Y esa noche bichito, esa noche me enteré que te amaba,
Te amaba de pies a cabeza,
Amaba escucharte,
Amaba sentirte,
Amaba tu presencia,
Te robaste mi ser y te envolviste en él.
Todos mis sentimientos incrustados en esas lagunas,
Todo lo que soy en...
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Gatito, perdona por haberte alejado.
Soy cobarde, muy cobarde. Temía ver tu sublime quebrantada al enterarte de mi enfermedad.
Yo te necesitaba a mi lado, quería que me abrazaras en esas horas infernales. Te juro que el mismo día que me entere estuve a punto de ir a buscarte solo para recibir tu consuelo.
Pero ¿Que te haría? ¿Desgraciarte la vida? En fin, yo moriría. Ya no sufriría o sentiría más dolor por lo que no pudo ser entre los dos; en cambio tú, temía que no pudieras avanzar sin mi, que te amargara los días después de mi partida.
No gatito. Yo te amo, te amo demasiado; por eso te aleje.
Fui una tonta por mucho tiempo, no sería tonta esta vez. Te dejaría ir, aunque eso destrozara mi alma por completo.
¿Recuerdas al chico con el que me guste esa vez? Se llamaba Paul, el cual fue mi mejor amigo en el hospital que me quede cuando me fui de París. El me apoyo mientras estuvo a mi lado.
Pero: el se llamaba, el fue, el estuvo. Pasado. El ya no es, el ya no se llama, el ya no está a mi lado.
Paul tenía tumor cerebral. Paul murió hace un año. Poco después de que tú nos vieras juntos.
¿Ves? Yo nunca te engañaría, mi amor será para ti lo que reste de mi vida. Te amo mi gatito.
