Te lo suplico: Solo una noche [KaiSoo]

Capítulo 2

La última ficha.

Estaba tendido en mi cama con los brazos abiertos, siendo una copia de penosa de Jesucristo crucificado. Creaba mil y un formas de cómo matarme de la manera menos dolorosa y más efectiva. Tal vez podría sonar exagerado, pero era el único pensamiento que pululaba en mi cráneo. Raro. Un balazo podría ser una opción, sin embargo hacía mucho ruido, mi vecindario podría oír claramente el disparo, aparte no sería lindo tener un agujero en la frente mientras que me velaban... No, descartado. Luego estaba otra alternativa con una rama más médica, una inyección con nada en el contenido e inyectarla directo a la arteria. Joder, parecía un desquiciado.

La vibración del celular me sacó de mi ensoñación, haciendo que diera un gran respingo sobre el colchón. Era un mensaje de texto. Desbloquee la pantalla con el pecho tamboriqueando, gozando la leve esperanza que se tratara de la persona con apellido Do. Sin embargo, me llevé una mueca al leer el nombre...

Se trataba de Chanyeol.

¿Qué esperabas JongIn, un mensaje de texto de KyungSoo? Iluso. Él solo me mandaba SMS en mi cumpleaños o Navidad. Malditas ilusiones tontas. Los consejos en Internet no estaban surtiendo efecto. Necesitaba ver un especialista con carácter de urgencia y que me devolviera la aclamada razón.

ChanYeol:

¿Puedo ir a tu casa? Yo llevo la pizza.

Atisbé el reloj y eran las seis de la tarde, realmente no quería visitas, KyungSoo me había arruinado el día con su anécdota sexual y "Las mejores piernas del mundo". No obstante, era consciente que mi amigo no debía estar pasando por un buen momento, ya que hace unas semanas había concluido su relación con JiSoo. Tampoco es que Chanyeol estuviera destrozado y sollozando en cada esquina, simplemente no iban bien juntos, peleaban por cosas mínimas.

Trae la hawaina, es mi favorita.

No soy un experto en el amor, pero al menos contaba con dos oídos en buen estado para poder escuchar su desfogue semanal.

Me dispuse a ordenar un poco la atolondrada habitación. No quería que sospechara que algo andaba mal conmigo, todo tenía que estar pulcro y organizado. Lo casual.

ChanYeol llegó una hora después del texto, excusándose que la pizzería se había más demorado más tiempo de lo previsto. No le reclamé, era pizza gratis.  Tampoco era taaaaan malo. Excepto porque lo había esperado tres mil seiscientos segundos sentado en el sofá de la sala con la exasperación brotando de los poros. ¿Tanto le costaba a la gente ser puntual?

Chanyeol dibujó una sonrisa nerviosa ya que sabía que odiaba que me hicieran esperar. Surque mi ceja sin aún decirle nada, pero tratando que mi expresión dijera todo. Lo guié al dormitorio.

Él se sentó en mi cama y colocó la caja de pizza en el cubrecamas crema, esperen... casi me daba un ataque cardíaco, sin exagerar. Ese cartón lleno de grasa trans y colesterol, estaba reposando donde yo dormía y colocaba mi rostro. Relajé los hombros, tenía que ser menos maníaco de la limpieza y comenzar a ser un universitario común. Traje dos vasos de la cocina para vertir la soda, o mejor dicho: Esa agua gaseosa con casi un kilo de azúcar y colorante que te quemaba las paredes del estómago.

Ahí estábamos. Engullendo la comida chatarra, pero que lamentablemente era deliciosa. Un mal muy sabroso.

— ¿Qué tal las clases? — me preguntó Chanyeol con la boca repleta de la masa del pan.