siete.

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Ya llevaba un mes sin que Helena apareciera en la cafetería y eso a Kenneth le fastidiaba bastante, haciéndolo sentir una vil mierda y dejándolo de un pésimo un humor ya que el esperaba que ella regresara o algo así y por lo consiguiente siempre andaba refunfuñando por todo y maldiciendo entre dientes cada que tenía la oportunidad.

—Si sigues haciendo coraje por todo te vas a enfermar de algo y eso no va a ser nada bueno. —Advirtio Itzae, viendo como la cara de su empleado era de puro fastidio.

—Yo no hago coraje por todo. —Rechisto.

—Claro que si, y todo por una gran estupides que le dijiste, sólo por unos celos idiotas los cuales no pudiste y no quisiste arreglar con Helena... La cual a de estar peor que tú. —Le regañó.

—Pero... ¿porque peor que yo? —Pregunto ofendido.

—No puedo creer lo lento que eres, pero bueno no responderé a eso, sólo que si Helena llega aparecer por esa puerta te pido de la madre más atenta que hables con ella claro, la verdad es que esa chica es de lo más linda y al parecer ella amaba este lugar hasta que alguien... —Se quedó callado. —olvidalo, sólo arregla las cosas con ella cuando la veas, sólo eso.

Itzae se alejó y se fue atender a un par de personas en otras mesas, tratando de tranquilizar su coraje hacia el tarado de su empleado.

Se quedó pensando en las palabras de Itzae, el cual tenía razón, el tenía muchos celos por lo que le había dicho ese tal Héctor son saber si eran reales o no, haciendo así lastimar a la una chica que le había echo sentir semejantes sentimientos, los cuales ya no recordaba que sentía. Suspiro y suspiro, esperando que algún día se le pasará el coraje y que apareciera por esa puerta para poder hablar con ella y pedirle disculpas y aclararle el porqué de su estúpido comportamiento.

El escuchar su nombre le dejaba un escalofrío nada grato.

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