Capítulo 18 - La verdad al fin revelada

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Notas de Andrew Ryman

          Este diario está escrito para ti, probablemente si estás leyendo esto es porque ya te has convertido en algo similar a mí.

          La historia es algo larga pero trataré de explicar todo, probablemente encontrarás todas las respuestas que buscas y si no es así de igual forma creo que hallarás la forma de hacerlo.

          Mi familia era muy grande estaba conformada por mis padres y mis dos hermanos y una hermana, por ser el hermano de el medio mi madre era la que me prestaba menos atención.

          A diferencia de mi padre del cual yo era su favorito, mi padre me enseñó muchas cosas desde pequeño, cosas que realmente consideraba normales, como la caza, a usar el arco y el cuchillo, a ocultarme a saber acechar a mi presa, a siempre ser el ganador o si no recibiría una buena golpiza de su parte, cosas que cualquier cazador debería saber o al menos antes de mis doce años todo parecía normal.

          A mis doce años mi padre quiso que yo pusiera en práctica lo aprendido con el arco y el cuchillo y por eso ahora a mí me tocaría cazar, por lo que el simplemente observaría.

          Primero el me pidió que le acertara a un conejo y sin dudarlo ante su mirada de agresión y fuerza tiré la primera flecha que le acerté al tierno conejo en el ojo y su vida escapó de él sin tapujos, mi padre reía de placer.

          —Tranquilo hijo, esto también lo hizo mi padre conmigo y ahora yo soy el mejor cazador, pronto tú serás incluso mejor que yo.

          Yo simplemente asentía a lo que mi padre me decía todo el tiempo.

          La segunda vez que me tocaba cazar sería con un animal esta vez más grande. ¡Un ciervo!, pero aún así debía hacerlo con el arco y la flecha me resultó muy fácil y enorgullecía a mi padre de una manera increíble.

          Pero para mi padre la muerte de ese ciervo no era suficiente una mirada sádica se empezaba a notar en su rostro una mirada que no había visto nunca en él pero que realmente se repetiría.

          —Mata otro ciervo —me dijo aquella vez, yo sin tapujo tomaba mi arco y me disponía a hacerlo. Pero mi padre se reía mientras me quitaba el arco.

         Recuerdo que mi padre puso en mis manos un cuchillo bastante grande y sin palabra alguna me dio a entender que debía matar a un ciervo con ese cuchillo.

          De mi boca no salía palabra alguna desde siempre le había hecho caso a mi padre sin cuestionarle nada.

          Por días y noches intenté matar un ciervo con ese cuchillo, mis manos y rodillas sangraban de todas las veces que me había caído por no haber comido ni un poco pero cada vez que iba a pedirle comida a mi padre me respondía con un golpe que me tiraba al suelo.

          —No regreses sin el ciervo —me gritaba y me golpeaba mi padre aún tengo cicatrices de aquél día.

          Empecé a idear cualquier tipo de plan, pero ninguno de estos funcionaba, el hambre, el sol y el frío en la noche me destruyeron la mente. Tenía tantas ganas de comer.

          Por las noches escuchaba pequeños susurros provenientes de la oscuridad no podía dormir y me la pasaba temblando, a veces creía que los gigantescos arboles tenían rostro y se movían y las llamas de la fogata tomaban forma y me hablaban.

          Finalmente sin pensar y siendo un salvaje perseguí a un ciervo probablemente el más grande de todos hasta que pude clavar mi cuchillo un poco más arriba de su cuello a lo que este cayó, nunca había sentido esto al matar a un animal. Como su vida se escapaba... como ese liquido rojo emanaba poco a poco de su ser hasta que finalmente no quedaba nada.

Asilo del silencio (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora