Tres.

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En la casa de Suart Fletcher se escuchaba una canción pop agitada, mientras un montón de adolescentes bailaban y bebían. Todos llevaban disfraces. Era 31 de octubre.

Rydel se acercó a la casa. Iba disfrazada de Sandy, de Grease. Su disfraz hacía que las miradas de unos chicos bebiendo en la entrada se posaran en ella. Ronald Reader se puso de pie, mientras los demás silbaban y se reían.

—¡Miller! ¿Cuándo vas a salir conmigo?

—Ni después de muerta, Ronald. No sueñes más —dijo Rydel ignorando los comentarios de los demás.

—Saldrás conmigo pronto, escúchame bien, Rydel…

Pero ella apenas pudo oírlo. Había entrado a la casa donde la música sonaba más fuerte. Se cruzó con varias personas que conocía y desconocía con toda clase de disfraces. La casa de Stuart Fletcher es grande, pero había invitado a demasiada gente que todo era muy estrecho para caminar.

Un chico disfrazado de Elvis se acercó a ella. Nada menos que el anfitrión.

—¡Rydel Miller!

—Hola, Stu —dijo ella besando su mejilla.

—Qué bueno que has venido. Me gusta tu disfraz.

—Gracias.

—¿Quieres beber algo? Ten —dijo Stuart dándole el vaso de cerveza que tenía en la mano —.Bebe.

—Gracias, Stu. ¿Has visto a Lou?

—¡Louis Evan! Siempre juntos ustedes ¿eh?

—Ay, por favor —dijo Rydel entornando los ojos.

—Está por allá, en la pista de baile.

—Gracias, Stu —Rydel se bebió toda la cerveza y le devolvió el vaso vacío —.Nos vemos luego.

Se acercó hasta el salón y vio a Louis bailando efusivamente con un par de amigos. A Louis le gustaba mucho bailar. Ella se le acercó.
—¡Ry! ¡Pero qué sexy estás!

—Gracias —ella sonrió.

Louis llevaba el traje de Michael Jackson en el vídeo de Thriller.

—A tu mamá le quedó bien ¿eh? —dijo ella señalando su disfraz.

—Gracias, se lo diré. Ven… Necesitas beber algo.

Louis la tomó de la mano y la arrastró para sacarla de la pista. Un chico vestido como Freddy Krueger llevaba varios vasos de plástico con cerveza en una bandeja a través del pasillo. Louis tomó dos, y le extendió uno a Rydel. Ambos subieron las escaleras, esquivando un par de chicos disfrazados que estaban sentados en ellas. Llegaron hasta arriba y corrieron por el pasillo, abriendo puertas.

—¡Oh, por Dios! —gritó Rydel después de abrir una de ellas.

—¿Qué? —pregunta Louis asomándose por la puerta también.

Ambos empiezan a reírse.
Una chica disfrazada de hawaiana estaba de rodillas frente a un chico con el pantalón abajo. Eran Mathew Carson y Cheryl Stanley, ambos compañeros de clase de Rydel y Louis.

—¡Largo de aquí! —gritó Mathew lanzándoles una almohada. Rydel logró esquivarla cerrando la puerta.

—¡Lo siento! —dijo Louis volviendo a abrir la puerta, sin poder contener la risa.

Ambos siguieron riendo hasta llegar a la terraza. Se arrimaron en el balcón hasta que se les pasó la risa.

Habían niños en la calle usando disfraces y llevando sus calabazas llenas de dulces. Rydel y Louis los observaron por unos segundos.

—¿Recuerdas ese año en el que te disfrazaste de zanahoria? —dijo Louis volviendo la vista hacia ella y sonriendo.

—Por favor, no me lo recuerdes —contestó Rydel antes de tomar un buen trago.

—Te veías tan adorable…

—Lou…

—Una gorda y jugosa zanahoria andante.

—¡Louis! No me lo recuerdes. Apuesto que todo el vecindario se rió de mí.

—Rydel, solo tenías seis años.

—Es igual. Pero gracias a tu mamá al menos salí a pedir dulces ese año. Mi papá había olvidado conseguirme un disfraz y el de zanahoria era el único que le quedaba a Mary.

—¿Recuerdas el mío? —dijo él riendo.

—¡Cómo olvidarlo! Eras un lindo conejito peludo y rosado…

—Mis papás estaban furiosos… Pero yo quería ese disfraz y la tía Becky lo consiguió para mí.

—No sé por qué querías ese ridículo disfraz.

—Porque era peludito. Rydel. Dime que no te daban ganas de abrazarme…

—¡Que no! ¡Me daban ganas de estornudar!

Ambos rieron.

—¿Y recuerdas lo que decían nuestros padres? “Louis y Rydel se ven tan lindos, se ven tan bien juntos”

—Louis. Lo decían porque éramos un conejo y una zanahoria… Además, teníamos seis años.

—Lo sé. Pero ¿acaso no te gustaba imaginar que lo decían por algo más?

Rydel lo miró sorprendida. Él se terminó su vaso de cerveza y luego sonrió.

—Estoy bromeando, Ry. Volvamos a la fiesta.

Ella lo miró y él se fue.

—Bien.

Azul y Negro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora