Miré el móvil con algo de miedo. Llevaba un año sin hablar con él, pero aún así no iba a ser capaz de contestarle.
Antoine lo vió y cogió él la llamada, pero la puso en altavoz.
–¿Diga?
–¿Quién eres y que haces con el móvil de Amil?
–Soy Antoine Griezmann y he cogido yo el móvil para decirte que dejes a mi novia en paz.
–¿Te das cuenta de que siempre quedas por detrás mía en todo, y ahora mi ex, que a mi ya no me sirve la estás usando tú?
–Mira, gilipollas. Amil no es un objeto. Yo le quiero, no como tú. Y fuiste un imbécil al dejarla escapar porque vale millones.
–Eres un perdedor, Griezmann.
–Eres un idiota, Ronaldo. Y que sepas, que cambiaría todos los goles de mi carrera por mantener a Amil a mi lado.
Miré a Antoine. Estaba muy tenso, se le notaba en el gesto de la cara. La acaricié la espalda y pareció relajarse.
–Bueno, Griezmann, te dejo, pero te recuerdo que estás besando y haciendo más cosas donde yo lo he hecho antes.
Cristiano siguió hablando pero Antoine le colgó.
–Me estaba poniendo nervioso.
Reí levemente.
–Antoine, entiendo que ahora no quieras ni verme, así que...
–Te quedas. Si hace falta te secuestro.
(...)
Tocaba derby. Miré al palco, las chicas estaban ahí. Noa tenía a Dani en brazos, que observaba el estadio. Habían pasado 4 meses muy rápidos. Ya estábamos en diciembre. Odiaba estas fechas, mi familia me odiaba y las pasaba sola, mientras los demás reían con sus familias. En estos cuatro meses, había empezado a trabajar de fisio en el Atlético y Antoine y yo estábamos saliendo oficialmente.
Noté como alguien tiraba de mi hasta el túnel de vestuarios.
–¿Me has echado de menos, preciosa?
–Déjame en paz, Ronaldo.
–Que malota, llamándome por mi apellido. Era mejor cuando lo gemías en mi cama.
–Déjame.
Agarró mis muñecas con más fuerza, haciéndome daño. Intentó besarme, pero me aparté y grité.
–¡Antoine! ¡Ayuda!
Intentó besarme varias veces mientras yo comenzaba a llorar. De pronto, un puño golpeó a Cristiano y me dejó libre.
–Te avisé que te alejaras de ella, Ronaldo. Te avisé.
Antoine me abrazó y fuimos hacia la zona colchonera. Ahí, me quitó las lágrimas de las mejillas y estuvo tranquilizándome.
Yannick salió del vestuario y se preocupó al ver mis muñecas, que estaban completamente rojas.
Entre todo el equipo, lograron que me sintiera mejor.
El partido comenzó. Ningún equipo lograba convertir un gol y el árbitro estaba a favor del Madrid. Antoine y Ronaldo llevaban todo el partido con un rifirrafe continuo. En la última jugada de la primera parte, Cristiano se desentendió del balón y entró a Antoine por detrás, lo que causó el gritó de dolor del francés y que el portugués viera la tarjeta roja.
Salí rápidamente a atender a Antoine. El árbitro pitó el descanso y yo me quedé atendiendo a Anto en el cesped.
–Anto, solo es un golpe. –dije mientras le masajeaba la zona afectada. Veía su expresión de dolor. –¿Te estoy haciendo daño?
Negó.
–Me estás ayudando. Ya casi no me duele.
–Ahora, tienes que demostrarle que eres mejor que él. Que después de todo lo que te ha hecho esta primera parte, te vas a levantar y vas a marcar. Y que él lo vea desde el vestuario, porque está expulsado. ¿De acuerdo?
Antoine sonrió y le ayudé a levantarse. Probó la pierna, y, al no notar molestia, continuó jugando. El partido terminó con un contundente 0–4 a favor de los rojiblancos, con un hat-trick de Anto y un gol de Yan, dedicado al pequeño.
–Hoy hacemos cuatro meses. –dijo Anto cuando me acerqué a él tras acabar el partido. –¿A dónde quieres ir a cenar?
–Que te parece cenar tranquilamente en casa y celebrarlo después. –dije metiendo la mano por su camiseta y acariciando sus abdominales.
–Gran idea.
Entonces, Florentino Pérez apareció por el túnel de vestuarios y se acercó a nosotros.
–¡Amil, cuánto tiempo sin verte! –dijo sonriendo. –¿Por qué no vuelves al Madrid? Siento mucho lo que ocurrió el año pasado.
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A tu lado (Antoine Griezmann)
Historia CortaUna ruptura que causa que su imagen se vea dañada. Un chico que hará lo posible por enamorarla. Ella solo quiere estar tranquila. Él le enamorará, ¿o tal vez no?