Capítulo 004: Señor Naranja

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Miércoles, cuatro de la tarde.

Lincoln Loud caminaba en compañía de su amigo Clyde, quien miraba de reojo lo que dejaban atrás. Algo le parecía sospechoso al chico de anteojos. Habían salido de la preparatoria unos minutos antes.

Clyde McBride seguía teniendo esa misma apariencia de nerd; gafas relativamente gruesas y un afro bien mantenido. Además, seguía usando suéteres, pantalones formales y zapatillas. Aunque había cambiado su vieja remera polo por una camisa y su calzado ahora era un par de sneakers, en vez de sus tradicionales zapatos de futbolito. Muy lentamente intentaba dar cuenta de una imagen más sofisticada de sí mismo, después de años siendo ignorado por Lori...

—Lincoln, creo que alguien nos está siguiendo...

—¡Patrañas, Clyde! Revisé esta ruta hace unos días, y nadie que nos conozca nos puede seguir. Es así de simple.

—Bueno, bueno. Aún así, no me siento tan seguro, Linc. Además... ¿por qué vamos a la tienda de tu hermana, con tanto secretismo?

—Pues... Digamos que Leni me hizo un traje... para una cita...

—¿Con Ronnie? ¡Genial! Eso sí... ¿no que habían terminado?

La leve confianza que Lincoln tenía en sí mismo se empezó a caer trozo por trozo; sus titubeos y el frenético movimiento de sus ojos daba cuenta de su nerviosismo.

—Bueno... esto... volvimos...

—¿Cómo? Recuerdo que me habías contado cómo habían roto. Y no fue en buenos términos.

—¡Está bien! Pienso volver con ella, pero quiero tener algo para regalárselo, ¿de acuerdo? Lo siento, Clyde...

Las cejas de McBride, enarcadas lo más alto posible en su frente. Luego, bajó una de estas, frunciéndola.

—Lincoln, últimamente no has estado bien del todo. Siempre sales solo del colegio, me pides que posterguemos todas las actividades que hacemos hasta el infinito y cuando alguien te pregunta si te gusta alguien, si olvidaste a Ronnie Ann o si van a volver, esquivas todo. ¿Estás bien?

La exhalación del joven Loud en señal de derrota no se hizo esperar, añadiéndole la mirada hacia el piso. Luego, irguió su cabeza y la giró hacia su amigo.

—Clyde, es cierto. No he estado bien últimamente; desde que terminé con Ronnie Ann, no he vuelto a estar con alguien más. Y toda opción de volver con ella, ha sido imposible...

—¡Lo sabía!

Ambos amigos miraron hacia atrás por un momento, con la impresión de que habían escuchado otra voz. Una muy conocida y temida. Sin embargo, nada encontraron, tras cerciorar con la vista unos arbustos y botes de basura.

—¿Decías?

—Bueno... ya es imposible estar con Ronnie Ann, después de todo lo que pasó. Y... no me he estado sintiendo bien... Aunque no porque me he dejado estar... Estoy yendo a terapia...

—¿Con qué terapeuta? ¿Te recomendaron a la señorita López? Es bueno que finalmente me hayas hecho caso con ese consejo, aunque... ¿de dónde sacas el dinero? Sus sesiones son carísimas...

—No, Clyde. No estoy yendo con ella.

—¿Es otro terapeuta? Porque ella me ha dado su opinión de sus demás colegas en Royal Woods...

—Clyde, creo que no conozcas a esta terapeuta. Gracias por tu consejo, pero creo... Creo que estaré mejor con ella...

—¿Y por qué vamos a la oficina de Leni a buscar un vestido?

Señorita BougainvilleaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora