Capítulo 1

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"¿Cómo puede alguien, que no puede motivar a los demás, motivarse a sí mismo?

Aunque pretendía tener siempre en mente estas palabras, le costaba mucho trabajo entenderlo del todo, sobre todo porque no entendía que alguien le admirara. 

Él solo era Katsuki Yuuri, un japonés inseguro y que, ni siquiera con la ayuda del gran Viktor Nikiforov, había logrado obtener el oro.

«¡Quisiera ser como Viktor!» pensó y refutó inmediatamente la idea. 

Imaginarse mandando besos y regalando guiños le hacía desear enterrar la cabeza en el asfalto.

—De todas formas, es imposible —dijo y empujó a una mesa la caja de obsequios que le habían entregado minutos atrás.

La caja no quedó bien sentada, y no estaba correctamente cerrada, por eso se cayó regando tanto obsequios como una que otra carta por el piso de la habitación.

Yuuri suspiró con desgano, las galletas y chocolates estaban hechos añicos, los niños del barrio posiblemente no los querrían, así que metió todo dentro de una bolsa, y aprovechando que estaban desperdigados por el suelo clasificaría los obsequios. 

Le daría las galletas y dulces a Mari, ella seguro se comería todo junto a Minako sensei y su mamá, los peluches serían para las trillizas Nishigori y las cartas terminarían en el baúl de cartas que tenía ya rebosante.

Tomó una a una las cartas, dejando una de papel lustre azul rey al inicio del montón, entonces jaló el baúl para guardarlas y, al abrirlo, se dio cuenta que había algunas cuantas en el mismo papel que la primera carta del montón recién levantadas.

¿Sería una coincidencia? Eso esperaba. No quería tener nada parecido a un acosador.

Revisó los sobres y llevaban la misma firma. Sonrió un poco aterrado por la idea, pero estaba mucho más apenado por nunca haber reparado en ese detalle bastante notorio.

»Al menos debería leer una —susurró tomando la más reciente y metió el resto de las cartas en el baúl. 

Le debía eso a alguien que le había dedicado tanto tiempo.


"Querido Yuuri senpai, deseo que la estés pasando bien en este descanso. Lo mereces después de tan magnificas presentaciones en el GPF. Te estuve observando y estuviste hermoso. De verdad que te admiro mucho. Gracias por dejarnos ver tu hermoso estilo de patinaje. 

Te quiere, Minami"


Cuando terminó de leer, Yuuri tenía la cara tan roja como un tomate maduro. Esa persona, que firmaba como solo Minami y una carita algo deforme, había utilizado términos como magnificas, admiración, hermoso y querer. Era demasiado pero, de alguna forma, le hacía un poco feliz.

Dobló la carta con cuidado, la devolvió a su sobre y la puso en su cajón, pensando que tal vez les daría una oportunidad al resto de cartas. Aunque seguro que le tomaría mucho tiempo vaciar el baúl.


Continúa... 

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