La Máscara

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          Sentía que me miraba, aunque no tuviese ojos. Constantemente sentía que alguien me seguía, pero cuando volteaba, solo veía esa horrible máscara. Era muy antigua, decía mi abuela; pertenecía a mi tatarabuelo, por eso no se deshacía de ella. Tengo 19 años, y desde que tengo memoria siento terror por ese horrible antifaz que cuelga de la pared de la biblioteca, que es mi lugar favorito de la casa de la abuela. Siempre he notado que mi abuela es algo extraña; siempre anda sola y la gente del barrio dice que está loca. Soy la única nieta, o mejor dicho, el único familiar que la visita. La realidad es que me da mucha lástima y aunque me de miedo, siento que la quiero.

          Mi abuela siempre guardaba secretos. Siempre la sorprendía hablando sola y cuando me veía, me miraba con ojos extraños y perdidos. No entendía nada. Supongo que después de tantos años, me toca investigar qué es lo que realmente ocurre. 

          Aunque lo odie, el cuarto donde están los libros y los documentos, es el mismo cuarto donde cuelga esa siniestra máscara. Realmente me siento incómoda, me siento asechada. No voy a tardarme mucho, siento mucho miedo. 

          Dije que no me tardaría, pero llevo horas tratando de encontrar aunque sea una pista y no veo nada nuevo, la máscara sigue intimidándome. Quiero irme ya, no puedo más; Si me quedo un poco más, enloqueceré y me quedaré aquí para siempre.

          Cuando por fin me rendí, pues no conseguí nada, ocurrió lo más extraño que pudo ocurrir en mis 19 años visitando a mi abuela... la máscara ha desaparecido. No se que hacer, no se si sentirme feliz o sentirme asustada. La duda me duró solo unos segundos, pues detrás de la puerta apareció mi abuela con la máscara puesta.

          Le pregunté que qué hacía usando la máscara y me respondió como hipnotizada, que la máscara tenía un poder oscuro que año tras año la consumía. Le pedí que dejara de bromear, pues no era nada gracioso. Ella comenzó a acercarse a mi lentamente, y me invitó a sentarme en la mesa del cuarto mientras me contaba lo que quería averiguar.

          Me contó que mi tatarabuelo había recibido esa máscara de un señor muy anciano, con una túnica negra, sin más información. Mi tatarabuelo la usó esa misma noche, para una fiesta de antifaces y cuenta mi abuela que algo se apoderó de él, y causó que asesinara a toda persona que asistió a esa fiesta. Al otro día despertó encima de todos los cuerpos desconcertado, solo con la máscara a su lado y atormentado, abandonó el país. Por años trató de deshacerse de ella, pero había algo que se lo impedía.

          Mi abuela me contó que sucedió lo mismo con mi bisabuelo, y que ahora le tocaría a ella asesinar a alguien para purificar el poder de la máscara. Me advirtió que luego le tocaría a mi padre, y luego a mi, y que por esta maldición era que nuestra familia se la pasaba de país en país. Estaba horrorizada, pálida, helada... no podía moverme.

          Me dijo, y es lo último que recuerdo, que no quería que yo sufriera el mismo destino, así que con todo el dolor del mundo iba a asesinarme. Yo traté de huir ¡lo juro! Pero no pude. Ahora estoy observando mi cuerpo desde otro ángulo, desde arriba. Observo a mi abuela quitarse la máscara y llorar, alzar mi cuerpo y llevarlo al patio, donde hay un hoyo profundo. Resulta que estuvo planeando todo esto durante mucho tiempo. Aunque ya no tenga vida, le agradezco que haya cambiado mi destino, pero esa maldita máscara seguirá atormentando a mi dinastía para toda la vida.

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