Capítulo 8 (parte 2)

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Dime lo que tengas que decir.

KyungSoo me estaba quitando la respiración, prácticamente comiéndome la boca con todas sus letras. Era un beso muy pasional, el más explosivo que habíamos tenido hasta el día de hoy. Abría sus rosados labios de manera obscena y con la punta húmeda de su lengua delineaba los míos. Tentándome. Yo lo recibía gustoso, apegando más su complexión hasta mi pecho, haciendo círculos por dónde se encontraban sus costillas. Había una gran detonación dentro de mí, como si fuegos artificiales estuvieran estallando en mi vientre. Me sentía caliente, KyungSoo tenía ese poder de subir mi temperatura con solo unos cuántos roces. Todo lo que está a mi alrededor desaparece como si lo absorbiera una niebla oscura y únicamente está él.

Kyung rompe el beso cuando los jadeos iniciaron, él antes no era así, siempre se caracterizó por ser un chico sin tapujos que en su diccionario no se encontraba la palabra vergüenza, pero conmigo se convertía en un pequeño virginal de mejillas sonrojadas y miradas esquivas.  Contemplé sus pestañas que parecían abanicos negros cubriendo sus cuencas. No me estaba mirando a los ojos, localizaba el suelo con unas muecas indescifrables. Cuando le quise acariciar la mejilla para poder observar su expresión, él se alejó sacudiendo tenuemente su cabeza, hablando consigo mismo, otra vez. Realmente no me gustaba cuando tenía sus autoconversaciones, ya que no estimaba qué pensamientos pasaban en esa cabecita.

Él, con pasos demasiados lentos para mi gusto, guió sus pies hacía la baranda de metal que bordeaba la terraza de MinSeok. Apoyó sus codos sobre el objeto y con su pulgar se palpaba el hinchado labio inferior. Visualizo su perfil desde la posición en que me encuentro, ansioso sobre lo que me vaya a decir. La música chillona seguía invadiendo el lugar, pero extrañamente no me molestaba. Una ráfaga de viento fresco nos alcanza y el cabello castaño de KyungSoo danza junto a la ventisca, al fin se gira y me estudia con escrutinio por unos segundos, su semblante serio me desconcierta en sobremanera. Cuando despego mis labios para formular cualquier cosa y concluir esta incomodidad, él me gana.

—Lo siento por haber reaccionado así, sé que no tengo ningún el derecho.

Me mantengo mudo. Al advertir que Kyung estaba más relajado, me coloqué a su lado también. Su mano estaba cercana a la mía y poseía muchas ganas de tomarla entre las mías e infringirles el debido calor. Ambos vislumbramos cómo algunos de nuestros compañeros se tambaleaban en la acera, caminando en zigzag con sus vasos descartables en mano.

Kyung se giró totalmente, dándole la espalda a la imagen de los jóvenes ebrios. Resopló vaciando sus pulmones, sabía que quería decirme algo, pero no sé atrevía.

—No le des más vueltas Soo, dime lo que me quieres decir.

Él volvió a exhalar, botando toda la pesadumbre conglomerada.

—No... Me entiendo, eso es todo ¿De acuerdo? — lucía frustrado, su entrecejo le formaba una línea arqueada en la frente — Y tampoco te entiendo a ti.

— ¿A mí? —me señalé

—Trajiste una cita Kim JongIn, te estabas toqueteando con él en mis narices ¿Qué te ocurre? ¿Acaso me querías restregar que puedes ser feliz sin mí?

Me maldije muchas veces, desde hoy día iba a obedecer mis presentimientos. Sabía que no era buena idea, pero me dejé llevar. Como siempre decía y repetía, podía ser hábil en los estudios, más en la vida amorosa era un lío.

—No es lo que tú piensas, verás SeHun es mi...

—De verdad... — me interrumpió en seco —Realmente... No quiero hablar contigo en estos momentos. Estaba confundido, ya que yo mismo estaba desobedeciendo las reglas que me impuse, luchaba conmigo mismo diciéndome que estaba bien... que me relajara y solo sintiera. Sin embargo tus acciones me dejan mucho que desear.

Te lo suplico: Solo una noche [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora