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—¿Mica?

—Logré mi objetivo de ser la primera en llegar a clase, pero un día después.

Eduardo sonrió a su pesar, acercó una banca y se sentó frente a ella.


—Te extrañé.— dijo tomando las manos de la muchacha.

—Perdóname, pasamos una eternidad en los estudios y de regreso me quedé dormida. No tengo ganas de nada con esta cosa.— señaló el collarín que le habían puesto.

—Al menos el golpe fue leve.


—¿Notaste ayer que alguien reaccionara a la llamada?

—No.

—Porque soy una ninja.

Ambos voltearon.


—Hola, Micaela. Lamento interrumpir.

—¿Lucy?— preguntó la chica, sorprendida

—¿Tú eres Negativa?

—Igual lo iban a saber en un rato, venimos a firmar mi baja.

—¿Ya te vas?

—Sí, prefiero no quedarme.

—Tu gran revelación y despedida.— Eduardo se levantó sonriendo —Las dejo solas.

Las chicas lo miraron salir, en silencio.


—¿Te molesta que le haya dicho?— preguntó Micaela, apenada.

—No, me encanta.— respondió Lucy con una mirada pícara —Al menos logré algo bueno, darte un tema del que hablar.

—¿Qué voy a hacer si te vas y ya no puedo crear conversaciones interesantes?

—Seguro que te las arreglas.


Empezaron a escucharse voces en el pasillo.

—Antes de que lleguen los demás hay dos cosas que debo decirte y podrían ser incómodas.

—Dime.

—¿Te gusto, o algo así? ¿Me elegiste por eso?

—Eres muy linda, Micaela, pero soy heterosexual.— rió.

—¿Eduardo te gusta?—

—Tampoco.— respondió sin reír —Me gustaba uno de mis "amigos".

—Auch...— susurró —¡Tal vez en el Puntito en la Chingada un chico valga la pena!

—¡Por Dios, Micaela! ¡Con esa cara de inocencia no deberías decir groserías! ¡Suena profano!


Escucharon a Eduardo saludar a los compañeros en la puerta, obviamente los estaba deteniendo.

Micaela bajó la voz lo más que pudo, sabiendo que para el chisme se apuntaban solos.

—Le conté a mis padres, y dijeron que deberías buscar ayuda profesional.

—Lo pensaré ya que tú me lo pides.

—¿Puedes seguir escribiéndome?

—Claro.


Las chicas se abrazaron, los demás empezaron a entrar.

—Vete antes de que alguien abra la boca.— murmuró Micaela, soltándola.

Y Lucy no le dijo nada más. Sonrió y dio la vuelta.


—Pórtense bien.— agregó traviesa al pasar junto a Eduardo.

Él soltó una pequeña risa y entró.


—¿Estás bien?— preguntó cuando alcanzó a la chica mirando la puerta.

—Sí. Aunque me hubiera gustado hablar más.— respondió con melancolía.

—Pero a ella no le hubiera gustado que los demás hablaran.

—Lo sé.


—Y dígame, señorita Micaela.— continuó guiándola frente a él —Ya que averiguó quien es Negativa, ¿aún requiere mi compañía en la fiesta?

—Claro que sí.— respondió antes de darle un beso en la mejilla.... Un beso un tanto incómodo por el collarín.

Cartas de una Negativa. (#BestBooks)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora