Lo último

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El sol estaba en su máximo esplendor cuando LuHan abrió los ojos, la sonrisa de felicidad que curvaba sus labios no podía ser más grande. Al asomarse por la pequeña ventana del avión y ver que por fin había aterrizado sintió unas enormes ansias carcomiéndole por dentro, las palmas de sus manos sudaron frio y miró a su lado derecho; encontrándose con el rostro de SeHun quien plácidamente dormía con la boca ligeramente abierta y soltando unos leves ronquidos.

—SeHun-ah, hemos llegado, despierta. —musitó mientras movía el cuerpo de su menor de un lado a otro, SeHun debía de estar muy cansado para no haber despertado cuando el avión aterrizo. —Dormilón.

Siguió intentándolo, meneando el cuerpo mientras veía como la gente empezaba a prepararse para bajar del avión. Las voces comenzando conversaciones iban en aumento, la gente se aseguraba de no dejar nada en los asientos y lentamente SeHun iba abriendo los ojos, parpadeando repetidas veces para acostumbrarse a la luz.

—¿Por fin llegamos? —preguntó con la voz ronca, LuHan asintió con entusiasmo.

—Sí, así que vamos, termina de despertar. —dio unos cuantos golpes en su hombro para volver a ver por la ventana.

Después de varias horas viajando, por fin habían llegado a su preciosa China. Había pasado un largo tiempo desde que no estaba en su país natal. Incluso cuando se casó, viajaron hasta otro país para poder hacerlo. Oh, vaya, realmente no sabía cuánto había extraño a su país hasta que por fin estuvo ahí.

Una vez los dos fuera del avión, combinándose con la demás gente dentro del aeropuerto, SeHun veía a su alrededor mientras caminaban, una mano agarrando la maleta para deslizarla sobre el piso mientras que la otra sostenía fuertemente la de un muy emocionado LuHan. Era una cosa muy curiosa en realidad, SeHun bien lo sabía al igual que su billetera, porque su ahora esposo LuHan había insistido en ir a China para su luna de miel cuando ellos habían ido a Canadá para casarse. Había insistido en que fueran a algún otro estado de Canadá para pasar su luna de miel, pero LuHan se puso terco y no quería su primera pelea de casados, no tan pronto por lo menos.

—¿Le avisaste a tus papás que vendríamos a China? —preguntó SeHun, subiéndose al taxi que momentos antes había detenido.

—Nop. —contesto sonriente. —¿Para qué? Este tiempo será sólo para ti y para mí.

SeHun bien sabía que casarse con LuHan había sido una de las mejores decisiones que pudo haber tomado en toda su vida, claro, después de haberle pedido que fuera su novio, desde ahí había empezado su historia. La emoción que sintió cuando LuHan dijo que aceptaba ser su esposo fue demasiada, jamás se sintió tan emocionado como en ese momento, sintió que incluso podía gritar mientras lloraba. LuHan sin duda era lo mejor que le había pasado en la vida.

—¿Y qué tienes planeado? Tú conoces mejor Beijing que yo.

—No tengo nada planeado. —LuHan rio mientras veía por la ventana, la ciudad estaba impregnada de su montón de ciudadanos, el jolgorio era audible, sin duda alguna. —Pero podemos ir a comer y luego, no sé, ir por ahí. —separo su mirada de la ventana para mirar a SeHun, su mano viajo sigilosamente por el asiento hasta tomar la mano del menor. —Lo que hagamos está bien mientras estemos juntos.

Con una sonrisa que no expresaba más que felicidad, SeHun negó con la cabeza y dio un leve apretón a la mano de su esposo.

—Estás loco. —musitó. —Hicimos que todos nuestros amigos fueran hasta a Canadá para que estuvieran en nuestra boda y luego básicamente los abandonamos ahí y ahora aquí en China no tienes idea de que hacer. —se inclinó ligeramente hasta que sus narices rozaban, sabía que el taxista los estaba escuchando y posiblemente viendo, pero ellos habían dejado de esconderse de todas las personas que pudieran juzgarlos, les daba completamente igual ahora.

Can't cover upDonde viven las historias. Descúbrelo ahora