Los recuerdos de mi infancia y la supuesta familia que eramos, ahora no producían sentimiento alguno en mí.Margarett, Robleer, la ciudad de Portland que queda en Estados Unidos y un macabro secreto.
El señor Robleer y la señora Margarett me criaron con la esperanza de forjar una niña de bien como decían a menudo.
No podía decirles mamá o papá, no entendía por qué pero se alarmaban al escuchar que los llamaba así y me lo prohibieron.Solían ser afectuosos conmigo, así que creí que éramos una familia.
Pero la verdad escondida detrás de esa falsa faceta era otra.Desde que pude almacenar recuerdos y procesar las cosas fue cuando empecé a guardar recuerdos. Fue cuando todo empezó.
-A los 3 años y medio de edad-
Tenía hambre y la señora Margarett no traía el alimento del cuál desconocía el nombre.
El señor Robleer aparentemente estaba trabajando y digo aparentemente porque a la hora del almuerzo escuché su voz, cuando normalmente llegaba por la noche.
-Debo de empezar a educarla.-Dijo el señor Robleer- No permitiré un no por respuesta, ni siquiera pido tu permiso Margarett... Sólo te informo.
-¿Cómo podría dejar que tú la eduques? T... Tú pierdes el control de ti. ¿Y si le haces algo? No puedes Robleer.
De pronto percibí un sonido que veces anteriores ya había escuchado.
-Es hora de que entiendas que tienes que cerrar la boca y quién manda aquí.
-S...Sí.
No entendía nada...
De pronto mi vista corrió a las escaleras sonando constantemente ya que alguien bajaba a rápida velocidad, era la señora Margarett.Unas lágrimas cayeron del rostro de ella y su mejilla estaba roja tornándose de pronto a un color púrpura con partes verdes, ¿Se habría caído?
-Come Meredith.
-Ma... Margarett ya soy grande, ¿Por qué tengo que comer esto?
-Puré de papas, -apareció una sonrisa en sus bonitos labios- pensé que te gustaba.
-Bien.Ella desapareció por el pasillo y yo intentaba construir un rompecabezas con los hechos. Pero mi cerebro se congelaba al pensar algo escalofriante...
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Los monstruos que viven dentro de nosotros.
Misterio / Suspenso-No le puedes temer a algo que ya conoces Meredith-dijo tía Elsa-. Sólo se teme a lo desconocido. -Pero tía, yo conocía a mis padres... ¿Dónde están? - Me quedo pensativa con ganas de gritar pero optó por callarme. -Esos son problemas de adultos, no...