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21 de Marzo del 2017
El vaso con agua que sostenía en mi mano derecha hace unos segundos cayó en dirección al suelo destrozándose por completo y dejando el líquido que contenía desparramado encima de la alfombra; el sonido del cristal rompiéndose en miles de pequeños fragmentos resonó en toda la habitación, pero en mi conducto auditivo ya no entraba ninguna onda sonora.
—¿Q-qué? —pregunté con la voz ya quebrada. No podía creer lo que escuchaba de mi hermana—. N-no, eso no es posible, Anna, ésta es una muy mala broma —reí con nerviosismo.
—Elsa... —ella se acercó hasta mí y me abrazó—, lo lamento mucho...
Sin más, rompí en llanto como una niña pequeña. Me quebré al igual que el vaso que había dejado caer con anterioridad liberando el líquido que emergía de mis ojos, comencé a llorar desconsoladamente sobre su hombro sin preocuparme por dejar empapada su blusa. Ella me abrazó con más fuerza y yo sólo ahogué el sonido de mis gritos contra su pecho.
No podía ser, no podía estar pasando, no podía ser cierto.
Jack...
No podía estar muerto...
❄❄❄
Llegué al hospital junto a Anna e inmediatamente fui recibida por la madre de Jack, que se echó a llorar al igual que yo. Evangeline era su nombre, una mujer dulce, amable y honrada, de cabellos castaños y ojos azules iguales a los de su hijo; sentada en una de las sillas de la sala estaba Emma, la hermanita menor de Jack, una pequeña de diez años de cabello castaño al igual que sus ojos, ella permanecía en silencio mirando a la nada.
—¿Cómo pasó? —pregunté a su madre una vez separadas, cada una de mis palabras estaba cargada de dolor.
—Fue un motociclista... —respiró profundamente conteniendo el llanto—. Jack iba cruzando la calle, dijo que iba a verte, pero unos minutos después de haber salido recibimos la llamada de la policía —sin poder aguantarlo volvió a llorar, se giró dándome la espalda y se encaminó hacia su pequeña hija, la menor se levantó y abrazó a su madre con tristeza.
Yo me encontraba estática, estaba paralizada, simplemente no podía creerlo, no podía aceptarlo. Mi mente y mi cuerpo se habían desconectado. Por mi cabeza pasaban las múltiples imágenes de mis momentos vividos junto a Jack: cuando nos conocimos, nuestra primera cita, cuando conocí a su familia, cuando nos volvimos novios...
Tantos bellos recuerdos juntos, ¿Cómo es posible que de un momento a otro me lo hayan arrebatado de esta cruel manera?
Anna volvió hacia mí y posó su mano sobre mi hombro.
—¿Elsa?
—Vamos a casa —dije con un hilo de voz apenas audible.
—¿Estás segura? ¿No quieres esperar a que entreguen el cuerpo?