La melodia

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Eran exactamente las 3 de la mañana, la hora de las brujas según lo que cuentan, aunque yo personalmente no creo en esas supersticiones, pero la penumbra lo envolvía todo en un siniestro abrazo, dotando el espacio de fantasmas y otras ilusiones tenebrosas de cuerpo invisible, formadas por la casi inexistente luz de una luna apenas visible por la masa de nubes y las abundantes sombras. Reflexionando un poco, puedo hacerme una idea de cómo surgió esta leyenda que mencione al principio. Sin embargo yo no tenía miedo, ni si quiera inquietud, muy por el contrario, estaba en total calma, es más, estaba flotando en un hipnótico deleite.

Una melodía, un fino canto, que llenaba el aire de una atractiva dulzura, me sacó de mi sueño suavemente, era como un cálido amanecer después de una fría noche, mis dichosos oídos eran llamados por esa caricia, invisible pero sonora, a la que sentía una imperiosa necesidad de acudir. Buscaba con torpes manos, tocando la nada en medio de la oscuridad, a la fuente de la que procedía esa dicha, a mí mente se venía la imagen de una hermosa joven, muy esbelta, alzando ligeramente su pequeña cabeza, de sedoso cabello al viento, una corriente de viento procedente de un desconocido rincón de mi excitada imaginación, con su pecho levantado para mantener con ternura el aire acumulado en sus prodigiosos pulmones, mientras sus rojos labios suaves como pluma, abiertos de par en par, dejaban fluir un río de tibias y seductoras notas. Si no fuera por mi estado actual, quizás ni siquiera hubiese tenido el valor de poner un solo pie fuera de la cama, ya que esto es verdaderamente extraño, ¡imposible!, ¡espantoso!…pero es irresistible, no puedo hacer más que dejarme llevar.

Estoy caminando casi a ciegas por mi dormitorio, buscando a la desconocida mujer, reproductora de sueños e ilusiones, siento la cálida alfombra bajo mis desnudos pies, y a la melodía cada vez más cerca, lo que me provoca una alegría que crece dentro de mí, a medida que sé que me estoy acercando, mi mano, que fortuna, mi mano al fin dio con algo: ¿Qué es esto?, en lugar de tocar algún rostro de piel joven y tersa, o suave cabello como seda, lo que toco es una superficie pulida, fría pero suave, la voz proviene de aquí: ¿Acaso habré dado con la única ventana de la pieza y ella está al otro lado del cristal?, imposible, mi dormitorio está en el segundo piso, esto debe de tratarse de un sueño, un sueño que parece tan real que llega a engañar a mis sentidos, por supuesto, un magnifico sueño, por fin dulce criatura, mis ojos tendrán también la dicha de deleitarse con tu angelical imagen, no dependeré más de las falsas ilusiones de mi desesperada mente que urge por encontrarte, no dejes tu bello canto, que pronto estaré contigo, y cuando despierte, la luz del amanecer me saludará con tu recuerdo pegado en mí conciencia, y en mí estado de vigilia sabré que fuiste una señal de que mi día será un gran día, solo tengo que abrir la ventana para acercarme a contemplarte con más claridad.

Pero de un segundo a otro, mi alegría que estaba por estallar esparciéndose por todo mi cuerpo, fue reemplazada por una mezcla de temor y curiosidad, pues mi mano que tocaba la superficie, ahora se hunde en el vidrio, el cristal se funde, sin embargo esta cómodamente tibio, como si en lugar de vidrio fuese solo una fina capa de líquido espeso, o más bien un delgado muro, el cual acabo de atravesar con mi mano hacia el otro lado, al intentar abrir la ventana me llevo otra gran sorpresa, no se trataba de la ventana, era el espejo, me sobresalto con un estremecimiento, un frío que me recorre toda la espina dorsal y la duda me asalta, pero me aferro confiado a la idea de que es solo un sueño, solo tengo que esperar a que mi reloj biológico de la señal a mi cerebro para abandonar el mundo onírico.

¡¿Qué mierda es esto?! .El horror por fin se hizo presente, llego como un asesino, atravesó la puerta de mi dormitorio en silencio, y violentamente apuñalo mi pobre alma, mientras mi cara se deforma con horror a la vez que profería con un desesperado grito, aquella frase. Una gélida mano, húmeda y resbalosa, se aferra a la mía con furia, mientras un repulsivo olor a agua salada, combinado con el nauseabundo olor de una tumba colectiva, donde asquerosos cadáveres putrefactos se apilan, la carne resbalando una sobre otra, mientras retorcidos gusanos se alimentan ansiosamente de la putrefacción. El terrible hedor envuelve mi nariz, invade mí sentido del olfato y revuelve mi estómago, las ganas de vomitar son casi insoportables, pero tengo que resistirlo, con enormes tragos de saliva mantengo mis nauseas a raya.

Esa cosa me jala hacía el otro lado, tiro con todas mis fuerzas, pero parece inútil, y como si fuera poco el horror aumenta mientras mis esperanzas se reducen a velocidad de un rayo, siento que otra terrible extremidad me aprieta el cuello, acompañado de un aliento asqueroso, cálido con olor a sangre, al mismo tiempo dos puntos brillantes de color verdoso que me recuerdan a un par de macabros ojos, parecen examinarme, pero lo peor de todo, no es el fétido olor que invade el ambiente, no son esas bestiales manos frías como agua helada que me sujetan con furia, ni siquiera son aquellos horrendos “ojos”  inhumanos a un par de centímetros de mi rostro, no, lo peor es que no se trata de una espantosa pesadilla, se trata de una espantosa realidad sobrenatural, por dios. No voy a resistir, quisiera gritar esperando recibir algún tipo de ayuda, pero aunque lo hiciera no serviría de nada, nadie vendrá a ayudarme, vivo solo en un lugar apartado, fuera de la ciudad, el excentricismo de mi persona me hace desear la soledad, un espacio personal solo para mí, ahora me arrepiento de esta particular característica en mi personalidad, no quiero morir y menos así, maldita sea este espejo, también me arrepiento de haberlo comprado, si logro salir vivo, me desharé de este monstruoso objeto, pero el engañoso monstruo me arrastra, no…eso es, solo tengo que alcanzar esa tijera que dejé anoche sobre el escritorio, y todo habrá terminado, estaré a salvo. Ya la tengo. Un grito escalofriante, uno que jamás había escuchado en mi vida, había dolor, furia, y odio en aquel chillido.

Ya amanece, el primer rayo de sol entra por la ventana, y yo sigo aquí, sentado en el suelo frente al espejo, inmóvil, con el corazón exaltado, inhalando y exhalando con mucha rapidez el aire frío del ambiente, siento como mis pulmones se hinchan por las grandes bocanadas de aire, tengo que limpiar el piso, pues no importa cuánto mantuve mis nauseas, al final no pude aguantar más la repulsión de esa cosa, también tengo que bañarme y lavar mi ropa, pues tengo impregnada la sangre de ese horripilante ser en mi, la cual me salpico cuando le clave la tijera, en lo que ahora sé con certeza, era uno de sus ojos.

Buenas Nøches, Mørtales.

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