«Ella bajaba lentamente, el sol iluminaba su piel y aclaraba más el vestido que traía. Mientras ponía cada pie en un escalón, él la veía como si bajara de un cielo lleno de diamantes.»
Él debía de estar con la mayor y jamás fijarse en la menor. Pero...
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Habian flores de celofán amarillo y verde, amontonándose sobre su cabeza. Buscaba a la chica con el sol en los ojos, pero ella se ha ido.
—¿Señor? —preguntó una señorita con vestimenta azul—. ¿Esta bien?
El hombre confuso, despertando de su sueño se sentó sobre la arena.
—Si, ¿sucedió algo? —hizo una pausa—. ¿Ella esta bien?
—No deja de preguntar por su hermana, ahora solo quiere estar sola.
—Como siempre... —susurró—. Póngale una frazada, y cuídela, dele el mismo tratamiento, y cámbiele las flores. —dijo mientras le entregaba un pequeño ramo—. No diga que he estado aquí. Ya sabe... —hizo una pausa—. La misma rutina.
La enfermera asintió y se retiró, desde la playa él, poniéndose de pie, sacudió el polo rojo que traía y observó el muelle que se encontraba a gran distancia, veía a una joven sentada en una silla de ruedas cuyos sueños de bailar se destruyeron, con la mirada perdida la joven llamada Lucy sentía pena y arrepentimiento sobre todo lo que habia cometido. Pero lo que no sabia era de que él siempre iba a estar ahí, porque lo salvó del vacio, de un mundo gris y de una relación cual creía que era maravillosa, Lucy le hizo ver lo que significa un "verdadero" amor.
Jeffrey siempre iba a estar cuidando del ángel que habia descendido de aquel cielo inexistente de diamantes solo para él.
