Sueños

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      Odiaba esto.

      La sensación de golpear a un maldito maniquí no era la misma que al golpear a una persona. Katia podía imaginar a la perfección el rostro de los que más odiaba en ese maniquí, pero al golpearlos no sentía la misma sensación de satisfacción.

      Le habían dicho que si se imaginaba a las personas a las que quería herir, el odio en su interior desaparecería, que las ganas de matar se evaporarían. A Ryan parecía funcionarle y por eso ella lo había intentado probar. Pero no importaba cuanto golpease al estúpido maniquí, no sentía esa 'liberación' que le habían prometido.

      El maniquí golpeó el suelo tras recibir la patada que había lanzado y con desdén, bajo la mirada, analizando el sentimiento de vacío que sentía. «Tal vez si el maniquí tuviera vida y temblase bajo sus pies, sería mejor» Contempló para sí.

      Sonriendo, se giró hacía Ryan, quién seguía durmiendo a pesar de todo el ruido que había provocado. Sus oscuros ojos verdes se clavaron en él y Katia hizo lo que mejor se le daba, lo analizó. A pesar de su ceño fruncido, por la obvia pesadilla que estaba teniendo, Katia lo envidiaba un poco.

      Ryan tenía la capacidad que ella no tenía; la capacidad de soñar, incluso si eran pesadillas.

      Antes ni siquiera habría aparecido por su mente la idea de soñar, pero ahora... ahora después de todo lo que había vivido junto a Ryan, se preguntó si todo era un cruel sueño que la hacía sentirse cerca de la victoria, pero que en algún momento despertaría y estaría de vuelta en los laboratorios. 

      Pero esto no era un sueño y ella lo sabía a la perfección, pues a los monstruos le era imposible soñar, aunque quisieran hacerlo.

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