Capítulo 9

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La muchacha cuyo nombre es Lucy Starkey, quien tiene diecisiete años de edad, y además es bailarina profesional de ballet, se colocó un collar de plata que hacia juego con un vestido blanco, cerró sus maletas y las bajó hacia la sala. Lisa Starkey, la mayor, aún seguía en el trabajo, su madre y padre arreglaban algunas cosas, pues Lucy tenia una cena que brindar como despedida.

La pelinegra observó una corbata carmesí, cuya aroma del hombre de sus sueños, de su amor imposible, seguía ahí. Su celular vibró, un mensaje de su hermana decía que vaya rápido al vivero, que algo habia ocurrido, pero que se quede callada. Sin pensarlo, al creer que su hermana podría estar en peligro, tiró la corbata, y con tacos y faldas corrió gritando que iría a aquel vivero no tan lejos de su hogar.
Tomó un taxi y le pedía que fuera lo mas rápido posible, era oscuro y peligroso, pero no le importó, pagó salió y corrió. Las puertas de madera estaban juntas y con el impulso las abrió encontrando a su amor prohibido esperándola.

Los separaban metros de distancia, unos cinco o seis, él traía una camisa blanca, pantalón negro, los cabellos despeinados estaba decaído. Habia entendido que aquel ángel que habia caído de ese cielo inexistente de diamantes le habia dado luz a sus días. Veía su dócil piel, sus ojos miel, su cabello negro, labios rosados oscuros y sabia que una belleza así no podía ser parte de una aventura, sabia que las emociones iban mas y mas que no podía dejarla ir.

—Te quiero tanto. Solo quiero que lo sepas. —susurró el hombre mientras se acercaba. Ella volteó e intentó salir—. Voy a perder tu amor cuando cruces esa puerta, así que por favor no te vayas. —la muchacha cayendo en los encantos de él se detuvo, cerró la puerta y giró a verlo—. Lucy, por favor. —estiró la mano.

El candelabro alumbraba el lugar, junto a la chimenea, los sofás de cuero estaban separados, en el medio ya no estaba una mesita decorativa, solo una alfombra y un hombre desesperado por un amor imposible.
La menor avanzó tímidamente, se quedaron frente a frente, tomó su mano con temor, veía como las flamas de la chimenea hacían que sus ojos se vean distintos, mas brillosos. Le gustaba.

—Por lo menos en mi vida... —continuo diciendo—. He tenido un sueño hecho realidad, tuve la suerte de ser amado por alguien tan maravilloso como tu.

Sus manos la soltaron y se dirigieron hacia sus mejillas, la respiración de ambos era agitada, ambos se necesitaban.

—Jeffrey, por favor.

—Te pido que no te vayas.

La mayor abrió la puerta de la casa, vio a su madre pintándose frente al espejo, la ignoró y solo subió las escaleras, tenia una furia inmensa en ella. Con el collar de su hermana menor en la mano; que habia encontrado entre las prendas de su prometido, se percató de una prenda que impedía el cierre total de la puerta del cuarto de Lucy, la recogió y observó lentamente, era la corbata carmesí de su prometido. Lisa con cuidado la olió, el aroma de él en el cuarto de su hermana la hizo que sus dudas se resuelvan, el sentimiento no era por parte de él, sino también de ella.

Se dio cuenta que todo pasó frente a ella, las miradas que ambos se daban en la cena, las desapariciones de ambos en las reuniones, las salidas de ambos tan repentinamente, los ofrecimientos de él en llevar a Lucy a cualquier lugar, la manera la cual la describía en el periódico, la razón por la cual la habría llevado a aquel vivero, todo empezó a tener sentido.

Lisa estaba destrozada, salio de la habitación, subió a la habitación principal, entró al walking closet, sacó la caja fuerte de su padre y sacó el arma. Ella no podía poseerla, pues era un uso exclusivo para la fuerza armada, pero no le importó, estaba en una crisis. Su hermana, su pequeña princesa, su todo, la habia traicionado de la peor manera.

—¿Lisa? —preguntaba su madre al verla bajar con su cartera en ambas manos.

—¿Dónde esta Lucy? —trató de contenerse.

—¿Amor estas bien? Tienes los ojos llorosos.

—Mamá, ¿dónde esta Lucy? —fue firme.

—Dijo algo de un vivero, pero ¿en serio te sientes bien Lisa? Cariño yo no te veo para na...

—¿Vivero? —todo en ella se nubló.

—¿Lisa?

—Esa hija de perra.

El hombre observó a la menor una vez mas. Ya no quería decirle nada, ya no quería declararse mas. No necesitaba palabras, necesitaba actos.

—No me dejes. —susurró cerca a su oído—. Lucy te lo pido.

Los labios chocaron, ella siguió el ritmo, sus manos cogieron su cuello y se enredaban entre sus pequeños cabellos.

—Ya sabemos como va a acabar Jeffrey... —agachó la cabeza mientras se separaba un poco—. Lisa esta en medio de ambos.

—Yo acabaré con eso, te lo prometo. —confesó mientras la volvía a acercar a él.

—No la hagas sufrir.

—No pasará eso.

Los ojos de ambos se cerraron al sentir ambos labios conectados una vez mas, la ambición de el hombre se convirtio en humildad, la inocencia de la mujer se convirtió en lujuria. Estaban conectados, pero no seria por mucho tiempo.
Entre besos y caricias la levantó y la sentó sobre el sofá, Jeffrey se intentaba desabotonar la camisa mientras que ella solo lo jalaba para poseerlo mas y mas con sus caricias, sonreían al separarse unos milímetros, el sonido de sus labios chocar resonaban por toda la sala, era un ambiente placentero. Pero todo tiene un final.

—Lucy. —dijo una voz débil.

Los dos amantes se alejaron de inmediato, sus rostros cambiaron al ver el arma que los apuntaba. La castaña tenia los ojos llenos de lágrimas, el maquillaje corrido, el vestido sucio de tanto caer, de tanto pelear consigo misma para no aceptar aquellas ideas erróneas que lamentablemente se volvieron reales.

—Lisa... —intentó calmarla su hermana.

—¿Por qué? —lloraba—. ¿Por qué con él? Tu sabes cuanto lo amo Lucy. Tu fuiste la primera persona cual le conté, tu eras mi confidente, mi vida, mi todo, ¡mi propia hermana! —con la pistola apuntó a su prometido—. Y tu Jeffrey, ¿con mi propia sangre? ¿Con la niña de seis años cual te presenté una vez? Ustedes dos eran mis grandes amores ¿y así me lo pagan? ¡Son unos bastardos!

—¡Lisa yo no quería hacerte esto! —gritó la pelinegra—. Créeme que pensé en ti muchas veces y...

—¿Pensar en mi dices? —rió—. ¡Te revolcaste con el hombre que amo! ¿Y así dices que pensabas en mi?

—Lisa baja el arma, te lo pido por favor... —suplicó el hombre.

—Tu no tienes nada que pedir. Acabas de destruir un lazo de hermandad. Acabas de destruirlo todo. ¡Sedujiste a mi hermana! ¡La sedujiste! —gritó con furia.

—¡Entonces dañame y no a ella! —gritó con todas sus fuerzas.

—Lo haré. —susurró—. Te dañaré.

Una bala salió y el vientre de la menor sangró, la bala le habia dado en el final de columna. Habia dañado a Jeffrey, dándole el golpe en lo que mas amaba: Lucy.

Los ojos de la menor soltaron pequeñas lágrimas, con ambas manos en el vientre observaba al hombre que la sostenía y gritaba su nombre una y otra vez. Intento tocarlo pero todo alrededor desapareció.

Fin del capítulo 9.

Lucy in the Sky with Diamonds «Jeffrey Dean Morgan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora