Luca B

01

—Oh vamos Chris, quédate. La noche aún es joven, nosotros también—insiste Caleb, reconocido y afamado inventor para muchos, con el ingenio y creatividad que tanto lo hacen destacar, fue quien dio a las tan famosas maquinas humanoides, llamadas Leyla, la capacidad  de expresar pensamientos e ideas como si tuviesen voluntad propia, todas y cada una siguiendo un manual con opciones múltiples para cada ocasión.

Caleb, con 28 años de edad es considerado un genio e incluso sigue pareciendo algo sofisticado sosteniendo esa copa de Martini entre sus dedos rugosos y sonriéndole a Chris de forma divertida. Es uno de sus amigos más cercanos, si no es que el único que aún se interesa por lo que le suceda.

Chris niega casi de inmediato. Ni siquiera sabe porque está ahí en primer lugar, en una fiesta con todas esas personas importantes cuando lo único que él hace es escribir libros que nunca venden lo suficiente.

Pero hey, el chico sigue corriendo con suerte, su padre es el vicepresidente de una de las empresas más importantes del mundo, de las cuales cabe destacar solo hay dos plantas en existencia: una en Japón y esta, la de Vancouver y aunque su trabajo actual no le de lo suficiente nunca le hará falta nada.

Gracias a papá.

Su padre había insistido en que estudiara ingeniería cuando él seguía siendo un niño, cuando aún podía convencerlo de hacer su voluntad, pero Chris siempre supo que lo único que quería era expresar sus memorias e ideas y plasmarlas en letras, y aunque las ventas no son muy buenas él se mantiene positivo.

Después de todo, es un chico de 25 años con potencial y recursos suficientes, pueden salir muchas cosas buenas de él.

—No puedo quedarme más—dice con el mismo rostro sin emoción que ha estado mostrando desde hace más de cinco años, desde que perdió a la persona más importante en su vida en un accidente.

Todos se han acostumbrado ya a ese rostro.

Caleb da un último trago a su bebida y se apresura a salir del cautiverio en el que lo tienen los cuerpos de todos esos físicos y científicos, todos tan hábiles e ingeniosos, Chris no podría sentirse más fuera de lugar aún si lo intentara.

Chris espera paciente de pie hasta que Caleb llega hasta él y lo aprieta en un abrazo que casi le saca el higado por la boca.

—¿Entonces cuáles son tus planes para esta noche pilluelo?—Pregunta con una sonrisa floja y guasona, arrastrando a Chris a la salida del bar—¿ver Dance moms hasta explotar? el show es más viejo que mi abuela, la nieta de Maddie es mas vieja que mi abuela, no sé que le encuentras de atractivo.

—No tengo planes, solo iré a dormir—responde en un bufido, tratando de quitárselo de encima, eso solo hace que Caleb lo abrace incluso con más fuerza.

—No seas tan aburrido, todos allí adentro esperan por ti—menciona en un puchero, como si algo tan bajo fuera a convencer a su amigo.

“Lo dudo” piensa.

No es solo su increíble diferencia en habilidades o entendimiento lo que lo hace tan diferente a ellos, es también su personalidad tan simple.

Aunque se la pasan entre números y circuitos, Chris puede decir que tienen un sentido del humor más desarrollado que él.

Él solo se sienta ahí, observando y deseando irse a casa, día tras día.

—Estoy cansado Caleb, solo quiero ir a dormir—intenta convencerlo, Caleb está apunto de refutar, ya está abriendo su boca para ello—prometo compensarte cualquier otro día ¿De acuerdo?

Caleb no luce muy satisfecho sin embargo, siempre ha sido difícil de convencer pero entonces una pequeña luz cruza sus ojos pardos y vuelve a sonreír como antes.