Oh, ¡un acantilado! ¿y ahora qué?

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21/08/2016
3:00 am

¡Jefe! ¿quiere una ayudita?

Esas simples palabras hicieron a Percy suspirar de alivio y levantar la comisura de sus labios.

Miró el cielo, tratando de agudizar la visión y distinguir algo entre la oscuridad de la noche, algo a parte de las estrellas y la luna, la cual proveía una poca luz natural. No suficiente, pero útil como para no tropezar con algún árbol. Por desgracia no contaba con el brillo de contracorriente, prefería no dejar al descubierto su ubicación más rápido de lo que sería.

Ya acostumbrado a la poca iluminación, se dejó llevar por el sonido de agua corriendo, posiblemente algún río no muy lejos de ahí, pero que, con todo lo que ocurría, unos cuantos metros parecían convertirse en kilómetros.

Su objetivo principal era llegar al agua. Eso era lo único que necesitaba por momento. Podría recargar fuerzas y quizás alcanzar a curar una de las múltiples heridas a lo largo de su cuerpo, la de su pecho, al menos. Sin ambrosía y sin néctar, no podía hacer mucho por curarse en el camino, nada más que confiar en su instinto y hallar agua.

Lo que rompió el silencio sepulcral del lugar, fue la pared de rocas y escombros que había caído del edificio del que escapó, además de unos salvajes ladridos. Esa fue su gran señal para correr de nuevo hasta que las heridas ligeramente cicatrizadas de hacía algunos días volvieron a abrirse y su camino se terminó en un acantilado. Podía escuchar los relinchos de Blackjack a lo lejos, probablemente intentando escapar de algo. Se escuchaba enojado, casi con algo de miedo y si no supiera que era su pegaso con pelaje negro, hubiera podido intuir que era Arión. Con la cantidad de maldiciones que soltaba... quizás había estado siendo mal influenciado.

Pronto, su atención volvió al gran monstruo frente a él, quien estaba a menos de un metro de distancia, pasando su lengua por todo su hocico, como si ya saboreara la victoria: la carne semi-divina de Percy fresca y en trocitos.

Percy tuvo que pensar rápido. Con todos sus sentidos despiertos, sintiendo incluso las gotas de humedad del ambiente sobre su piel, el sonido del agua, del viento moviendo las hojas de los árboles y, cuando el animal saltó sobre él, blandió su espalda directamente al costado del monstruo, sacándole un rugido de dolor.

Se quedó pasmado algunos segundos, esperando que en algún momento el animal se redujera en polvo, pero lo único que sucedió antes de que le llegara un zarpazo a un costado de su abdomen fue ver como parentemente, el corte solo lo había hecho enfurecer aún más.

21/08/2016
3:40 am

Annabeth sentía que en algún momento su cabeza explotaría.

Entre todas las cosas que ocurrían no era capaz de encontrar lo que más importancia tenía y lo que más inteligente era de resolver. Las cosas en el campamento solo parecían ir de mal en peor. Percy seguía sin dar alguna pista de su misión, mientras que Annabeth se trataba de convencer que estaba bien y que sí, efectivamente era una misión. Una bastante larga e imprevista, pero que era una más entre muchas.

A pesar de eso, sentía que algo iba mal. Y quería convencerse de que esos imprevistos ataques por parte de los monstruos era pura venganza, aunque aquello no explicaba cómo podían cruzar la barrera mágica. No podía evitar ese cosquilleo en su espalda al pensar en el asunto. Más que un presentimiento, se trataba de una sensación, algo que la recorría y le hacía querer emprender una misión por su cuenta para ir a buscar a Percy, asegurarse de que estaba sano y salvo para con más cabeza resolver... algo. Lo que sea.

Y lo que más anhelaba en esos momentos, era ver y escuchar a Percy. Solo deseaba... asegurarse de su corazón latiera, sus pulmones tuvieran oxígeno y que si era posible le sonriera, que le diera una de ésas encantadoras sonrisas que le transmitían calma.

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