—¿Quieres dejar de verme con lástima por un jodido segundo? —escupió, rabioso—. Me repugna.
YoonGi, sintiendo las filosas palabras de aquél como si de una daga se tratase, posó su atención en otro lugar. El viento seguía soplando con fuerza, los autos seguían queriendo volar por los aires; el farol seguía iluminando a los dos seres.
Por cada segundo que pasaba, a uno de ellos le aumentaba la intensidad de sus sentimientos. JiMin sentía unas ganas increíbles de darle una paliza al mayor, así como se la habían dado a él en su último día. YoonGi, en cambio, estaba cada vez más decidido en pegar una carrera hacia su departamento, importándole nada que el viento lo tumbara en el camino como una hoja muerta.
Pero ninguno de los dos hizo lo que querían hacer. Porque ambos sabían que necesitaban estar allí, que no debían irse. Ellos sabían que se necesitaban el uno al otro.
Ellos sabían que su encuentro no había sido una simple coincidencia.
Soltando un gran suspiro, JiMin sacudió su cabello, queriendo eliminar todos esos pensamientos tóxicos que atacaban su mente. Restregó su cara con sus pequeñas manos, sin sentir absolutamente nada al hacerlo.
—Hyung, ¿te graduaste de la escuela? —preguntó, teniendo curiosidad por la vida del chico. YoonGi no lo escuchó, pues estaba más que ahogado en sus pensamientos mientras miraba con cierto grado de confusión la tormenta. JiMin bufó, irritado, tirando por la borda la poca paciencia que había conseguido—. ¡Min YoonGi, te estoy hablando!
Pegando un brinco, el nombrado se giró como una flecha hacia JiMin. Sus ojos estaban abiertos al máximo, su cara estaba el doble de tensa que antes. Además, la bolsa que sostenía —o más bien, estrangulaba—, había salido volando hacia la oscuridad del puente. ¡Le había pegado un susto de muerte! O, bueno, el segundo susto de muerte en toda la noche.
Tal vez el tercero.
—¡Ya-ah, idiota! —chilló, señalándolo con un dedo mientras que su otra mano descansaba un momento en donde se encontraba su corazón; sus latidos estaban acelerados y una desagradable gota de sudor fría bajó por el medio de su espalda—. ¡No me grites así! Joder, que exploto del susto... ¡Eishhh!
Sin saber por qué, JiMin estalló en las más sinceras risas.
Nunca había tenido la oportunidad —y creo que nadie, en sí—, de ver a YoonGi asustado y alterado. Aquella reacción hizo que su mente se calmara, al menos, por un momento.
Fue el tranquilizante que él tanto necesitaba.
—¡¿Y ahora de qué coño te estás riendo?! —preguntó con indignación YoonGi. ¡Hace minutos todo el ambiente estaba tan agrio! Y ahora..., Pues, ahora el del cabello mentolado no sabía muy bien qué hacer. Su pregunta, en vez de ser contestada, fue completamente ignorada por las incesantes carcajadas de Park JiMin. YoonGi frunció el ceño y arrugó su nariz—. Tsk, quién te entiende.
—Nadie —contestó JiMin, tratando de calmar su ataque de risa. Metió ambas manos en su chaqueta de jean y se propuso a ir donde estaba YoonGi—. Y eso es lo más divertido del asunto.
—Estás tan loco como una cabra, Park.
—¡Sorpresa, sorpresa! —soltó con sarcasmo, elevando ambos brazos en el aire.
Ese comentario, sin razón alguna, hizo también estallar en risas a Min YoonGi. JiMin, sin poder evitarlo, le siguió, negando con su cabeza. Desechando al vacío su mente turbia y trayendo consigo algunos de sus viejos sentimientos por esa persona.
Ese fue el momento donde la risa de ambos seres se juntaron y crearon la más hermosa y divina canción.
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3:17 A.Mー YOONMIN
Fanfiction'Incluso pensó en aquél chico del pelo naranja que más nunca volvió a ver. © FATALITAE 2017 || prohibida su copia u adaptación.