Cap 9: Rostros ardientes

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Pov: Alex.

–¿Puerta cerrada?-. Pregunté con seriedad.

–En efecto–. Respondió Nina sentada a mi lado.

Giré mi vista hacia ella, nos encontrábamos en mi escritorio. Cada una sentada en una silla distinta frente a la computadora a punto de encenderse.

–¿Con el cerrojo?–. Dije tras un rato de silencio.

–No... Voy–. Puso sus ojos en blanco.

Sonreí mientras escuchaba como el pestillo era cerrado y de nuevo Nina volvía a mi lado.

–¿Cómo vas?–. Preguntó.

Saqué mi lengua y fijé la mirada en la pantalla, para después sonreírle malévolamente.

–Cinco segundos para ver sus rostros ardientes...

Abrió sus ojos y me miró sin expresión. De nuevo con risa, empujé su barbilla para que mirase la cuenta atrás.

Tres, dos, uno...

La pantalla mostró un fondo negro cuando el cero llegó, pero de repente, ésta nos dejó ver con suma claridad unas detalladas y claras caras.

–¡Hostia! ¡Qué buenos están!–.Grité yo sin pensar en lo que decía.

Nina me dio una mirada fulminante. Seguidamente cogió la primera prenda encima del escritorio y cubrió con ella la webcam.

–¡Cállate subnormal! ¿Podrías ser más disimulada? Todos sabemos que están para mojar pan.

–Pero el impacto es mejor en movimiento–. Le di una mirada pervertida, la que fue repetida por mi mejor amiga.

De repente, unas voces salieron del altavoz.

–Chicas, os estamos escuchando...

–Mierda–. Dije sorprendida a la vez que retiraba la braga oscura de la webcam, ¿no podría haber puesto otra cosa?

Ambas sonreímos inocentes mientras murmurábamos un:

–¿Holi?

Ellos rieron al otro lado, hasta que Alexander dijo:

–Hola Alexandra.

Mi corazón latió al oírlo y verlo mover sus labios. Sonreí como tonta, recordando las veces que había escuchado su voz por audios y llamadas, pero jamás lo había visto tan "vivo y en directo".

–Hola Alexander–. Le respondí mientras miraba con intensidad los rostros de los chicos.

Mi chico era castaño. Su pelo estaba peinado hacia atrás, y de veras que deseaba poder acariciarlo en aquel momento. Sus ojos eran azules, los cuáles brillaban con una pupila dilatada mientras "me miraba". Dos lunares estaban situados en su mejilla derecha. Vestía con una camiseta de manga corta azul claro, la que le quedaba demasiado bien contra su piel bronceada y torneada.

Peter, el novio de Nina, tenía el cabello castaño con toques sutiles de naranja, ojos avellana y un par de pecas esparcidas por su cara fina y pálida. Se veía musculoso, aunque no demasiado. Más bien lo justo como para resultar atractivo. Su camisa negra resaltaba con su suave pelo.

Él tenía una mirada pérdida por el suelo de su estancia, y seguía sin mirar a Nina, quién estaba en shock mirando la mesa. Alexander, sin embargo, me miraba fijamente y con una cariñosa sonrisa.

Yo se la correspondí, preguntado también:

–¿Qué me miras tanto gordo?

–Es que tengo ganas de morderte la nariz, gorda–. Dijo con simpleza, y como si fuera lo más normal.

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