Capítulo 2: Primer encuentro

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Dejaste salir una risa mientras las lenguas de los cachorros pasaban por tu cara limpiándote de aquella comida que os había traído la madre lobo. En cuanto terminaron su labor pasaste tu brazo por tu cara terminando de limpiarte, debías admitir que te costó un poco al principio acostumbrarte a comer carne cruda. Pero si querías sobrevivir debías aceptarlo, de todas maneras los primeros días tu cuerpo no lo aceptaba completamente y aquella madre monstruo te traía todos los días algunos frutos que encontraba durante su cacería; te habían aceptado como a uno más de la camada.

Los cachorros dejaron salir un ladrido mientras empezaban a correr siguiendo un sendero por el cual los animales utilizaban para atravesar el bosque, al instante la fuerte mandíbula de aquel monstruo capturó tu ropa, procurando no destrozarla y con facilidad te subió a su lomo. En cuanto estuviste encima de ella pudiste sentir aquel suave pelaje recibirte y el olor a bosque embriagarte, era genial ir encima del lomo de aquella madre.

El monstruo comenzó a caminar atenta a los movimientos de sus cachorros y del bosque, mientras tanto tú te concentrabas en aquel bosque que os rodeaba, a lo largo de tus ocho años siempre habías vivido rodeaba de vegetación, sin poder recibir contacto de algún humano o monstruo. Todo fue por tu seguridad pero de poco sirvió, con tus padres muertos los Guardianes Fleur no tardarían mucho hasta encontrarte, si querías sobrevivir debías llegar hasta el palacio, pero la idea de que los reyes no quisieran ayudarte te aterraba. Preferías quedarte en el bosque, junto con aquella familia de monstruos que te había acogido como a uno más, estaban constantemente en movimiento así que los Guardianes perderían en algún momento tu rastro.

Dejaste salir un suspiro mientras dejabas descansar tu cuerpo sobre aquel manto de pelaje cálido, pensar tanto no era bueno, tu padre siempre te lo decía cuando te veía metida en tus pensamientos.

El fuerte sonido de disparos provocó que abrieras los ojos de inmediato, alzaste tu cuerpo como una reacción automática y pudiste divisar desde los grandes árboles que os cubrían de la vista de cualquiera una batalla; las llamas consumían todo a su paso mientras el sonido de cientos de disparos taladraba tus oídos. Apretaste entre tus dedos aquel suave pelaje mientras sentías tu cuerpo temblar por todo lo que estabas viendo, la guerra era horrible lo vieras como lo vieras y jamás entenderías por qué existía.

El monstruo que te llevaba encima comenzó a caminar, para así alejarse de aquella masacre y mantener a sus cachorros a salvo; tus ojos no podían apartarse de aquella escena, tanto humanos y monstruos peleaban con fiereza, sin tregua alguna.

El fuerte sonido de un cañón provocó que te cubrieras los oídos con tus pequeñas manos ¿Cómo era posible que pudieran pelear con semejante ruido? Era horrible según tu parecer, ibas a ignorar aquella batalla para huir con tu nueva familia pero una sensación, desconocida hasta ahora para ti, te hizo voltear hacia aquella masacre. Tus ojos captaron enseguida un pequeño monstruo esqueleto, llevaba una bufanda roja en su cuello y corría desesperadamente hacia vuestra posición, seguramente para refugiarse en el bosque. Pero antes de que pudiera llegar hasta vosotros el fuerte sonido de un nuevo disparo atravesó tu alma, viendo como el pequeño monstruo caía al suelo y al instante un charco de sangre se formaba bajo su pequeño cuerpo.

Un humano, vestido con las ropas de la Guardia Real de los humanos, se acercó con paso lento hacia el monstruo herido, mientras cargaba de nuevo su arma; no sabes que te impulsó hacerlo, pero antes de que te dieras cuenta ya estabas corriendo a su dirección, siempre había algo que te impulsara hacer las cosas sin pensarlas.

Tus pies se enterraron en el suelo para frenar tu cuerpo y tus brazos se extendieron hacia los lados, cubriendo totalmente aquel monstruo.-¡No le hagas daño!.-La mirada de aquel humano se centró en ti y enseguida notó la ropa que traías puesta, la túnica de tu madre al igual que las de los Guerreros Fleur poseía un color blanco brillante, mientras que el escudo brillaba con intensidad gracias a las llamas que consumían poco a poco aquel campo de batalla.

Apártate niña, es un monstruo.-La voz de aquel humano sonaba áspera y ronca, mientras sin pensárselo volvió a emprender su camino hacia el monstruo, el cual miraba todo con una cara de horror y miedo.-¡Me da igual! ¡Déjale en paz!.-En menos de un parpadeo el mango de aquella arma chocó duramente contra tu estómago, provocando que calleras al suelo de rodillas mientras tus manos cubrían esa zona, tus pulmones se habían quedado sin aire y tu abdomen te dolía a horrores, era la primera vez que alguien te levantaba la mano.

Estúpida mocosa, tu título no te ayudará ahora.-Pasó por tu lado aquel hombre y apuntó con su arma aquel monstruo, el cual mantenía su pequeña mano huesuda presionando su hombro manchado de sangre mientras unas lágrimas anaranjadas resbalaban por su rostro. Apretaste tu mandíbula y con todo el dolor de tu cuerpo te alzaste, sentías una fuerte palpitación en tu pecho que te estaba impulsando a seguir luchando y sabías que no era tu corazón. Tu mano izquierda impactó contra el suelo ayudándote a levantarte y tus piernas te impulsaron hacia adelante, colocándote entre aquel humano y monstruo, ambos no tardaron en mirarte con sus rostros reflejando lo asombrados que se encontraban. Uno de ellos asombrado por tu traición a tu raza y el otro por tu valentía.

Es un niño, no un soldado.-Tu voz salía sin titubear mientras mantenías tus ojos centrados sobre los de aquel humano, el cual cambió su rostro de asombro a uno serio.-Es un monstruo.-El cañón de su arma chocó contra tu frente, en un intento de intimidarte y lograr así asustarte, pero solo provocó que tu mirada se volviera más seria; no tenías miedo a morir, eso lo tenías bien claro desde el momento en que escapaste.-¿Por qué defiendes a esa horrible cosa? ¡Son basura!.-El cañón del arma se presionó más contra tu frente, haciéndote sentir el calor que desprendía tras haber disparado con anterioridad.-¡Tú eres la basura! ¡Disparar a un niño es de cobardes!.-No tardó en estrellar aquella pesada arma contra tu rostro, pero te mantuviste en tu posición mientras un hilo de sangre se deslizaba por tu ojo derecho, nublando tu vista. Sentías el ardor de la herida en tu frente y el escozor en tu ojo, pero seguramente no era nada comparado con la herida de aquel monstruo; tus pies se despegaron del suelo al ser agarrada del cuello y alzada por aquel humano.-Mi paciencia tiene un límite renacuajo.-Cerrastes tus manos en un puño, mientras observabas como el humano volvía apuntar aquel monstruo y sin volver a dudarlo actuaste. Tus pies chocaron contra la cara de aquel humano logrando que perdiera el equilibrio, soltándote en el acto.-¡Corre!.-Dirigiste tu mirada al pequeño esqueleto, el cual aún seguía aterrado.-¡Vete ya!.-Le empujaste para hacerle correr y funcionó, ya que en cuanto recibió aquel empujón sus piernas comenzaron a moverse, corriendo hacia el lugar en que anteriormente te habías encontrado oculta.

¡Maldita perra!.-Intentaste también echar a correr pero la mano de aquel maldito se enredó entre tu cabello tirando de el, volviendo a dejarte a su merced.-¡Vas a pagarlo!.-Soltaste un grito por el dolor causado mientras intentabas soltarte dando patadas a todos lados, pero eso solo enfureció al humano ya que te lanzó contra el suelo. Otra vez el aire había vuelvo a desaparecer de tus pulmones y antes de que pudieras si quiera de agarrar una bocanada de aire la bota del humano impactó contra tu pecho, hundiendo tu caja torácica hasta su límite. Podías sentir claramente como algunas costillas se habían roto, aparte del clásico crujido sentías un gran dolor punzante en tu pecho.-Asquerosa traidora.-Su bota se apartó de tu pecho para acto seguido volver a estrellarse contra ti, pero esta vez contra tu estómago, provocando que tosieras una gran cantidad de sangre. El dolor te estaba matando, todo tu cuerpo ardía en dolor, tus oídos estaban empezando a dejar de percibir los ruidos que te rodeaban y tu visión se encontraba nublada ¿Ibas a morir en medio de un campo de batalla?

Tus ojos se cerraron con pesadez, no era una acción voluntaria, así que en el momento en que los volviste abrir un líquido caliente y carmesí impacto contra tu rostro, te extraño sentir aquel líquido y en cuanto tus ojos se aclararon lo suficiente para ver pudiste presenciar como aquel monstruo lobo desgarraba con sus afilados colmillos la garganta del humano. Nunca la habías visto en acción y te daba miedo su estado actual, sus ojos habían perdido su hermoso brillo y su pelaje se encontraba manchado de aquel líquido.-¡Humana!.-Esa voz, la cual nunca habías escuchado, se sentía realmente cerca. Unos pequeños brazos te sujetaron con gran delicadeza, logrando cargarte, entonces observaste que se trataba de aquel esqueleto, aquellas lágrimas que habían bañado su rostro habían desaparecido y fueron sustituidas por una mirada llena de determinación. Querías que escapara, pero simplemente las palabras no salieron de tu boca. Tus ojos pesaban y sin desearlo se fueron cerrando; el sonido de la guerra te acompañó hasta que finalmente perdiste el conocimiento.

Tu primer encuentro con la guerra fue un fracaso, pero habrá más.

FleurTale [Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora