26✨ A donde fueras haz lo que vieres

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La mirada de Agustín se veía a tal punto en que explotaría. Le había soltado una Verdadera Bomba... Tal vez debí de haber sido un poco más "Sutil".
- Olvídalo. - rodeé los ojos intentando mostrar ofuscación, pero Agustín continuó.
- ¿Por qué Pauly podría enojarse por Gale? ¿Fue por el Beso?
- Agustín...
- Pero si se acababan de conocer, ¿No?
- Agustín Es que...
- ¡No entiendo nada! ¿Lo conocían desde antes?
- ¡Agustín! - grité ahora con frustración en mi voz. Él se quedó callado ante mi grito, hasta que retomé correctamente la respiración. - Lo conocimos mucho antes, hace bastantes años, allí mismo, en Cova. - Agustín frunció el ceño, totalmente confundido.
Se quedó callado, observándome con detenimiento. En ese instante no pude pensar en nada mas aparte del beso de Gale, y en cómo me sentí al respecto. Era la primera vez que lo hacía desde que había ocurrido.
Si, sabía cómo me sentía respecto al beso por parte de Pauly; sabía que me sentía incomoda. Sin embargo, aún no me había preguntado cómo me había sentido respecto al mismísimo beso, respecto a tener los labios de Gale sobre los míos. Me sentí mierda, cuando descubrí que me sentía bien.
Después de soltarle a Agustín “la bomba”, decidí excusarme con que necesitaba una ducha. Agustín, el cual parecía estar todavía en la parte de “Pauly está enojada por lo ocurrido con Gale”, no dijo nada y solamente se limitó a asentir mientras miraba a la nada absoluta.
Ese día en la noche, me fue muy complicado poder dormir. Muy apenas cerré los parpados.
⚫⚫⚫
- ¡Vamos! – insistió Lucille a través del teléfono.
- Lucy… - suspiré. No tenía nada de ganas de ir a Fonseca, menos sabiendo que posiblemente estaría Pauly con su cara de raqueta. ¿Qué tal si se emborrachaba y decidía tirarme una botella a la cabeza? Me podría llegar a matar. Lo mejor sería quedarme en casa, viendo tal vez alguna clase de Maratón de Grey´s Anatomy en Italiano, cuando obviamente ya lo había visto en inglés. Y no era que lo hubiera investigado para poder tener la excusa de “Hay maratón de mi programa favorito en la televisión, y casualmente no vi el inicio de la segunda temporada”, pero me había enterado que era a las 8:00pm, por el canal 34. Coincidencia.
- No tengo nada de ánimos de salir. Menos a Fonseca, huele a caballo.
- ¿No te gustan los caballos? – chilló desde el otro lado. – Ya, no te daré opción. Pasaré por ti en veinte minutos, así que espero que hayas tomado un baño. – y sin más, colgó.
Esa chica sí que era una media neurona.
¿Qué más podía ser? Recibir una amenaza de Lucille era posiblemente más peligroso que recibir la amenaza de algún terrorista; si ella te decía algo, lo cumplía. Me había constado en los últimos cinco días en los que nos hicimos “amigas” hablando por Chat hasta las madrugadas. La verdad, me hacía reír, aparte de que me distraía de mis estúpidos pensamientos – y sentimientos- sobre el idiota y perfecto de Agustín. Suspiré. Sabes que estas Jodida cuando lo malo de una persona no llega al alcance de tus ojos.
Gracias al cielo, ya estaba totalmente aseada, y sería cuestión de arreglarme. Fui hasta el closet, y miré un tanto confundida a lo que podría ponerme… descubrí entonces que no tenía nada como para ese Club en Fonseca. ¿Qué se suponía que usaba una chica de 19 años en unos lugares como esos? En Boston era extraño que yo saliera a otro lugar que no fuera el instituto, o algún café para escribir en mi notebook, sola, con música de fondo mientras me inspiraba en las personas que estaban sentadas alrededor, y un delicioso café Starbucks en mano. Pero, ¿A clubes? Salí una vez, con una amiga que me convenció (más bien conocida compañera de la escuela, ya que ¿Amigas? Realmente no tengo) y no me fue muy bien que digamos. Para empezar, usé un nada-apropiado-vestido que hizo que inmediatamente a la entrada me intentaran prohibir el paso gracias a que parecía menor. Dios… que vergüenza.
Sin embargo, tenía entendido, en ese famoso Club había una sección de Bar donde regularmente iban adultos a fumar y tomarse una copa de vino o quizás tequila. Podía irme para ese lado, y dejar a todos en el otro con su música estridente y con sus bailes de cuerpo a cuerpo. No necesitaba ser parte de eso, no ese día. Más bien, nunca.
Gracias a la deducción anterior, conseguí atinar a unos Jeans, una blusa “bonita” de Hot Topic, y unos vans rojos. Sentí placer ante la idea de una refrescante cerveza.
⚫⚫⚫
Pero no. Parecía, más bien, era obvio gracias a la mirada de Lucille al verme con unos vans, que así no se podía ir a Fonseca, no a ese club. Sus ojos prácticamente se salieron de sus orbitas cuando abrí la puerta y se encontró con ese adefesio de persona que pretendía ir a tomar solamente una cerveza en la soledad de una tabla con el camarero secando vasos frente de ella. Esa era la “Esencia Caro”, sin lugar a dudas.
- Dime que estás bromeando. – suspiró y cerró los ojos. Entonces, me sentí idiota.
Si yo no fuera la persona que soy, hablando físicamente, me gustaría ser como Lucille. Tampoco es que estuviera “enamorada” de mi propia imagen, era más bien que casi no me fijaba en eso. Recuerdo vagamente los regaños y los exfoliantes que Ronny untaba sobre mi cara para poder cuidar mi piel… supongo que se sentía niñera de mi cutis al ver que yo no hacía nada para cuidarlo. En cambio, quizás era porque así era ya su piel o por que realmente le ponía empeño, pero Lucille tenía la piel de una muñeca nueva de porcelana recién salida del paquete de fábrica. Su cabello ondeaba suelto y liso a muerte hasta su media espalda; sus ojos grises resaltaban increíblemente gracias a ese delineador negro intenso que tenía debajo del ojo, y aparte de todo su ropa, tan femenina como yo jamás lo podría llegar a ser. Lo más femenino que podía usar eran quizás unos lentes rosados comprados en Hot Topic – mi tienda favorita- o tal vez unos pantalones de colores. Claro, si a eso se le puede llamar femenino. Pero Lucille parecía una delicada muñeca que en cualquier momento se rompería.
- Solo quiero una cerveza. – objeté cabizbaja. Ella me miró con reproche.
- ¿No tienes algo más de fiesta? – alcé los hombros y negué con la cabeza. – vamos a Bailar, Carolina. Somos jóvenes, bellas, y solteras. Al menos hasta donde me has contado, lo eres, y yo sé que lo soy. – chasqueé la lengua. – no somos vejestorios que están hartos de su vida y se van a tomar una cerveza después de un día de oficina o una discusión con su marido.
- tal vez no, pero no soy de fiestas.
- Lastimosamente, todos a tu alrededor sí. “A donde fueres, haz lo que vieres”.
⚫⚫⚫
Jamás había conocido a alguien tan… tan Lucy.
La chica me llevó hasta su casa – unas cuantas cuadras sobre la colina, entrando por calles que vagamente conocía- Y contra mi voluntad me llevó a su habitación, más exactamente, frente aquel gran armario que tenía miles y miles – exagero – de cosas entre blusas, zapatos, jeans, faldas y accesorios.
Estoy segura de que mi cara en ese momento era pánico total, ya que Lucille al verme soltó una fuerte carcajada.
- ¿Ves? Ya son las nueve treinta. En lo que termino contigo y llegamos a Fonseca darán las Once. – suspiró mientras que me tomaba de los hombros, y me sentaba a la orilla de su cama. Posó su mano derecha en su quijada, mientras que recargaba su codo en su brazo izquierdo cruzado, mirando con dedicación y un tanto de astucia. - ¿Qué talla eres?
- ¿Chica? – contesté intentando no parecer idiota si es que me equivocaba en el registro de tallas y esas cosas.
- Hmn… - hizo un pequeño mohín, observándome. – eres delgada. Tienes buen cuerpo. - ¿Debía de agradecerle por el alago? O bueno, primero, ¿Lo consideraba alago? - ¿Haces ejercicio?
- Tomé la rutina de correr todas las mañanas con mi hermana una hora. A veces dos.
- Entonces, tienes buena pierna también… - sonrió de oreja a oreja. – debes de ser más o menos de mi talla. Ya tengo lo que usarás. – dijo la chica con una sonrisa que no le cabía en el rostro.
Lucille corrió hasta su tocador, donde sacó todo un kit de belleza que parecía ser hasta profesional. La chica lo dejó a un costado mío, mientras que sonriente me tomaba del rostro. Me sacó las cejas, polvo, maquillaje – la verdad no sé qué sucedía con esas cosas, solo sabía que era incomodo, y hasta un poco doloroso – rubor, le puso una espuma a mi cabello, lo peinó, secó, hizo risos en él. Me delineó los ojos, agregó sombra y efectos a colores morados y tonos rosados. Al menos, eso era lo que me decía que hacía, ya que no quería que me viera en el espejo hasta que terminara conmigo. Una vez que pareció satisfecha de convertir mi rostro en maniquí en exhibición, me llevó hasta su armario. Sacó una falda corta – dos manos debajo de los glúteos- blanca, totalmente pegada a mi piel. Para la parte posterior tomó una blusa holgada con el frente un poco más corto que la parte de atrás. Torpemente, me empecé a vestir… me sentí como una clase de experimento de Lucy al intentar convertir a un adefesio en una clase de modelo región 89. O sea, la más horrible que pudiera llegar a existir. Era Carolina Kopelioff… no podía pedir tanto.
Después de su ataque contra la ropa – admito, estaba bonita – continuó quizás la mayor tortura… los zapatos. Y no, Lucille no era de unas cómodas vans rosadas que hicieran juego con la falda y la blusa color Rosa Mexicano, ella iba por lo grande y de altura. Nada más y nada menos que tacones: Mi mayor pesadilla.
- Sostente de mi brazo, y empiezas a caminar. – Bufó Lucille, - no puedo creer que no sepas andar en tacones, ¿Debajo de que piedra vivías?
- Nunca me han gustado. Si he usado, pero nunca tan altos. – dije con tristeza. ¡Y es que esos tacones parecían más grandes que una regla! Bueno, otra vez, exagero.
Al final me pude acomodar en unos bellos tacones de un tono blanco como el de la falda. Plataforma por el frente, y tacón delgado por detrás… eran de ese tipo de Tacones en los que Ronny Decía “Puedo comer Luego, esos tacones me alimentarán el ego”.
Aunque Lucy se veía un poco desesperada, fue bastante amable al momento de enseñarme –en un cortísimo curso de menos de 6 minutos y medio – como evitar caídas y parecer que todo estaba planeado. Siendo sincera, no entendí gran cosa de eso.
- ¿Lista? – preguntó Lucille con una sonrisa colgante. Sostuvo su espejo, y yo asentí con la cabeza. ¿Qué era lo peor que me podía encontrar? ¿Un payaso? ¿Un adefesio más falso que el plástico de Barbie? No lo sabía, ya que jamás me habían maquillado tanto, ni siquiera en graduaciones, y las únicas veces que Ronny lo había intentado, había terminado enfadada con ella, así que en una ocasión lo comprendió, y prefirió no insistir en el tema.
Pero…. No. No era un adefesio. No era un pedazo de plástico, ni una chica transformada en payaso. Era una chica… una chica hermosa. Su cabello brillaba intensamente y sus ojos resaltaban como semáforos gracias al delineador negro que lo rodeaba. Casi me voy de espalda al darme cuenta de que esa chica, era yo.

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Para mi Caro es linda no se de que se acompleja :|

💕AguslinaShipper💕

Una Escritora Sin Amor ~Aguslina~ «Adaptada»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora