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—Pero miren quién acaba de llegar, es una sorpresa tenerte aquí… en realidad no, considerando que has pasado más tiempo en mi casa los últimos días que en la tuya ¿No estás pensando en traer tu tapa de baño para hacerlo oficial?

Chris nuestra el dedo de en medio a Caleb, quién burlón, devuelve el gesto.

No queriendo admitir que lo que dice es verdad y que la única razón de su insistente presencia está acostado sobre su estómago en el piso de madera y jugando Scrabble con Caleb. Tiene prendedores rosas sobre su cabeza blanquecina y una sábana que cubre la mitad de su cuerpo.
No que haga frío pero Noah siempre hace lo que quiere.

—¿Cómo van los marcadores?—pregunta acercándose para luego sentarse junto a ellos de piernas cruzadas—No olvido lo malo que eres en los juegos de mesa—apunta a Caleb.

—No voy tan mal—se queja—hemos jugado unas diez veces y Noah solo ha ganado unas…

—diez—se mofa Noah desde el piso.

—No puedes ganar tanto, es malo para tu salud—lloriquea.

—No es su culpa que seas tan malo en esto.

—No es mi culpa ser bueno solo en cosas importantes—repone Caleb insolente.

Y Noah acaba de hacer otro punto.
El problema de Caleb siempre ha sido su incalculable ego, inclusive ahí, viendo el tablero Chris nota que Caleb ha intentado hacer palabras difíciles  durante todo el juego, mientras Noah se va a lo sencillo y toma las palabras más simples.

Además es el único de los dos que no luce como si el juego fuese de vida o muerte, relajado y con manos grandes moviéndose con elegancia, Noah mantiene su compostura.

Mira a Chris con picardía cuando hace que Caleb se tome de los cabellos y Chris apenas puede devolver una sonrisa medio decente antes de que Noah se vuelva a girar.

Han intentado que las cosas no sean incómodas entre ellos, Noah lo hace de puta madre, Chris por otro lado… hace lo que puede.

Tiene que lidiar con su enredada culpa que aún no da tiempo a sanar y con su atracción a Noah volviéndose cada día más real y sofocante.

Se siente de nuevo como en los días de colegio, la adrenalina interior que siente cuando sabe que lo va a ver, sus ojos inquietos de un lado a otro para captarlo en una oportunidad y sus manos sudando cuando está cerca.

Es difícil lidiar con eso otra vez.

—¿Hola? tierra llamando a Chris.

Chris parpadea ante la mano de Caleb sacudiéndose frente a su cara.

—Si dejaras tus fantasías un rato te darías cuenta de que ahora estás jugando y también estás perdiendo.

Chris mira instintivamente hacia abajo y nota que, en efecto, ahora es su turno de perder.

—Al menos ya no soy el último—suspira Caleb aliviado.

—No puedo apenas entrar y estar perdiendo, no estás respetando las reglas—se queja.

—Las reglas son estúpidas, yo hago mis propias reglas.

Chris rueda los ojos, dispuesto a discutir cuando su celular vibra y al sacarlo del bolsillo nota que es nada más y nada menos que Marco.

Marco, un rubio con acento francés, tatuajes en la espalda y su actual “algo”.

Nota a Noah echar una mirada discreta sobre hombros y volver a su lugar como si no hubiera visto nada.
Chris murmura un “disculpen” y se aleja para atender la llamada, Caleb mira de forma breve a Noah y continúan jugando.

Luca B Donde viven las historias. Descúbrelo ahora