7. Desperate

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" Prometo que no hay peligros,

olvida tus miedos, confía en mi, no te arrepentirás" 



¿En verdad resultaba mejor estar en ese lugar, que a lado de quien figuraba ser su pareja en ese momento? Para ser sinceros, no había duda alguna que aquello resultaba mil veces más placentero que halar sobre el mundo imaginariamente rosa del que ella hablaba. Era otra buena noche en su paraíso, con las mismas personas y sus magníficos comentarios cargados del sarcasmo necesario para agradarle, sus interminables discusiones filosóficas entre la dualidad de la vida ¿Cómo ignorar semejantes conversaciones si él miso formaba parte de esa dualidad con cada mujer que románticamente se cruzaba con él? Tal vez forzaba lo que el fin de sus días les tenía preparado, pero ¿acaso no era mejor morir joven para ser un cadáver bello? Era una forma de ahorrarles el trauma de encontrarse frente al espejo con una versión de ellas a las que la gravedad junto con los años les cobraba la factura.

Allí estaba de nuevo, esperando en la barra a que la hora de su espectáculo llegara, cruzando palabras con el único mixologo que parecía haber pasado por la escuela o al menos haber aprendido a leer en algún momento de su vida; era agradable mientras la mayor parte de alcohólicos comenzaban a marcharse para dejarlo a solas con su pasión y las personas que disfrutaban de escucharla.

Un par de tragos más, atravesar una bola de drama infinito, coqueteo sin sentido y listo, habría llegado al único sito que disfrutaba en ese bar de mala muerte o ese era el plan, hasta que chocó con aquel chico; lo había dejado sin palabras en cuanto su vista se cruzó con la suya, realmente el choque había sido culpa del alto, pero sólo optó por no cambiar su expresión natural y dejarle hablando, pues salir huyendo directo al piano fue lo mejor que pudo hacer al quedar paralizado a causa del moreno, aunque al de cabello negro le pareció haber dejado alguna incomodidad sobre el de cabellos grises, o al menos eso decía la mirada del implicado.

— ¡Sirve otra!

Comentó en tono alegre el bailarín al abrazar por la espalda a Aitor

— Sólo una bebida más, Aitor... — pidió el bailarín con esa mirada a la que no se le podía negar nada— Sólo una más, ¿sí?

— N, llevamos dos botellas — incluso el psiquiatra comenzaba a sentirse adormecido de algunos sentidos— Bien... una copa más.

— ¡Ves! ¡Por eso eres el mejor psiquiatra!

HakYeon se abalanzó sobre el menor con la singular alegría de quien lleva unas copas de más, a lo que Aitor respondió con un ligero abrazo denotando involuntariamente segundas intenciones. El bailarín le regaló un beso sobre los labios con sabor a alcohol, aunque entre los dos no se sabía quién había tomado más.

— Ya, ya... Iré por tu bebida, el soborno no es necesario.

— Si no era soborno, era por gusto — respondió, aún sabiendo que no le escucharía por la música.

Para entonces había perdido la noción del tiempo, no podía ni pensar claramente sobre hacía cuanto tiempo se había marchado WooYoung y la verdad es que tampoco le importaba demasiado, pues la práctica sería por la tarde. Aunque quizá le costaría bastante volver a abrir los ojos.

La destrucción es una forma de creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora