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La luz de la luna estaba en pleno auge de brillo esa noche. Todo estaba muy silencioso y pesaba en su corazón. Las tres de la madrugada se marcaban en el reloj digital sobre la mesa, los resoplidos del viento nocturno a través del ventanal bailaban con las cortinas, dando un ambiente de casa de playa—cuando en realidad estaba muy lejos de una—.

Yoongi caminaba de un lado a otro, pateaba todo lo que se cruzaba en el camino que él mismo hacía y jalaba sus cabellos negros con la fuerza de la frustración. La tristeza; quería ignorarla, ahogarla, simplemente darle la espalda o taparse los ojos ante ella, si no la ves, no está. Sin embargo, había llegado un punto en que había tomado el alma de un niño curioso; el que se asoma por tu hombro, estira tu ropa o grita repetidas veces en búsqueda de atención. Lamentablemente, la tristeza no es tangible, no es realmente un niño al que puedas callar o del que puedas huir. Esta adentro y donde vayas, va contigo. Era imposible mandarla lejos.

Los ojos comenzaban a arderle y la rabia ascendía de nivel. Sentía el corazón contraerse de dolor, la garganta como si tragase espinas. Daba manotazos al aire con la respiración agitada, hasta que la luna delató sus ojos brillantes y húmedos finalmente desbordándose como una bañera al tope. Se rindió. Sucumbió a todo el dolor que había guardado tras su espalda, se dejó caer en el sofá, echó la cabeza hacia atrás con los labios apretados y ceño fruncido; las lágrimas ya surcaban los laterales de su rostro sin impedimentos.

Yo, realmente, odio estar en silencio.

Pero

Hay veces en las que el silencio, es lo único que puedo utilizar.

B L I N K



Una historia cortita, buscando una sonrisa. Nada más que decir.

Rox

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