El balanceo de las flores doradas captaba toda tu atención en ese momento, era hipnotizante verlas mecerse gracias al soplo del viento y gracias a los rayos del sol sus colores resaltaban, especialmente el carmesí.
Un suave golpe, recibido en tu espalda, te sacó de ese hipnotizante momento para encontrar con los pequeños monstruos lobos, los cuales reflejaban en sus miradas la tristeza y preocupación.
Colocaste tus manos en aquel charco de sangre ya seca y con cuidado te lograste sentar, tus ojos no tardaron en encontrarse con aquel manto de pelaje, si aún no desaparecía era signo de que aún estaba con vida. Con el dolor de tus heridas acompañándote, te acercaste para comprobar su estado el cual era simplemente horrible; aquel monstruo luchaba por seguir viviendo, logrando así su sufrimiento. Su hermoso pelaje se encontraba pegajoso por la sangre que emanaba de la herida, la cual se encontraba en su cuello, matándola poco a poco.
Los pequeños monstruos se sentaron a tu lado contemplando el sufrimiento de su madre, el de pelaje blanco acerco su hocico a tu mano derecha, dejando en ella tu preciado colgante; el brillo que poseía gracias a los rayos del sol era hermoso, reflejaba pequeños rayos rojizos logrando que su color se intensificara. Tu mano apretó aquella joya mientras tus ojos se encontraban con los negros del monstruo que sufría delante de ti, los constantes ruidos que soltaba eran de agonía pura.
Tu mano libre pasó una última vez por aquel pelaje, el cual antiguamente era suave y brillante.-Lo siento...-El murmuro que escapó de tus labios fue arrastrado por el viento, al igual que las flores, tu cabello se balanceaba al compás del viento; el monstruo observó tu rostro una última vez, recordando cada momento vivido contigo y para cuando finalizó, simplemente los cerró.
Una lágrima resbaló por tu mejilla, la última que jurabas derramar para el resto de tu vida, esta sería la última vez que te arrebatarían algo valioso en tu vida. Liberaste el arma de tu padre de tal manera que aquella filosa cuchilla, la cual brillaba más que de costumbre gracias al sol, callera por su propio peso sobre el agonizante monstruo; rápido e indoloro, así fue como acabaste con el sufrimiento del amado monstruo.
El viento volvió a soplar llevándose consigo algunos pétalos dorados junto al polvo del monstruo que sacrifico su vida por ti, su recuerdo viviría eternamente en tu alma.
Apartaste la mirada de aquella acción del viento para centrarla en tu pecho, el cual se encontraba lleno de sangre que comenzaba a secarse.-Voy a vivir...-Tus heridas se estaban sanando con rapidez, impidiendo que te reencontraras con aquellos seres amados. Era la primera vez que odiabas tener sangre de monstruo corriendo por tus venas, pero por mucho que lo odiaras ibas a luchar por vivir, por todos ellos que se sacrificaron para que tú vivieras, ibas a luchar por vivir y matarías a cualquiera que te lo impidiera. Estabas determinada a lograrlo.
Te pusiste de pies mientras tu mano derecha pasaba por el mango de la guadaña de tu padre, logrando así que su poder volviera a estar sellado en el interior del rubí, la cadena estaba rota así que lo guardaste en el bolsillo de la túnica, a la espera de encontrar otra cadena. Sentiste en ese momento la mirada de los pequeños monstruos, los cuales poseían un brillo llenó de determinación e ira.-Los humanos y los monstruos nos han arrebatado lo más importante en nuestras vidas.-Te miraban atentos a tus palabras mientras mostraban sus colmillos, demostrando la ira que desprendían.-Nosotros nos encargaremos de que lo paguen.-Soltaron varios gruñidos aquellos monstruos mientras sus zarpas desgarraban la tierra que pisaban; estarían a tu lado hasta el final.
De poco valía luchar ahora, eras solo una niña después de todo, sus malditos ejércitos acabarían contigo en menos de un parpadeo así que si querías asegurar una victoria debías prepararte; tus ojos se enfocaron hacia el norte, donde tu vista solo alcanzaba a ver más campos de flores doradas. En ese dirección se encontraba el territorio de los humanos, sería el mejor lugar en el que vivir gracias a tu apariencia.-Nos vamos al Norte.-Informaste a los monstruos, los cuales no tardaron en colocarse a tu lado para emprender su camino. Tus manos sujetaron el pelaje del monstruo albino mientras dabas un salto para subir en su lomo, este monstruo era más pequeño que su madre pero más alto que tú. Su altura en este momento sería de un metro y medio, al igual que su hermano, pero la altura de su madre les superaba con creces, llegando a alcanzar la altura de un coche.
Con aquellos monstruos listos para moverse, distes una pequeña mirada hacia aquel charco de sangre seca, viendo como pequeñas mariposas se posaban sobre el, curiosas quizás por ese nuevo aroma en el campo.-No moriré, os lo prometo.-Aquel juramento iba dirigido hacia tus padres y para aquella madre monstruo. Después de contemplar el charco y aquellas flores doradas dirigiste tu mirada al frente y aquellos monstruos junto contigo emprendisteis el camino hacia territorio humano.
12 años después....
Lanzaste sobre aquella mesa de madera tu bolsa, la cual en cuanto calló sobre ella se abrió mostrando su contenido; emblemas de monstruos, los cuales fueron arrancados de sus propietarios antes de morir a manos tuyas.
Increíble, habrán por lo menos cuarenta.-Aquel humano contempló fascinado tu botín mientras revisaba cada uno de ellos, asegurándose de que fueran auténticos.
Cuarenta y ocho.-Le corregiste enseguida, ya que cuantos más emblemas consiguieras más dinero te darían por ellas; los humanos coleccionaban los emblemas de los monstruos caídos en guerra, ya que había varios tipos de emblemas, cada uno con su valor. Los monstruos que se consideraban más fáciles de matar poseían los emblemas de la región en que vivían, un ejemplo serían los monstruos de Hotland, los cuales poseían un emblema rojo con el dibujo de un llama y las otras regiones serian similares; Snowdin un emblema blanco con el dibujo de un poco de nieve y Waterfall era azul con una flor echo.
Después de esos emblemas vendrían los valiosos, los cuales pertenecían a los soldados de los jefes de cada zona; en Snowdin el jefe era un monstruo llamado Sans y sus soldados llevaban un emblema de una calavera de una especie de animal canino, en Waterfall estaba Undyne y su emblema eran dos lanzas entre cruzadas, en Hotland el jefe se llamaba Metatton y su emblema era el más horrible según tu gusto, el cual era un micrófono.
Habías conseguido algunos de esos emblemas valiosos, pero jamás habías visto a los jefes a pesar de que constantemente los buscabas para arrebatarles el emblema, ni siquiera tenías una idea de cómo eran, pero si sabias que sus emblemas costaban cien mil de oro cada uno.
Te doy cinco mil por todo.-El humano soltó su oferta mientras volvía a guardar los emblemas en aquella bolsa, ese imbécil te quería pagar menos de lo que realmente valían.-Acepto los cinco mil si le añades un nuevo arma.-Sacaste tu brazo atreves de tu túnica, la cual cubría tu cuerpo, mostrando tu pistola. Se encontraba destrozada a causa de los ataques recibidos y por desgracia su precisión había decaído; los ojos del humano inspeccionaron el arma y simplemente negó.-No hay trato, cada mes me vienes con las armas destrozadas. Hace dos semanas te vendí un lanza cohetes y no te veo con él, lo que me indica que lo has destrozado como todas tus armas.-Tu brazo volvió a ocultarse detrás de la túnica, tenía razón ese idiota, las armas humanas no te duraban nada al ser tan delicadas, necesitabas armas más potentes las cuales se encontraban en manos de los monstruos.-Dame los cinco mil, quiero largarme ya.-Ese idiota pareció complacido con el trato ya que en cuanto terminaste de hablar sacó una pequeña bolsa, la cual contenía las valiosas monedas de oro.-Es un placer hacer negocios contigo ****.-Agarraste la bolsa y saliste de aquella maldita tienda, ahora tenías que dirigirte hacia el Sur, donde se encontraba el territorio de los monstruos; metiste la bolsa del dinero en el interior de tu mochila muslera, era el mejor lugar para el dinero ya que si alguien se atrevía a intentar robarte te era más fácil cortarle la mano, aparte de esa gran ventaja la pequeña mochila tenía dos cinturones, el mayor se ajustaba a tu cintura y el menor en tu muslo, impidiendo así su pérdida.
La bolsa de dinero chocó contra otra bolsa que tenías guardada, la cual contenía en su interior algunos emblemas de la Guardia Real de los humanos y de algunos Guardianes Fleur; ahora tocaba venderles a los monstruos tus premios.
(Para los que no sepan como es una mochila muslera les dejo una foto de google)
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FleurTale [Au]
FanfictionExiste una leyenda en la cual narra que hace muchos años, dos razas reinaban a la par sobre la superficie: los humanos y los monstruos. Debido al miedo que los humanos les tenían a los monstruos, los primeros declararon una guerra, que terminó con l...