Travesura realizada

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Hacía tiempo que el Ministerio de Magia volvía a imponer cientos de decretos en el castillo con la llegada de un nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, pues se les presentó la oportunidad de inmiscuirse en Hogwarts por la falta de voluntarios que quisieran ocupar el puesto (tal vez exceptuando al siempre interesado profesor de Pociones, Severus Snape), después de la partida de Umbridge, quien se encontraba internada en San Mungo luego de haber sido raptada por los centauros.

El objetivo del Ministerio era controlar la educación de Hogwarts y los movimientos de Dumbledore. Eso lo tenía muy claro Hermione luego de haber escuchado atentamente el discurso del nuevo profesor Hubbie Blackhart.

Este era un señor tan frío y poco agradable como Snape, de hecho, tenían muchas cosas en común que daban lugar a algunas teorías fantasiosas e improbables entre los más supersticiosos, como por ejemplo, Neville proponía que el profesor Snape había viajado en el tiempo usando poción multijugos para ocultar su verdadera identidad y, así, lograr su sueño. Y las Patil decían que se había clonado con algún hechizo para el mismo fin.

Se conocía perfectamente la añoranza que tenía Snape por el puesto.

Con el Ministerio en Hogwarts, los alumnos no podían estar en un grupo de más de tres personas y a cierta distancia, había un toque de queda con castigos engorrosos a quienes no lo cumplían, se prohibían las organizaciones secretas (la Sra. Norris custodiaba la entrada a la Sala de los Menesteres a causa de lo ocurrido el año anterior), los productos Weasley volvían a estar prohibidos y los integrantes del ED estaban vigilados.

Los estudiantes de Hogwarts esperaban que los gemelos Weasley comenzaran con sus disparates, pero parecía que estos ni siquiera estaban presentes en el castillo.

Fred y George tuvieron que volver ese año a Hogwarts por orden de su madre, aunque no pensaban quedarse demasiado tiempo allí.

—... y debo informarles que el Ministerio ha decretado que ningún alumno puede andar por los pasillos sin un profesor o algún prefecto —terminó diciendo un agotado y molesto Dumbledore.

Se empezaron a oír murmullos de protesta en todo el Gran Salón.

—Están llegando lejos —comentó Hermione indignada.

—Y Dumbledore no puede hacer nada, Hermione, por encima de él está el Ministro —repuso Ron.

Hermione lo miró con cara de "ya lo sé".

—George —dijo Fred.

—¿Si, Fred?

—No les ha quedado claro, ¿verdad?

—Creo que no —respondió George con complicidad.

—Es hora de darles una lección —dijeron los gemelos al unísono.

Los estudiantes de Gryffindor que estaban cerca de ellos intercambiaron miradas sonrientes.

Era un día frío, por los pasillos casi desiertos corrían corrientes de aire helado. La mayoría se encontraba abarrotando su cálida Sala Común y sólo salían a la hora de comer o a las clases.

Los profesores estaban más estrictos al enviarles montones de deberes, pero Hubbie era una pesadilla; odiaba a todos los alumnos, los hacía leer y escribir una y otra vez los capítulos de los libros aprobados por el Ministerio. No les servía de nada.

El ED funcionaba de vez en cuando. Los chicos se comunicaban a través de las monedas encantadas por Hermione, además, aprendieron a realizar un hechizo de invisibilidad para acudir a las reuniones. Aunque nadie podía engañar a la Sra. Norris, Filch no era capaz de detectar signos de magia, por lo que sólo debían tener cuidado con los profesores que rondaban el castillo.

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