Capitulo 7

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Nada más salieron los primeros rayos de sol Grant y yo salimos en dos caballos por la puerta de atrás intentando ser vistos lo menos posible.

-¿Qué va a ocurrir?- me preguntó cuándo llevábamos casi medio día de camino.

-Aún nos quedan más o menos tres días de camino antes de llegar a la zona rocosa. Está a las afueras del ducado de Big Rock.

-Pero... ¿ellos no son el enemigo?

-Sí- le contesté-. Si fuesen aliados serían dos días hasta llegar a las afueras de Big Rock, pero hemos sumado un día por seguridad.

-¿Y después?

-Entraremos en el territorio de las brujas. La corona tiene un pacto con ellas, ellas no nos atacan y nosotros las dejamos vivir en paz en la zona rocosa, donde están la mayor parte de las hierbas que ellas utilizan.

-¿Nos recibirán bien?

-Alguno si, otros no tanto y si nos ven como una amenaza nos atacarán.

-¿Tendremos que adentrarnos mucho?

-Un día y medio de camino- le contesté-, buscamos a unas brujas muy especiales, hay pocas como ellas. Son la realeza de su especie. Solo ellas pueden ligar dos vidas y no lo harán gratis.

-¿Qué van a pedirnos?

-Les traigo tres diamantes, son importantes para algunos de sus rituales y si no es suficiente les daré mi sangre.

-¿Para qué?

-Para sus rituales. Puede que también quieran un poco de la tuya.

-¿Cómo será?- me preguntó, parecía asustado, aunque lo ocultaba​.

-No lo sé, pero estaré contigo. Hace siglos que nadie lo hace, ligaban la vida de bebés que nacían moribundos a sus hermanos o sus padres o cosas así, incluso gente procedente de otros planetas con una esperanza de vida más baja, cómo vamos a hacer nosotros.

-He leído sobre ello- me dijo-. Soy un especialista, no debería estar asustado por un poco de dolor.

-Si no estuvieras asustado no serías humano, yo también lo estoy- confesé.

-¿Tú también lo has leído?

Yo sólo asentí. Claro que había leído los libros y había escuchado historias. Historias de gente suplicando que la matasen en medio del bosque por culpa del dolor. Me sentí tremendamente egoísta.

-No lo hagamos- le pedí parando mi caballo.

-Tenemos que hacerlo- me dijo-. Ya lo hablamos, no vamos a hacer pasar a un bebé por esto y soy yo o nuestros hijos... cuando los tengamos.

-Lo sé, pero no quiero hacerte pasar por esto.

-¿Un poco de dolor a cambio de estar contigo durante siglos? Podré con ello.

-Eres estúpidamente romántico ¿lo sabías?

-No te acostumbres.

-No me pongas tan fácil acostumbrarme- le sonreí mientras reemprendíamos el viaje.

O.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o

-Ahí hay un pueblo perteneciente a la corona- dije señalando unas luces a unos cuantos metros de nosotros-. Pasaremos la noche allí, hay un sitio donde duermen los enviados de la corona.

-Vale.

-Actúa como un soldado, como si protegieras a una noble. No sé si me reconocerán y si no lo hacen lo mejor es que no sepan que yo soy la reina.

La herederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora