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Sus ojos se abrían lentamente, todo su cuerpo ardía de dolor, su fuerza se esfumo dejándolo abatido en el respaldo de la cama. Sentía frío pero claramente era él el del problema, el sol resplandecía fuera según podía notar a través de las cortinas. Intentó gritar pero su garganta le dolía, sólo salió de ella un graznido. 

Siguió llamando como pudo al único hombre que podía ayudarlo en esos momentos, terminó mareándose. Wonwoo apareció en algún momento, el moreno si quiera se dió cuenta cuando el azabache había entrado a la habitación quedando en cunclillas a lado de la cama donde se encontraba Mingyu.

— ¿Qué? —Wonwoo preguntó indiferente. 

— Me siento realmente mal. —Acercó su mano a la frente de Mingyu y palmeó su frente. 

— Tienes fiebre. Estas hirviendo —Se pusó de pie y corrió fuera de la habitación.

Wonwoo podía ser una persona de pocas palabras y a la vez frío, pero en el fondo era una persona amable, o eso pensaba Mingyu.

El mayor regreso con fomentos de agua que ayudarían a controlar la fiebre del moreno. Exprimió un pedazo de tela dejándola húmeda y colocandola en la frente del más alto.

— Hoy no podré salir ¿cierto?

— No podrás salir de aquí en un largo tiempo. 

— ¿Có-mo? —Mingyu no pudo razonar coherentemente, en su condición no podía estar alerta. 

— No hables, estás muy débil. Traeré algo de comer —Trató de tomar su mano blanquecina sin éxito alguno. ¿A qué se refería? 

El cuerpo de Mingyu no lo dejó pensar más, pronto estaba cayendo en un profundo sueño, una vez más. 

Así pasó todo el día, Mingyu siendo despertado a ratos por Wonwoo que lo incitaba a comer una sopa la cual el moreno se la comía sin rechinar con tal de que lo dejara dormir. 

Caída la noche una vez más Mingyu había recuperado por fin su temperatura corporal adecuada, el azabache estaba agotado por lo que a penas su invitado estuvo bien lo dejó en el cuarto a su suerte. 

Aunque todo el día había dormido aún estaba cansado. Sólo tenía un libro para entretenerse, lo tomo y comenzó a leer. Era una historia de fantasía, un reio escondido y el amor de un príncipe hacía una hada, había leído esos libros cuando niño, sin duda Wonwoo era un chico cálido para tenerlos en su poder. 

El sueño lo invadió completamente y antes de quedar profundamente dormido escucho que algo golpeaba la ventana de su habitación, se asustó y mucho pero trató de ignorarlo sin embargo un ruido se hizo presente. Tomo valor y como pudo de saltitos llegó a la ventana corriendo las cortina un poco para obtener una buena vista del bosque, en un árbol yacía un búho gitando las alas para emprender su vuelo, suspiró.

— Me asustaste amiguito —Dijo mirando a donde se encontraba el ave. Por el rabillo del ojo pudo darse cuenta de algo moverse debajo, una silueta que de inmediato se escondió para no ser visto. El corazón de Mingyu se aceleró, cerró la cortina y regresó a la cama. ¿Qué era lo que había visto? Escuchó pasos en la casa, se asusto y escudo debajo de las cobijas haciéndose el dormido, los pasos dejaron de escucharse. Ya de vuelta con su valentía destapó su rostro de entre las sabanas llevándose otro susto.

— ¡AHH! —Wonwoo estaba sentado en la esquina de la cama, observándolo.

— ¿Estas bien? —Ni si quiera parpadeó ante el grito.

— ¿Qué si estoy bien? Santo susto que me he llevado ¿cómo logras entrar sin hacer ruido?  —Y es que la madera crujía al pisarla pero eso no sucedía con el azabache.

  — Aún estas débil, debes dormir. Mañana revisaré tu pierna para ver como sigue—Tomó la vela que iluminaba a medias el cuarto y salió de la habitación.

Mingyu supuso que debido a la fiebre estaba alucinando, la curiosidad que despertó el anterior incidente podría traerle consecuencias graves. 

¿Pensaste que podrías escapar? ➳MEANIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora