Maratón 2/3
Bajé del taxi abrazando mi saco negro. El viento soplaba un aire frío del norte, y me hacía rechinar los dedos. Odiaba no poder ir de pantalones, cubriendo mis piernas, como la gente normal y de la clase baja —cómo yo— lo hacía naturalmente durante el invierno. Lucy bajó desde el otro extremo del coche, y una vez que se paró a mi lado en la banqueta, el taxi aceleró por la acera, alejándose calle abajo.
Y de repente, nos encontrábamos frente a la casa de los Bernasconi.
Desde la acera del frente, la casa parecía una nube de estrellas. Las plantas que estaban sostenidas por los bloques de concreto del muro frente tenían luces de cascada, y la gente entraba y entraba en autos, para que después los mozos tuvieran servicio de parking.
Se veía imponente; demasiada ropa extremadamente cara, demaciado lujo. ¿Que esperaba, realmente? Si era la familia Bernasconi de la que estábamos hablando, una familia que tenía una casa diferente para pasar cada estación del año.
Lucy y yo estábamos anonadas, observando como la gran mansión se empezaba a llenar de personas a quienes no conocíamos.
— ¿Aquí viven?
A Lucy por poco se le cae la quijada. La miré de reojo, y su rostro de sorpresa me llevó a aquel verano, cuando Agustín me mostraba su casa por primera vez. Mi expresión facial no había estado tan lejos de la expresión que Lucy tenía en el rostro en aquel instante.
— Si —contesté volviendo la vista hacia la casa, y soltando aire por la boca helada—. Lo sé. Yo reaccioné igual que tú.
— Si yo hubiera encontrado la casa por mi sola, posiblemente hubiera entrado esperando poder hospedarme; ¡Parece un hotel! —Chilló con las pupilas dilatadas, y yo sonreí.
— ¿Lista para entrar?
Pregunté mirando hacia la casa otra vez.
Aquella iba a ser una larga noche.
⚫⚫⚫
Nuestro nombre estaba en la lista. Que sorpresa.
El hombre de traje y moño que nos abrió las puertas nos sonrió. Una mujer joven de tez blanca y pelo rubio nos recibió de igual manera. Llevaba un sencillo vestido negro de coctel de tirantes, y su pelo recogido en una organizada coleta, cuyo pelo suelto le llevaba hasta los hombros. Sus ojos se posaron en nosotras, y nos mostró sus espectacularmente blancos dientes.
— ¿Me permiten? —Alzó ambas manos, y señaló con la palma abierta hacia nuestros sacos. Miré a Lucy, y titubeando un poco sacamos nuestros brazos de las mangas. La joven mujer tomó nuestros dos sacos negros, abrazándolos con el entre brazo extendido —. ¿Sus nombres?
— Carolina Kopelioff.
— Lucille Geraghty.
La mujer sonrió, y tomó dos etiquetas desde lo que parecía ser un simple forero. Escribió nuestros nombres en letra cursiva, y después los engrapó desde la solapa de nuestros sacos.
— Disfruten la fiesta— Dijo por último.
La mujer atendió a una pareja de adultos mayores que entraban justo detrás de nosotras, cuando Lucy y yo comenzamos a adentrarnos a la casa.
Había recordado esa casa por muchas, muchas razones, y sabía que mi mente a veces fallaba un poco en cuanto a los recuerdos, pero aquel lugar parecía simplemente... un palacio.
La casa había cambiado, sin lugar a dudas. Ahora, las escaleras tenían dos entradas desde ambos extremos de la gran sala, las cuales terminaban por unirse en una cúpula a lo alto y al centro. Al fondo, donde según yo recordaba, estaba la cocina —¿o era el comedor?— había otra gran sala, donde se veía a más y más gente, la diferencia es que la mayoría ahí bailaba la dulce música de una banda que tocaba sobre una pequeña tarima integrada por el evento.
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Una Escritora Sin Amor ~Aguslina~ «Adaptada»
FanficCarolina busca entrar a la universidad con una beca estudiantil, pero para eso tiene que escribir una historia de un tema en el que es totalmente inexperta... EL AMOR... #175 en romance. #80 en fanfic. #Terminada. Gracias por todo, gracias por tanto...