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Hola, Micaela.

Voy a fallarte una vez más.

La buena noticia es que será la última vez.

Me voy al Puntito en la Chingada.

Me alegra haber encontrado tu casa vacía, no pude ir por la mañana como los otros fines de semana. No quería que me vieras antes de leer esto.

Seguramente los chismes se van a disparar el lunes, pero ya no me importa, no me importa nada de mi vida actual. Porque ya se acabó.

Tú sabes la importancia que dan en la escuela a la posición social, imagina el oprobio en que voy a caer cuando se sepa que mi madre ha perdido casi todo porque el contador de su empresa la engañó con las declaraciones de impuestos y tenía una cuenta oculta en otro país.

Ya debes estar entendiendo porqué quiero estudiar Contabilidad.

Parece que mi madre no soportó que vivamos en casa de mi tía, se lamentaba cada día de ser "unas arrimados". Terminó llamando a mi padre sin decírmelo.

Iré a vivirme con él, su mujer, y mis tres medias hermanas. Tendré que repetir el semestre en otra escuela porque no quieren dejarme recorrer sola todos los días el camino hasta acá y mi padre ni su chofer tienen tiempo de traerme.

Por un momento me pareció lo peor del mundo, pero pensándolo bien no está tan mal.

Aquí ya no tengo nada, quienes se hacían llamar mis amigos dejaron claro que ya no querían serlo (que de hecho nunca lo fueron) cuando les conté.

Fue horrendo. Les dije lo que había pasado y que necesitaba su apoyo más que nunca para sobrellevar la angustia. Nunca adivinarás lo que me dijeron. Que no era mi problema, que mi madre se lo había buscado por idiota y yo debía exigir que mi vida siguiera igual porque era su obligación.

Les dije que estaban siendo los más injustos del universo y me dieron la razón expulsándome del círculo "Porque no querían a una amiga llorona."

¡Me enfadé tanto! Por si no fuera poco haber perdido todo lo material en mi vida, me di cuenta de que no tenía amigos de verdad.

Mi madre estaba tan triste que no podía decirle nada. Era cuestión de tiempo para que no pudiéramos pagar las colegiaturas. Tuve que dejar mis clases de pintura porque había gastos más importantes. Había días en que mi madre decía que yo era una carga y sería más fácil salir adelante ella sola.

Quería morirme. Y no es un eufemismo.

Pasaba el día pensando si iba a la cocina a comerme el bote completo de veneno para ratas, o cortarme las venas y esperar a desangrarme, o beberme la botella de cloro, o lanzarme a las vías del metro que espero para venir a la escuela, o quedarme parada a medio cruce de la calle para que me atropellaran. No quería comer. No podía dormir hasta que finalmente me cansaba de llorar en la madrugada. No quería salir de mi habitación ni ver el sol ni sentir el aire ni escuchar ningún sonido.

¿Sabes qué es lo peor de quererte morir, Micaela? Que no te mueres.

Cada mañana, después de haber pasado el día anterior pensando mil maneras de acabar con todo, abres los ojos y estás viva. Y vuelves a empezar.

Una noche estaba completamente decidida sobre el mejor método para matarme, pero pensé que si volvía a despertar era porque la vida me estaba dando otra oportunidad de pensar las cosas, cuando abrí los ojos a la mañana siguiente me dije: "Bien, estoy viva, si antes de medio día encuentro algo para seguir con esto, no me mato".

Un par de horas después te escuché preguntar: "¿Porqué la gente es negativa?".

Me impuse la misión de contestar tu pregunta y si no hubieras aparecido con el sombrero azul la primera vez seguramente habría cometido una estupidez.

No estoy diciendo que hubieras tenido la culpa, de ninguna manera hubieras sabido que tuviste que ver. Nadie sabía sobre las cartas y no estaba planeando dejar una de suicidio explicando las cosas, porque siempre he pensado que esas cartas son para repartir culpas y nadie tenía la culpa de mis pensamientos suicidas. Era yo quién no encontraba otra salida, nadie más.

Tampoco estoy diciendo que te sientas responsable por esto. Puedes hacer cachitos las cartas y olvidarte de mi si esto es mucho para ti. No pasará nada.

Mi crisis ya pasó, voy a empezar una nueva vida, y voy a luchar porque sea buena. Te agradezco con toda el alma que aún sin saberlo hayas salvado mi vida, pero no espero que seas mi amiga ni nada por el estilo si no lo quieres.

Estuve escribiendo y tuve una lectora, logré el éxito deseado en esto y es toda la motivación que necesito para seguir adelante.

No voy a escribir mañana, ya te bombardeé con demasiada información y te dejaré pensar las cosas.

Esto es lo último que quiero decir:

27. No importa que tan mal veas las cosas, siempre habrá una nueva oportunidad para seguir y mejorar o para empezar de nuevo.

Es lo que aprendí en esta temporadita terrorífica, y es lo que verdaderamente me importa que recuerdes sobre mi si decides que nada más te importa sobre este asunto.

Gracias por todo, Micaela. Y recuerda que te prometí no dejarte sin saber quién soy. Como te dije te fallaré, no podré ir a la fiesta porque vendrán por mi el viernes a la salida de la escuela, como la primera vez que no escribí. Vivo unas cuadras adelante y siempre salía corriendo para dejarte las cartas antes de que tú llegaras, por cierto.

Pero te hablo el lunes. En el salón.

¡¡¡DUN DUN DUUUUUUNNN!!!

Negativa.

Cartas de una Negativa. (#BestBooks)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora