Cap 4: Amor consumido.

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Pov: Alex.

3 años después y vuelta a la actualidad.

–Y entonces, él me llevó al taller de química y se puso a decir incoherencias sombre Melany–. Dije mientras le pegaba un bocado a mi hamburguesa.

–¿Cómo qué?–. Preguntó mi mejor amiga interesada.

–Pues mayoritariamente palabras en italiano, ya sabes por su madre–. Me encogí de hombros.– Para lo poco que pude entender, simplemente la odiaba y no merecía la pena. Aunque sigo sin entender por qué vino hacia mí, todo el mundo sabe que en esa clase de situaciones solo me vuelvo irónica... Salvo en casos muy especiales–. Reí.

–Eres muy malvada–. Respondió Nina comiendo de mis patatas fritas.– Aunque Martín es un tonto que no soporta que lo dejen.

–Está acostumbrado a conseguir siempre lo que quiere, le está bien merecido que una chica le haya parado los pies.

–O un chico... Hace unas semanas se animó a salir del armario, ya sabes–. Me guiñó, mi mejor amiga sentada frente a mí, el ojo.

Yo reí y tapé mi boca ya que me encontraba masticando mi hamburguesa del McDonald's.

–Tienes razón... Por cierto, ¿de verdad que no quieres nada?–. Le pregunté viendo como ella seguía comiendo de mis papas.

–Oh no, Max está al llegar y nos iremos a comer a otro lugar.

Yo asentí no muy conforme, ¿quién lleva a comer a su novia a las cuatro de la tarde?

–Aún recuerdo el día que comenzasteis a salir–. Murmuré.

–Sí, fue genial.

Yo le sonreí callando a mis voces interiores, desde aquel día le prometí no volver a opinar sobre su chico, y no lo haría hasta que algo sucediese; si es que sucedía.

–Mira ahí está–. Gritó ella de repente.

Sus ojos brillaron con intensidad y sonrió de oreja a oreja. Max entró al restaurante de comida rápida con su habitual cazadora negra. Esa vez la acompañaba con una camiseta blanca y unos pantalones vaqueros del color de su chaqueta.

Cuando hubo llegado hasta nosotras, besó a Nina con un simple pico y se sentó junto a ella pasando su brazo por su espalda.

–Hola Alexandra–. Me sonrió burlón.

Yo blanqueé mis ojos y le sonreí falsamente.

–Hola Maximiliano.

Él chico me miró mal y yo le sonreí inocentemente, no era un secreto para nadie que nos llevábamos mal.

–Alex no insistas en llamarlo así_. Me recriminó mi amiga con una sonrisa nerviosa.

Yo me encogí de hombros.

–Cuando me llame Alex quizás deje de llamarlo así. Sabes que no dejo que nadie me llame Alexandra, suena demasiado serio y eso no va para nada conmigo.

–Jamás te llamaré Alex, tenlo muy bien asumido.

Le guiñé un ojo a la vez que me levantaba con mi bandeja de comida.

–Lo acabas de hacer–. Dije a la vez que tiraba los restos de comida, después me acerqué hasta mi amiga y besé su mejilla.– Nos vemos más tarde Nina, te quiero bebé.

–Yo igual, bebé–. Me respondió ella burlándose de nuestro apodo.

Salí del restaurante sin mirar atrás, pues sabía que ellos estarían aspirándose la boca.

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