Capitulo 32: "Me llamaste amor "

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Povs Stephen (escuchen la canción, en mi opinión define mucho como es su relación)

Llegamos a la casa y Cami ni siquiera me hablaba, en realidad me siento acorralado, me siento como un león enjaulado sin saber qué hacer, sin saber que paso dar. Sus miradas durante el trascurso fueron filosas y sus respuestas cortas, habló lo justo y necesario. Y su comportamiento me hacía sentir mal, incómodo.
Y sí, lo tengo más que claro. Sé perfectamente que lo que me tiene de este modo son mis sentimientos, es todo lo que ella me hace sentir.
Hace ya varios minutos estoy parado en el pasillo frente a su habitación, he oído como se detuvo el sonido de la ducha debatiéndome entre dar el paso o no.
Lo haré, no puedo estar mal con Camille; doy dos toques suaves a la puerta antes de girar el pomo para hacerme paso en su habitación, aquel cuarto que ella misma se había hecho de tiempo para decorarlo con su estilo. Sus paredes eran blancas pero el toque de color le daba cada uno de los cuadros y guirnaldas colgados en este.
La busco con la mirada y la encuentro sentada con las piernas cruzadas en su cama con sus auriculares ya apartados para oír lo que vengo a decirle y su cabello húmedo cayendo sobre sus mejillas. Y cuando nuestras miradas se cruzan todo se torna frío y algo incómodo ya que su mirada es inquisidora y de reproche, y a mí de tal solo sentir el olor de su jabón se me olvidaron todas las palabras.
Y es que ella es eso, ella es mi laguna mental, la que me desconecta, la que tiene toda mi atención, con la que me vuelvo completamente maleable y vulnerable. Y sin embargo no sé cómo hacer para que se dé cuenta ya que las palabras se me traban en la garganta y forman un nudo muy doloroso que me quema; no tengo la menor idea de cómo hacer notar mis sentimientos o mis buenas intenciones; pero de lo que en verdad estoy seguro es de que quiero protegerla de todo… si es posible hasta de mí mismo.
—Me mentiste —pronuncia ella, se oye como ácido.
Yo bajo la mirada, derrotado, desnudo ante sus ojos.
—No te mentí —decreto.
— ¿No lo hiciste? Solo me ocultaste la verdad ¿no? Stephen.
—Tuve que hacerlo Camille.—susurro
— ¿Por qué? ¿Cuál fue la necesidad? ¿Con que derecho? —me inquiere y sus ojos se llenan de lágrimas, por lo que aparto la mirada— Respóndeme —alza la voz.
— ¡Lo hago para protegerte!¿ No entiendes? No quiero que estés metida en toda mi mierda, no quiero que corras riesgos.
Y el silencio se sitúa en la habitación burlándose de nuestras respiraciones nerviosas, y ella se acerca a mí a pasos lentos, yo no puedo hacer nada más que solo analizar sus movimientos, y sentir como mi corazón late acelerado cuando llega frente a mí con sus ojos clavados en los míos y sus manos delicadas sobre mi pecho. Su suave perfume se cuela en mi nariz, así que me inclino para unir nuestras frentes y cierro mis ojos disfrutando de su cálida respiración sobre mi rostro.
—¿Qué sientes Stephen? —susurra Cami.
Yo solo deseo que responder sea tan fácil como haberlo preguntado. No puedo, las palabras no salen y mi corazón me juega en contra latiendo desesperado contra las manos de Camille.
Cuando los segundos pasan y siento que Cami se remueve esperando una respuesta mía, elevo mi mano hasta su nuca y la acerco para así unir nuestros labios en un beso casto que ella recibe con parsimonia moviendo sus labios sobre los míos.
Me separo un poco de sus belfos para seguir una línea se besos sobre su mejilla, hasta su oído; resoplo un poco causando que su piel se erice.
—Déjame demostrártelo —murmuro suave haciéndola retroceder unos pasos hasta chocar con el borde de la cama— solo déjame ser, trata de comprender.
Ella suspira una respuesta afirmativa y yo la rescuentro entre la suavidad de sus edredones para hacerme cargo de su cuerpo, devoró su cuello con besos tranquilos y significativos, un cosquilleo se hace presente en mi pecho y recorre toda mi anatomía adueñándome de emociones.  Camille con delicadeza se deshace de mi chaqueta de cuero y desabrocha mi pantalón.
Sus labios llenos y húmedos por mis besos sueltan jadeos ardientes y suplicantes cuando mi mano viaja sobre su plano abdomen y se cuela entre la suave tela de su vestimenta superior, acariciando con un roce fantasmal su seno, la muchacha bajo mi cuerpo aquea la espalda con una mueca forzosa en su rostro; experimentando en un intento vago de amar lo que es el placer del tacto sobre sus zonas prohibidas. Cada parte de su cuerpo es un rincón que me memorizo para obtener las mismas reacciones siempre que desee, trato su cuerpo con suma exquisitez y admiración, mi mirada se detiene en cada trozo de dermis para embelesarme con la perfección de su femíneo cuerpo  bañado de curvas sutiles que acrecienta mi deseo.
Mis labios toman su posesión desde el hueco de sus clavículas hasta la línea de división de dos de la convexidad de dos senos adornados con unos botones rosados que me encaminan a  la línea alba que detiene mi andar en su ombligo. Retorno mi camino para encontrarme con sus carnosos labios mientras sus manos luchan por desprender su propio pantalón y yo simulo una embestida rozando suave su intimidad bajo la ropa. Mis manos acarician sus costados y se hunden en sus caderas; suspiros me quitan de quicio  bloqueando mi mente de la forma en que las prendas se desvanecieron de nuestros cuerpos terminando así ambos desnudos. Entre besos y caricias, un baile de lenguas y nuestro juicio desconectado de la realidad nos lleva al mundo del éxtasis cuando nuestras zonas peligrosas se rozan y mi miembro se desliza hasta lo más profundo de su calidez, su corazón tamborileando contra mi pecho y nuestros movimientos son acompasados, lleno de sentimientos, sin necesitar palabras.
Ella se separa para ladear la cabeza y darme espacio en su cuello, haciéndome cargo yo mismo de demostrar lo que tanto mis labios quieren acallar, expresando todo aquello que Cami me hace sentir; en mis oídos tronan un lamento cuando ella se retuerce llegando al orgasmo y yo siento como mi fluido se escapa llenándola.
—No quiero que nada te suceda; prefiero morir antes que no hacer nada para protegerte amor —balbuceo exhausto y me recuesto a su lado.
—Me… me dijiste amor —oigo la melodía de su voz suave susurrar, mas eso se estanca en mi corazón cuando mis ojos se cierran para quedar dormido con la mujer más bella entre mis brazos.

Acá otro capitulo, se los debía 😙
Escrito por mi hermosa escritora coconbleu ,amo tus smut ❤

You Save Me [En Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora