Kara Danvers

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Soy la hija pequeña de los Danvers de California. Siempre han sido gente de campo, entregados a sus viñedos y producción de vino. No son una gran bodega, pero presume de ser de calidad.

He sido una niña muy querida y mimada por todos. Tengo sólo una hermana, Álex, mayor que yo. Mis padres son muy amorosos. Tengo muchos tíos y primos. Los Danvers dan mucha importancia a la familia y cuando nos juntamos todos llenamos toda la mansión.

A parte de Álex, también me llevaba muy bien con mi prima Jane. Las dos teníamos la misma edad. Las tres, de hecho, hacíamos un buen trió. En la adolescencia, Jane se desarrollo muy pronto. Era una chica muy hermosa. Sus ojos azules risueños, alta, delgada, su melena castaña oscura impoluta. Me gustaba estar con ella, abrazarla, sentir su sonrisa grácil.

No me consideraba muy hermosa, pero muchos chicos me iban detrás. Jane me decía que era especial y muy bonita. Hasta aquel momento, no había prestado mucho mucha atención a mi cuerpo y no me consideraba para nada coqueta.

Mi prima me convenció para que fuera más femenina. Juntas íbamos a comprar ropa, a la peluquería, a estilismo... Álex no nos acompañaba en estas ocasiones. Siempre fue un alma libre, aunque condenada a dirigir el negocio familiar. Nuestro padre aceptando que ya no tendría heredero la instruyó para qué dirigiera las bodegas.

Los problemas empezaron a surgir cuando conocí a James. Un extraño chico que se instaló a vivir a nuestra pequeña ciudad, Garden City. Era negro, atlético y decía ser periodista. No tardo en trabajar en el pequeño diario local, que sólo narraba los chismes locales.

Empezamos a salir. Cambió completamente la relación que te tenía con Jane. Cuando nos veíamos estaba irascible y nos peleamos por todo. Creí que se le pasaría, pero no.

- ¡No sé cómo puedes salir con ese chico! ¡Es más mayor que tu y negro!- me soltó un día. Reñimos aquel día. Jamás pensé que mi prima fuera tan racista.

Mis padres tampoco aprobaron mi relación, quizás por los mismos motivos que Jane. Álex fue la única que me apoyo. Mi vida que hasta entonces había sido placida, se puso patas para arriba. Y todo para salir con un chico de color. Aunque para ser sincera tampoco era muy feliz con James.

Echaba en falta a Jane cada día. Y estar de revés con mis padres me dolía. Y mi pareja tampoco ayudaba mucho. Hasta que un día, tras regresar a casa escuche, de forma accidental, una conversación que no debía de haber sentido.

- Me preocupa Kara.- estaba diciendo mi madre a mi padre.- Jamás pensé que nos daría tantos problemas. Cuando la adoptamos me pareció tan adorable. No entiendo su rebeldía. Jamás pensé que tendría tan carácter.- se refería a nuestra última disputa, que fue tremenda.- ¿Será que la genética haya podido más que la educación que la hayamos ofrecido? ¡Álex jamás nos ha dado esos disgustos!

- ¡Elisa, tranquilízate! Kara aún es muy joven y James es su primer amor. Las hormonas las tiene revolucionadas. Ya se le pasará.- dijo en tono conciliador.- Jamás me lamentaré de haberla adoptado. Espero que para ti sea igual.

- Perdona. Tampoco es esto.- dijo rápidamente mi madre.

Pude haberme ido e ignorado lo que escuche. Pero entre muy enfada y dolida por haberme mentido durante todo aquel tiempo. Me contaron cómo me adoptaron. Me vieron varias veces vagando sola por el campo, cuando tenía unos seis años. Preocupados, indagaron cuál era mi familia y descubrieron que me había escapado del orfanato. Y decidieron acogerme como miembro de su familia. Desconocían cuáles eren mis padres.

Todo lo sucedido, la desconfianza de mi madre y la frialdad repentina de James, me hizo tomar una decisión radical. Lo abandone todo y me aliste al ejército. No dije nada a mi familia, me fui sin más. Bueno, sólo se lo conté a mi hermana. La única que me dio soporte y me quiere.

Tan sólo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora