Capítulo 4

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Kurt no pudo ver las lágrimas que rodaban por las mejillas de Blaine mientras manejaba a casa. No escuchó su grito de frustración mientras cerraba la puerta de su casa con una patada, ni escuchó el ruido sordo mientras Blaine se dejaba caer contra la puerta, quedándose ahí hasta que pudo dejar de llorar antes de tambalearse ciegamente hacia la barra en busca de un whiskey.

En algún momento, Blaine no pudo recordar cuando -pero mucho después de que había dejado de usar su vaso para tomar directamente de la botella- llamó a Wes. Arrastrando las palabras y fuera de toda comprensión, Wes alcanzó a entender las palabras "niño", "llorar" y "querer" antes de subir a su auto y conducir por media hora para ver a su amigo. Era la media noche cuando llegó, y una sola mirada al rostro de Blaine surcado por las lágrimas, le indicó que tendría que quedarse por un largo plazo.

El amanecer vio a Blaine desmayarse o quedarse dormido -Wes no estaba seguro- pero lo cubrió con una manta antes de subir las escaleras para recostarse en la cama de su amigo. Cuando reapareció pasaba ya del medio día, y Blaine estaba sentado, agarrándose la cabeza cuidadosamente antes de correr hacia el baño para vaciar el contenido de su estómago.

— Ya sabes, cuando tienes un enamoramiento por un chico de edad escolar, probablemente no es la mejor idea llamar a un profesor, —Wes afirmó mientras le alcanzaba a Blaine una botella de agua.

— Yo no... yo... en realidad, no se lo que estoy haciendo. —Blaine gimió mientras se movía del suelo del baño a los cojines de la sala de estar.

— Eso fue muy evidente anoche. Estás hecho un lío. ¿Quieres hablar de eso?

— Pensé que ya lo habíamos hablado. —Blaine trató de recordar, pero todo era una mancha borrosa.

— No... tú lloraste, bueno, de hecho te lamentaste por varias horas por un niño llamado Kurt, me dijiste que estaba siendo acosado y que querías matar a todos los deportistas, me dijiste lo mucho que te odiabas a ti mismo, me dijiste lo mucho que me odiabas por haberte quitado todo el whiskey, y luego te desmayaste. Estaba sugiriendo que tuviéramos una conversación madura acerca de todo esto.

— Oh. —Blaine hundió su rostro entre las manos y luchó por pensar.— No se lo que está pasando, —dijo finalmente, mirando hacia arriba, pasando una mano por su rostro cansado.

— Anoche dijiste algo acerca de sus ojos.

— ¡Sí! Sus ojos son simplemente... increíbles. Y ese es un adjetivo muy pobre, pero justo ahora tengo una resaca de mierda. Él me mira y es como... como si pudiera ver su alma desnuda. Pero nadie más, sólo yo. Y mi estómago se contrae y mi corazón se acelera y luego recuerdo que esto no debería de estar sucediendo, que no puede estar sucediendo, y luego me pongo así y luego el ciclo comienza de nuevo.

Dejando escapar un suspiro que no sabía que había contenido, Blaine se dejó caer en el sofá y miró a su amigo tratando de dar sentido a sus delirantes palabras.

— Y esta... conexión... que mantuviste anoche, ¿la sentiste en un nivel físico, mental, o qué?

— No es físico, —respondió Blaine rápidamente. —Diré que él es hermoso, y yo se que cuando tenga diecisiete va a hacer que todos los hombres lo volteen a ver, incluido yo si aún sigo viéndolo. Pero justo ahora... no. La idea de hacer algo así... no.

— Entonces es algo positivo, —Wes dijo mientras se recargaba en la mesa y miraba a Blaine directamente a los ojos. —¿Por qué exactamente estás tan afligido acerca de todo esto?

— Porque siento que está mal. Y yo no soy esa clase de hombre. No soy pervertido, o esa otra palabra que ni siquiera voy a decir. Pero lo que me pone más triste, es esta conexión que siento, como si pudiéramos ser las dos mitades de un todo, y nunca me he sentido así por nadie antes. Realmente disfruto hablar con él. Tal vez fui demasiado coqueto, pero tú me conoces. Yo sólo... hay mucho más que quiero saber de él. ¿Qué música le gusta? ¿Cuál es su película favorita? ¿Su comida favorita?, cosas mundanas, cosas del día a día, pero quiero saber todo de él. Además, ya sabes, todo ese asunto del acoso... lo está lastimando muchísimo. Y su amiga dijo que no quiere hablar con nadie de eso, pero yo quiero estar ahí para ayudarlo, para hacerle saber que saldrá adelante, y que esos idiotas recibirán su merecido.

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