se colocó sobre mí y juntó su frente con la mía y yo reí.

-Eres malvado.

Iba a decir, pero, juntó sus labios con los míos y, los dejó ahí, pegados, sin hacer ningún movimiento, sus labios sobre los míos dejaban un ligero cosquilleo, no sabía porqué, pero, no era nada desagradable aquel cosquilleo. Sonreí sobre sus labios y ella me devolvió la sonrisa, volvió a juntar sus labios con los míos y, se alejó a los segundos y me abrazó fuerte, que bien se sentía tenerla entre mis brazos, la protegería, siempre.

-Buenos días, princesa.

-Buenos días, pequeño duende.-Sonreí ante el dulce apodo que mi novia acababa de darme, ella levantó su rostro y sonrió también.

-Vamos a desayunar para dejarte en tu casa ¿sí?

-Esta bien.-dijo sonriendo mientras depositaba un dulce beso en mi mejilla, era tan linda.

Besé su frente y ella sonrió, se levantó sobre mi y yo la seguí y fuimos tomados de la mano hasta la cocina, ella se sentó en la mesa y me observó mientras le preparaba el desayuno, sentía su mirada fija en mí, me volteé y la miré y ella cayó en la cuenta que la había descubierto, de nuevo, y se sonrojó, yo me reí y le lancé un beso y ella sólo sonrió, como la amaba.

No todo está perdido.- n.h.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora