Capítulo 7

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—Tu hermana si que es increíble. —pronunció una mujer haciendo que Lisa ahora tenga su atención.

—¿Qué dijiste Mary? —preguntó mientras se paraba de su silla.

—¡Hablo de la entrevista que tiene en el periódico! —dijo entusiasmada—. Míralo por ti misma.

Lisa tomó el periódico y observó la foto de su hermana menor en plena función de ballet, luego observó el título, el autor y procedió a leer algunas lineas de la introducción, la describía como una diosa, la describía como si fuera la mismísima Europa; una mujer cual el dios griego Zeus amó con locura. Jeffrey habia escrito maravillas de la menor, incluso usó adjetivos que jamás los habia empleado con su prometida. Cosa que hizo que los celos de la mayor broten poco a poco.

—¿Ocurre algo Lisa? —preguntó uno de sus compañeros de trabajo.

—No, nada.

Lisa agarró su cartera, salió sin decir nada, dobló el periódico de mala manera y lo guardó. Se sentía fastidiada.

Lucy quien se encontraba en su casa, arreglando su habitación, sintió que algo dentro de ella se estaba rompiendo, lo que no sabia era que los lazos de hermandad son tan ciertos y tan puros que si uno comete un error, por mas unidos que hayan sido jamás podría ser perdonado. Y el error ella, ya lo habia hecho.

La mayor siguió caminando hasta que el sonido de su teléfono la hizo parar. Era un mensaje de su prometido, diciéndole que haría una cena, ¿la razón? Simple: el artículo. Añadía desinteresadamente que sus jefes lo habían felicitado por tal buena entrevista y gran descripción, razón por la cual quería organizarla, Lisa se sintió orgullosa, pero a la vez insegura.

Al llegar a la casa de sus padres, observó a Lucy entrar a su habitación y nerviosa la siguió. Sentía inseguridad, pero lo veía inútilmente, era su hermana, no tendría que sentir celos, ya que confiaba en ella.

—Hola. —Lisa dijo mientras abría la puerta.

—Hola. —sonrió la menor que se encontraba revisando su celular.

—¿Lo viste? —preguntó la mayor dudosa mientras le daba el periódico.

La expresión de Lucy cambió, al leer pequeños fragmentos del artículo, sus ojos brillaron, sus mejillas se tornaron ligeramente rojas, y Lisa lo notó.

—Jeffrey es grandioso. —susurró—. Tienes una gran suerte de tenerlo. —alzó la mirada.

—Gracias... —contestó extraña la castaña—. Cierto, hará una cena por lo del artículo, supongo que tendrás que estar ahí, ya que eres la estrella de la entrevista.

Lucy observó a su hermana salir, no tenia ni la menor idea de aquella cena, pero le llamó la atención el comportamiento de Lisa, quien se mostraba incómoda y pensativa. No quería pensar en que ella misma seria la causa de que su hermana este empezando  dudar, y empezó a tener miedo.

La tarde pasó rápido, y la menor botó el empaque del chupetín, subió al auto y la familia Starkey fue rumbo a la casa de los prometidos.
La puerta se abrió y ahí estaba él, apoyado sobre el bar, tomando un trago mientras la veia entrar con el chupetín rozando sus labios. Tenia la mirada seria, cosa que la asustó un poco, haciendo que deje de lamer el chupetín que traía. Jeffrey dejó el vaso y recibió a sus suegros, Lucy saludó a su hermana quien ya se encontraba ahí y se dirigió al comedor.
Lisa observó a su hermana ir, observó la blusa blanca descotada que traía, mas la falda que deslumbraba sus largas piernas. Era joven, atractiva, deseable. Cualquier hombre podría estar tras ella, y ahí su mirada fue tras su prometido.

—Lucy el chupetín... Van a servirnos la cena... —dijo su padre discretamente mientras miraba a su hija sentada al lado.

—Cierto papá...

—No hay problema alguno. —agregó Jeffrey quien iba trayendo algunos platillos—. Si ella quiere acabar su chupetín antes de comer...

—Es de mala educación. —interrumpió ella mientras se ponía de pie para ir a botar el dulce que traía entre sus manos.

Al pasar los minutos la familia hablaba de temas variados, pero las miradas que se lanzaban los dos amantes eran inevitables, la tensión era notoria entre el hombre que estaba al frente de la jovencita, sus ojos verdosos oscuros veían los hombros de ella, luego hacia el collar que traía puesto, y finalmente hacia los labios que se tornaron rojos por el colorante del chupetín.

—Lucy ¿no le has agradecido a Jeffrey por aquel magnífico artículo sobre ti? —preguntó su madre.

—Tenia tantas cosas en mente... —susurró mientras se limpiaba la boca con la servilleta—. Gracias por el artículo, y por la entrevista, en serio creo que es un gran paso como bailarina. —sonrió tratando de evitar verlo.

—El placer fue mio. —respondió—. Gracias por aceptar.

Lisa miró a ambos mientras le servia un poco de vino a su prometido y sin querer salpicó un poco de la bebida en la corbata y camisa de él.

—Amor perdóname... —dijo apenada mientras dejaba la botella sobre la mesa.

—No hay problema Lisa...

—Puedes ponerte la camisa blanca y la corbata carmesí.

Lucy alzó la mirada y observó al hombre un poco asustada, este también la miró recordando aquella vez que dejó aquella prenda en el cuarto de ella.

—Jeffrey, te estoy hablando... —siguió diciendo su prometida.

—¿Corbata carmesí? —preguntó fingiendo asombro.

—La que llevaste esa vez a mi casa en la reunión... —comentó Lisa mientras retiraba su plato—. Aunque creo no haberla visto...

—Creo que no la lleve y si la llevé debería de estar en la lavandería. —mintió, y al instante se dirigió a subir las escaleras.

—¿Una corbata a lavarla? —se susurró a si misma Lisa.

Su madre interrumpió los pensamientos de Lisa, haciéndole recordar que tenían que limpiar la mesa. El papá de Lucy se dirigió al baño de la primera planta haciendo que la menor aproveche la situación.

Subió las escaleras rápidamente, corrió por los pasillos hasta encontrarse con la puerta principal y ahí estaba él, acomodándose la corbata, Lucy corrió y saltó enrollando sus brazos en su cuello y sus piernas en su cintura, haciendo que ambos entraran en calor con tan solo hacer contacto el uno con el otro.

—Me encantó la entrevista que hiciste... —susurró ella.

—Esa era el agradecimiento que esperaba. —cerró los ojos mientras pasaba su mano por la cabellera de ella.

—No sabia que significaba tanto como para elaborar una cena. —declaró mientras se soltaba lentamente y lo miraba fijamente.

—Invento cualquier excusa para tenerte cerca y lo sabes Lucy. —sonrió—. Quisiera tenerte aquí todos los días... —susurró mientras besaba su cuello—. Tocarte libremente, poseerte, tantas cosas. Pero, todo esto es tan horrible, no poder hacerlo tan libremente. Y pensar que podría ser tuyo esta noche.

La menor se quitó el collar que traía puesto, y se lo colocó en la mano cerrándolo con un puño, se colocó de puntitas, apoyó ambas manos sobre los hombros de él le dio un beso en los labios y le susurró al oído:

—Serás mi chico una de estas noches, mientras besarás mis labios a la luz de la luna. Pero si esto se llegara a descubrir, ¿seguirás sintiendo lo mismo que dices?

Fin del capítulo 7.

Lucy in the Sky with Diamonds «Jeffrey Dean Morgan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora