Capítulo 5: Vamos a olvidarnos.

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-Meredith-

Decidí oler su esencia embriagadora y mis ojos se cristalizaron.

Sentí un nudo en mi garganta, pero la curiosidad y el dolor en mi pecho eran persistentes.

No podía ser el, que clase de inhumano volvería después de haberte abandonado...

Lo miré con dolor oculto detrás de mi mirada.

-¿Meredith? - Dijo él, suplicando que le respondiera, eso transmitía con una mirada.

Hice un puño de impotencia y cuando iba a darle una cachetada sangre salió de su boca... Lo vi y no supe que hacer.

-Est... - Escupió sangre. -

Retrocedí y caí a causa de un mal movimiento, ya no dolía tanto mi tobillo.

Me dolían los recuerdos.

Iba a llorar pero opté por fingir que el no me había marcado, que no había sufrido ni llorado cada noche.

(...)

-Bradd-

Ahora no...
No delante de ella.
¿Me dejaría morir acaso?

Buscó con la mirada su mochila, le iba a decir donde estaba pero más sangre saldría.

Su fascinación por la sangre aún perdura, pensé.
Su susto por la mía, quizá.

Cuando localizó su mochila se arrastró mordiendo sus labios rosa para no emitir quejido alguno producto del dolor. Me dolía verla así.

Marco un número, habló unas cuantas palabras, evitaba mirarme...

Descuida pequeña, haré lo que éste en mis manos para que olvides, olvides todo el dolor que te cause y quien es Bradd.

Su largo cabello, te amo, perdóname, ¿Si?

Mis ojos se cerraron dando paso a una oscuridad infinita.
Escuchaba gritos como:
Bradd, ¡No me dejes sola!
Por favor abre los ojos.

Sintiendo la humedad de la sangre me desvanecí.

Vamos a olvidarnos, o quizá no.

(...)

-Meredith-

Si eres el Bradd que conocí despierta y si haz cambiado aún así abre los ojos.

Cuando llegó la ambulancia lo subieron en una camilla.

-¿Usted viene señorita?
-No, tengo asuntos urgentes. -Dije la verdad a medias.
-Necesitamos a un familiar.
-¿Me haría un favor? Escribáme la dirección del hospital, iré mañana.
Parecía que el tipo éste no quería terminar de hablar.
-El hospital no cubre todo. -Dijo con una cara de 'tiene que pagar'.
-Bien, lo haré mañana. -Corté conversación.

Me iba cojeando y de pronto la ambulancia uno partió y la segunda estaba yéndose cuando se percató de mi estado. Iba a entrar rápido ya que la casa de mi tía era en el barrio. Un personal de emergencias me llamó. Amablemente entré a casa y lo llamé.

Con cara de refunfuñón el joven se acercó a mí.
-Pase.

-Tengo que curarle la herida. -Dijo con arrogancia.

-Si, ese es tu trabajo. Así que cierra la puerta y ven.

Se calló y me curó la herida.
Le agradecí y deje mi mochila en casa.

Olvide mencionarlo, el personal al momento de retirarse se percató de la sangre. Sacó una libreta, la tocó, la analizó, se llevó un poco para una muestra, hizo apuntes y le agradecí sin un ápice de ánimo.

Los monstruos que viven dentro de nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora